Agentes de la Ertzaintza escoltan al detenido. LUIS CALABOR

Ingresa en prisión el hombre acusado de matar a su madre anciana en Barakaldo

La nonagenaria ingresó en Cruces «con signos de violencia incompatibles con la caída» que su hijo decía que había sufrido, según la Ertzaintza

ainhoa de las heras

Jueves, 9 de junio 2022

Felisa S.P.Felisa S.P. había dedicado su vida al cuidado de sus tres hijos y a su trabajo en labores de limpieza. A ... sus 90 años, hacía tiempo que ya apenas salía de casa. Tenía problemas de columna que le reducían la movilidad y la cabeza ya empezaba a fallarle. Desde que se murió su fiel mascota, un pequeño Yorkshire, al que paseaba por la zona ajardinada y llena de árboles junto al portal, ya no se dejaba apenas ver por la calle. Felisa vivía con su hijo menor, Juan Carlos S.S., de 53 años. A menudo la visitaban sus nietas, que le traían a sus hijos, biznietos de la mujer, para alegrarle los días.

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«Era encantadora y muy trabajadora. Había estado limpiando casas y portales hasta bien mayor», decía ayer una de sus vecinas. Hace unas semanas, la mujer ingresó en el hospital de Cruces. A nadie en la escalera le sorprendió su muerte, debido a su avanzada edad y delicado estado de salud. El hijo dijo que la mujer había sufrido una caída accidental. Sin embargo, los médicos que la atendieron apreciaron otras lesiones que «no eran compatibles con una caída», señala la nota de prensa emitida ayer por el Departamento de Seguridad.

Los facultativos consideraban que la paciente «no había recibido la asistencia necesaria en un primer momento» y cuando fue internada en el centro hospitalario su estado ya revestía extrema gravedad. Los forenses del Instituto vasco de Medicina Legal (IVML) confirmaron que Felisa presentaba signos de violencia. Finalmente, la anciana no pudo recuperarse y falleció el pasado día 26 de abril en el mismo hospital de Cruces, según informa Seguridad. A través de un oficio del Juzgado de Instrucción número 4 de Barakaldo, la Ertzaintza abrió una investigación sobre el caso.

Las pruebas obtenidas durante las indagaciones condujeron a la detención del hijo de la víctima como presunto autor del homicidio de la nonagenaria a la tarde de este jueves y este viernes ha ingresado en prisión. Al tratarse de un crimen, especialistas de la unidad de Policía Científica de la Ertzaintza acudieron al domicilio para realizar la inspección ocular y procesar el escenario en busca de evidencias. Los agentes lucían buzos blancos y escarpines en los pies para no contaminar la escena.

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«Él lloraba en el funeral»

El detenido, esposado y acompañado por dos uniformados, estuvo presente durante varias horas que duró el registro del domicilio, ubicado en un segundo piso del paseo Dolores Ibarruri, en pleno centro de Barakaldo, a unos minutos a pie de la plaza de Los Fueros. Una vez completadas las diligencias policiales, ha sido presentado ante el juez de guardia que a primera hora de esta tarde ha ordenado su ingreso en prisión.

Los vecinos del inmueble, que se eleva siete plantas, no daban crédito a lo sucedido. Juan Carlos, vigilante de seguridad de profesión y soltero, vivía con su madre desde hacía años y la cuidaba. «El hijo siempre la trataba muy bien. La llevaba al médico», se sorprendía una de las residentes. «Poco antes de morir ella, les vi juntos. Venían del ambulatorio», recuerda.

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Varios vecinos acudieron al funeral de la mujer, celebrado en el tanatorio de Retuerto. «Le dimos el pésame por la muerte de su madre y él lloraba en el funeral, ¿qué quieres que te diga?», coincidía otra de las conocidas de Felisa. Tras la muerte de la anciana, un vecino se encontró con él un día «en una tienda de alimentación cercana comprando salchichas y algo para comer».

El hijo era menos conocido por el vecindario. «De hola y adiós en el ascensor». «Es cordial. Solía preguntarle ¿qué tal tu ama?. Y contestaba 'bien, en casa'», contaban algunas vecinas. Felisa había comentado a alguna de sus amigas que iba a dejarle la vivienda en usufructo al menor mientras que él viviera porque el resto de sus hijos tenían ya la vida resuelta.

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