Teresa de Jesús, una santa que se venera a trozos
Si bien la mayor parte de sus restos reposan en la localidad de Alba de Tormes, pedacitos de su anatomía se encuentran disenimados por todo el mundo
A. URBIETA
Martes, 3 de abril 2018, 22:16
Ávila celebra este año el primer Jubileo Teresiano, “un año de gracia tras las huellas de la santa”, como lo definió el obispado abulense, y ... que arrancó el 15 de octubre de 2017 (fiesta de Santa Teresa de Jesús) con la apertura de la Puerta Jubilar del templo en el que se encuentra el sepulcro de la santa en Alba de Tormes. En el marco de esta celebración, que se prolongará hasta el próximo 15 de octubre se están llevando a cabo numerosos actos, entre los destacan el diseño y la presentación de nuevas rutas teresianas de peregrinación que transcurren por toda la provincia castellana y en las que se puede obtener la indulgencia plenaria.
El principal lugar de peregrinaje, sin duda, seguirá siendo Alba de Tormes, donde reposan los restos de la santa abulense. Al menos, la mayor parte de ellos, ya que la diseminación de parte de la anatomía de Santa Teresa es una de las peculiaridades de esta monja, fundadora de la Orden de Carmelitas Descalzos.
Teresa de Jesús falleció un 4 de octubre de 1582 en Alba de Tormes, lugar al que se había trasladado ante la petición de la duquesa de Alba y fue enterrada en la iglesia de la Anunciación del convento de Carmelitas descalzas al día siguiente, pero curiosamente ese día no fue 5 sino el 15 de octubre. La muerte de la santa coincidió con el momento de cambio del calendario juliano al calendario gregoriano actual en España, por lo que al día de su fallecimiento le sucedió el día viernes 15 de octubre.
No es la única peculiaridad relacionada con su entierro, porque a falta de uno tuvo tres, y en cada uno fue perdiendo partes de su anatomía. Nueve meses después de ese primer entierro, se volvió a abrir la tumba, al parecer porque había cedido una parte, y se descubrió que si bien los ropajes estaban podridos su cuerpo permanecía incorrupto. Por ese motivo, el padre Jerónimo Gracián le cortó la mano izquierda, llevándola a las madres carmelitas del convento de San José de Ávila, aunque se guardó el dedo meñique para él.
En 1585, la Orden de los Carmelitas Descalzos ordenó trasladar el cuerpo a Ávila, por lo que el 25 de noviembre de ese año se volvieron a exhumar los restos, pero se decidió que uno de los brazos permaneciera en Alba de Tormes para compensar, de algún modo, la pérdida. En la capital abulense se celebró el segundo de los entierros.
Pero tampoco allí el cuerpo de Santa Teresa encontró descanso, ya que los duques de Alba, molestos por la decisión carmelita, lograron que el papa Sixto V aprobara otro traslado, este ya definitivo, de los restos de la santa de nuevo a Alba de Tormes, donde se ofició el tercer y último de los entierros oficiales. Es allí, en una capilla de la iglesia de la Anunciación de Nuestra Señora, donde se encuentra actualmente el cuerpo, pero no completo, ya que se le fueron extrayendo diferentes partes para reverenciarse como reliquias, partes que se encuentran diseminadas en diferentes lugares del mundo.
En Alba de Tormes se conservan sendos relicarios con el brazo izquierdo y el corazón de la santa.
En Roma se encuentra el pie derecho, concretamente en el convento de Santa María della Scala (un pie viajero ya que en 2012, estuvo expuesto durante unos días en el convento de San José de Ávila, con motivo de la celebración del 450 aniversario de su fundación) y también la mandíbula. Mientras que en San Pancracio se conservan algunos fragmentos de cráneo y unos dientes.
En Lisboa está la mano izquierda, aquella que cortó el padre Gracián en 1583 quedándose con el meñique, y que fue entregada a las monjas de San José. Dos años más tarde, en 1585, se llevó al monasterio de carmelitas descalzas de Lisboa, donde se encuentra ahora.
La mano, para Franco
Las Carmelitas de Madrid, las de Malagón y la de Valladolid veneran diferentes pedacitos de carne; en Toledo, Santiago de Compostela, o Ciudad de Puebla en México conservan algunas muelas; París, Roma, Ávila, Sevilla, Gante y Amberes, también atesoran reliquias como una de las clavículas; y en Ronda se encuentran el ojo izquierdo, junto con la mano derecha, la reliquia que ha tenido más devoción y probablemente al más famosa en España, no en vano, tras la Guerra Civil, terminó en posesión del general Francisco Franco, que pidió un permiso especial a la iglesia y se la llevó a su capilla particular del palacio de El Pardo – la leyenda cuenta que la tenía en su dormitorio, y que incluso le construyó su propio altarcito – y la veneró hasta su muerte. Dos semanas después, la mano fue devuelta a la priora de las madres carmelitas descalzas del convento de Ronda.
El báculo de la santa, su rosario, trocitos de tela ensangrentadas, una sandalia, un velo, la correa del hábito con el que fue enterrada, un trozo de silla… son otras de las numerosas reliquias de la santa abulense que se veneran en diferentes lugares del mundo.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión