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En total, 27 puñaladas. El 2 de abril de 2007 Emma Larreta estaba trabajando en el centro de Donostia cuando su expareja le propinó 27 ... cuchilladas por todo el cuerpo. La pamplonesa estuvo cerca de dos meses ingresada luchando por su vida, pero si algo aprendió es que «aquel día no me tenía que morir. Ese día volví a nacer», asegura tras haber sido premiada ayer con uno de los galardones del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género, en reconocimiento a la labor pedagógica que lleva a cabo tras sobrevivir a esta agresión machista que le causó una discapacidad en los brazos. «Fueron años muy duros, pero siempre me enfoqué en que me iba a poner bien y mi vida iba a continuar, porque me quedaban muchísimas cosas por hacer», recuerda.
Larreta habla con orgullo del proyecto 'inVISIBLES', en el que crea un espacio de reflexión con jóvenes de más de 14 años de edad para tratar temas como «la gestión de conflictos, la frustración, la responsabilidad o el significado del amor», así como la violencia de género y su propia experiencia personal. «Los episodios duros de la vida te marcan el camino, pero no tienen por qué condicionar tu futuro. Cada uno decide hacia dónde quiere avanzar», defiende y conciencia a los chavales. Y es que Larreta decidió aferrarse a lo bueno y aprovechar esta segunda oportunidad que la vida le había dado.
Así, con 'inVISIBLES' se ha dado cuenta y alerta de que «la juventud de ahora es violenta, además siente la violencia de género súper lejana». Es por ello por lo que «hay que dedicarles mucho tiempo de calidad y hay que acercarse a sus zonas de confort», pues es en espacios como los generados con este proyecto donde los chavales reflexionan sobre sus propias actitudes. «Están normalizando conductas que no se deben normalizar. Si siguen haciéndolo, muchas veces se acaba en situaciones como la mía. Una persona violenta no se hace de la noche a la mañana, y tienen que entender que la violencia no puede ser una carta en su baza de vida», subraya.
Además, presta especial atención a la falta de gestión emocional de estos jóvenes. «Ser una persona violenta, con poco autocontrol y con mecha corta significa que estás dando mucho poder a los demás, porque si te pueden sacar muy rápido de tus casillas, no eres dueño de tu vida. Para mí es muy importante que aprendan a trabajar el autocontrol, mirar hacia adentro y entender que, por su bien, egoístamente y para ser personas que en el futuro sumen y se sientan bien, tienen que empeñarse en ser personas no violentas y tener unos valores de vida que les hagan ser mejores», insiste Larreta. No solo eso. «También tienen que entender que en este camino de convivir hay que asumir tus responsabilidades».
Otro de los proyectos liderados por Larreta es 'Bidean', un «refugio» para mujeres que han sufrido violencia y necesitan encontrar un espacio «de plena confianza y entendimiento. A pesar de contar con el apoyo de profesionales, psicólogos o trabajadores sociales, hay una parte de esa mujer que no se va a abrir en cualquier entorno, lo hace entre iguales». Consciente de que cada mujer avanza «a su ritmo, nos reunimos periódicamente para reconstruir nuestras vidas y redescubrirnos». En su caso, Emma Larreta lo tiene claro. El 2 de abril de 2007 fue «un renacer. Desde ese día me han ocurrido cosas maravillosas y me he empeñado en salir adelante y en volver a ser la misma que era antes. La única diferencia es que tengo una discapacidad en los brazos y el cuerpo lleno de cicatrices, pero mi energía y mi esencia siguen siendo la misma. Mejorada, incluso», celebra. «He sumado experiencia, conocimientos y ha pasado por mi vida gente muy interesante que me ha aportado muchísimo», insiste.
Han pasado 18 años desde el día del ataque y Larreta sigue luchando contra los estereotipos de una mujer que ha sufrido violencia de género. Recuerda cómo una de las doctoras que iba a evaluar su nivel de discapacidad en los brazos «me dijo que a ver si la próxima vez elegía mejor al novio. Aparentemente todos estamos en contra de esta lacra pero en el día a día, a la hora de la verdad, pocas personas somos las que damos un paso efectivo hacia delante», critica. Por experiencia propia, lamenta que «se siga culpando a la víctima. Es una tarea que tenemos pendiente» y asegura que «la culpa es una losa que no te permite avanzar y es aquí donde la sociedad puede hacer mucho por las mujeres que han sufrido violencia o cualquier otra situación desagradable en la vida. La culpa sobra», insiste.
La pamplonesa fue atacada en Donostia, ciudad en la que residía en aquel entonces y, a pesar de haber vuelto a su Navarra natal, Larreta no guarda animadversión a la capital guipuzcoana. Ni mucho menos. De hecho, «cuando salí del hospital, lo primero que hice fue ir a la esquina donde me pasó», confiesa. Volver a la calle San Martín del centro de San Sebastián fue su forma de apreciar que seguía con vida. «Di gracias de estar ahí. Siempre se puede hacer una lectura negativa o positiva. La mía fue que aquel día mi agresor no pudo conmigo, pude yo con él, y aquí estamos para seguir dando guerra y para seguir disfrutando de la vida», sentencia.
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