Salud arrinconó al comité en pandemias y nombró un equipo propio

El Consejo Asesor de Enfermedades Infecciosas de Euskadi nació en 2016 por iniciativa del anterior consejero de Salud, Jon Darpón, con el fin de blindar a Euskadi ante una posible nueva pandemia. La crisis del ébola de 2014 y otras emergencias sanitarias anteriores, como la del Síndrome Respiratorio Agudo y Grave (SARS) habían puesto en entredicho la capacidad de respuesta de los sistemas sanitarios en general, no sólo el vasco, sino los de todos los países occidentales.

La idea original de Darpón, siempre según la información recabada por este diario, consistía en comenzar a trabajar en la definición de una estrategia sanitaria, analizada desde todos los puntos de vista posibles, antes de que Euskadi se viera sorprendida por otra alerta sanitaria. El equipo de expertos se integró, por ello, por una nutrida representación de expertos de la red de Osakidetza de las áreas de la epidemiología, infecciones, microbiología, prevención y virología.

El grupo comenzó a reunirse periódicamente y a trabajar en la redacción y diseño de planes estratégicos de diferente tipo. «Es un trabajo complejo y muy duro, porque te obliga a estar permanentemente actualizado y a leértelo absolutamente todo antes de dar una recomendación sobre lo que sea; desde la manera de organizarse la respuesta sanitaria a, por ejemplo, qué tipo de materiales son necesarios para afrontar determinadas infecciones», detallaron las fuentes consultadas.

La jubilación de varios de los profesionales designados originalmente obligó a Murga a renovar sus componentes el pasado noviembre. Un mes después, el Sars-Cov-19 estalló en China y en enero saltaron las alarmas. El grupo se reunió al completo por primera y última vez el pasado 24 de enero, el mismo día casualmente en que ingresó en el hospital de Cruces el primer caso sospechoso de coronavirus de Wuhan, que finalmente resultó ser negativo. Después de aquella ocasión, el Consejo Asesor de Enfermedades Infecciosas ha mantenido alguna reunión telemática, y no de todos sus miembros, de manera muy puntual. «Dejaron de interesar al Departamento de Salud», según fuentes próximas al foro.

Los expertos a los que cada día el Gobierno de Iñigo Urkullu alude en las ruedas de prensa para justificar sus decisiones políticas no son el Consejo Asesor de Enfermedades Infecciosas Emergentes de Euskadi, sino un Comité Director, presidido por el viceconsejero, Iñaki Berraondo, y dirigido por «la mano derecha de la consejera», que es el director de Planificación, Evaluación y Ordenación Sanitaria, Mikel Sánchez.

El nuevo grupo está compuesto fundamentalmente por gestores, representantes de las direcciones de algunos de los hospitales más punteros de Euskadi, no todos, directivos de Osakidetza y una enfermera. «Resulta curioso que se monte un panel de expertos para trabajar para una situación excepcional determinada; y cuando ésta llega, lo ningunean de mala manera y forman otro equipo no sólo carente de todo perfil técnico, sino con notables ausencias», afirman las fuentes consultadas. El nuevo grupo carece de representación de dos de los hospitales más grandes, el de Galdakao y, sobre todo, el de Cruces, que atiende al mayor número de pacientes, cuenta con la UCI más grande de Euskadi y su equipo de anestesistas figura entre los más reconocidos de España.

Según la información recabada por este periódico no existió un motivo concreto que provocara el alejamiento entre el Gobierno vasco y su grupo de expertos en el manejo de pandemias, sino más bien respondió a un intento de evitar discrepancias. El 'núcleo duro' del Departamento -formado por la consejera, Nekane Murga; su viceconsejero, Iñaki Berraondo; la viceconsejera Fátima Ansotegi Elordi; la directora de Gabinete, Isabel Octavio, y «un hombre de total confianza de Murga», el director de Planificación, Evaluación y Ordenación Sanitaria, Mikel Sánchez- se propusieron evitar que al escándalo de la última OPE médica, aún sin cerrar cuando estalló la crisis de salud pública, le siguiera un «posible» conflicto aún mayor, esta vez con la población involucrada. «Fue una maniobra de prevención política», aseguran.

Al parecer, algunas de las recomendaciones que siguieron a la reunión del panel de Pandemias de enero y los meses siguientes tampoco gustaron al Departamento. En aquel momento, y a lo largo del mes de febrero, los expertos habrían planteado, entre otras medidas desoídas, un mejor control de los mayores alojados en residencias, no sacar a los niños de los colegios para que fueran atendidos por sus abuelos, «que eran posibles víctimas de la enfermedad» y la suspensión de las actos masivos, incluidos los referidos a la conmemoración del 8 de marzo. «Lo lógico es que, en crisis, un panel de expertos en pandemias se reúna todos los días; y ahí lo tienes, abandonado», se lamentan las fuentes consultadas.