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Fin de la mascarilla en el transporte

«No tenía sentido estar en un bar sin mascarilla y tener que ponértela para entrar al bus»

El uso de la mascarilla en el transporte público dejará de ser obligatorio a partir del 8 de febrero, una medida que «ya era hora de implantar», coinciden varios guipuzcoanos consultados

Jueves, 26 de enero 2023

La noticia del fin del uso obligatorio de la mascarilla en el transporte público ha sido recibida «con gran entusiasmo» entre los usuarios del autobús o el Topo. «Ya era hora de que la quitaran», coinciden los guipuzcoanos que hacen un uso casi diario de estos servicios, como Joseba Aizagirre. «Aunque usemos el protector respiratorio en el autobús, ya no nos lo ponemos en el bar o incluso en Anoeta. Ahí nos juntamos hasta 30.000 personas y no pasa nada», reflexiona este joven de Pasaia. Quizá por eso, está convencido de que en el transporte público «tampoco» es necesaria la mascarilla. «Quien quiera usarla por precaución que lo haga», pero él ya ha tomado la decisión de dejar de utilizarla: «Es innecesaria». ¿Y el riesgo a contagiarse? «No hay miedo a entrar a un bar o a un establecimiento cerrado, si las cosas se hacen bien también pasará el miedo a contagiarse en el transporte público», apunta Aizagirre antes de coger el Topo en el barrio donostiarra de Amara.

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La suya es una opinión generalizada entre los guipuzcoanos. César de Bustos, de San Sebastián, acostumbra a esperar en la parada del autobús con la mascarilla puesta. Y repite el que últimamente parece haberse convertido en el 'mantra' de los usuarios del transporte público: «Ya era hora de que la quitaran». A pesar de que él cumple a rajatabla la norma que hasta el próximo 8 de febrero obliga a cubrirse la nariz y la boca mientras se viaja en un autobús, taxi o tren, está «cansado» de la mascarilla. «Tengo ganas de dejarla. Es pesado ponérsela todos los días», asegura este donostiarra, que usa «mucho» el autobús para ir a trabajar y de vuelta a casa. El anuncio de la ministra de Sanidad, Carolina Darias, fue un alivio para la gran parte de usuarios, al mismo tiempo que una sorpresa.

Fue a primera hora de la tarde cuando la donostiarra Laura de Silva se enteró de la noticia. Acababa de salir del Topo, en la estación de Anoeta. ¿Su opinión? «Ya era hora de tomar esta medida. Solo necesitamos la mascarilla en las farmacias y en los centros de salud. Me parecía innecesario seguir obligando su uso en el transporte y no dentro de las estaciones», dice. «A estas alturas no veo ningún problema en quitarla. Quienes quieran que la lleven, yo voy a aprovechar la opción y voy a dejar de ponérmela», añade, casi tres años después de que las autoridades impusieran su uso en el transporte público.

Las frases:

  • Mari Nieves López | Donostia. «Seguiré llevándola conmigo y si alguien tose o estoy acatarrada, me la pondré»

  • Laura de Silva | Donostia. «A estas alturas no veo problema alguno en quitarla, y quien quiera que se la ponga»

  • César de Bustos | Donostia. «Tengo ganas de dejar de usar la mascarilla. Es pesado y cansado ponérsela»

  • Joseba Aizagirre | Pasaia. «Si las cosas se hacen bien, el miedo a contagiarse en el transporte público pasará»

El problema se presenta, sin embargo, cuando alguien que comparte vagón o asiento tose. Entonces, apunta Mari Nieves López, del barrio donostiarra de Altza, antes de subirse al autobús, «me pondré la mascarilla. Si la gente está acatarrada tendrá que usarla, aunque me parece una buena medida que la quiten. Ya era hora después de más de dos años con ella. Yo siempre la llevo conmigo y seguiré haciendo eso. Si escucho a alguien toser o si tengo catarro, me la pondré», dice.

Edurne Garaiar y Selene Cataldi, estudiantes donostiarras, coinciden con López. De todas formas, «en el transporte público siempre hay gente que va sin mascarilla, ahora todos tendremos la opción de hacer lo que nos apetezca». A ellas les parece bien que se quite el uso obligatorio del protector respiratorio en el autobús o el Topo. «Ya era hora. En general no se usa en ningún otro sitio. Es excesivo que se siga usando en el transporte público, no tenía ningún sentido, aunque me parece bien que se use en las farmacias. En clase estamos muchos, con las ventanas cerradas y sin mascarilla. Y eso, por ejemplo, es lo mismo que estar en el bus sin mascarilla».

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