Itziar Larizgoitia: «Los jóvenes consideran el preservativo como algo del pasado, una cosa anticuada»

– ¿Qué lectura se hace desde el Departamento de Salud de estos datos?

– Nos muestran un crecimiento bastante acusado en los últimos cuatro años de las infecciones de transmisión sexual. Pero ya venía de antes. Desde hace diez años se veía que los casos iban subiendo, pero el incremento de los últimos cuatro años es más acelerado. Es significativamente más rápido. No es un fenómeno único de Euskadi. Se está dando en España, en Europa Occidental y en la mayoría de países de Europa también, y nos preocupa.

– ¿Por qué los casos se han multiplicado a partir de la pandemia?

– No sabemos dar una respuesta. Al menos una con una única causa. Entiendo que los motivos tienen que ser de orden social, fundamentalmente. Es decir, de cambios de conducta a nivel social, de mayor contacto, más contactos de los que antes había, sin protección... Hay que estudiar por qué se está dando este fenómeno.

– ¿Cuál es el perfil del vasco que contrae una ITS?

– Fundamentalmente joven, coincidiendo con el momento en el que se pueden dar más interacciones sexuales, más amplias y diversas. El pico de casos va entre los 20 y los 34 años, pero entre los 20 y los 24 ha subido mucho.

– En la memoria de 2023 del Plan de Sida e ITS se les consideraba un grupo «especialmente vulnerable». ¿Por qué?

– Porque es donde se están dando este tipo de infecciones de una manera más frecuente y acusada, y porque en ese grupo de edad se están dando unos factores sociales que es lo que está llevando a que se dé esta situación. Es decir, una práctica de relaciones sexuales más frecuentes, más variada o con más parejas sexuales.En ese sentido les hace ser más vulnerables ante la infección.

– ¿Hay cierta sensación de relajación entre los jóvenes?

– Posiblemente sí. Puede estar generalizándose una sensación de banalidad ante la infección también porque se sabe que contamos con una red asistencial que va a atender los casos cuando se produzcan. Ahí también entra el uso del preservativo, que se ha podido considerar como algo del pasado, como una cosa anticuada. Sin embargo, es un elemento importantísimo, es la principal barrera que tenemos para evitar esta transmisión.

– ¿Su uso ha disminuido?

– Menos de la mitad de los jóvenes lo utilizan en sus relaciones sexuales y hay que volver a ponerlo en valor porque su uso se ha banalizado.

– ¿Cómo afecta a la calidad de vida una de estas enfermedades?

– Lo más frecuente es comenzar a notar síntomas locales en las zonas genitales, que pueden ser desde erupciones, enrojecimientos, picores, secreciones, edemas, hinchazones, dolor al orinar, al mantener relaciones sexuales, etc. Luego eso puede evolucionar a peor, a una inflamación crónica en la zona pélvica, que puede generar muchas complicaciones a medida que pasan los años. También puede generar dolor crónico en toda la zona abdominal o pélvica y puede llevar a infertilidad a medio y largo plazo.

– El VIH es otra infección de transmisión sexual en auge en Euskadi, donde casi dos de cada tres nuevos casos corresponden a personas originarias de otros países. ¿Cómo interpreta este dato?

– Hay que tener en cuenta que la composición social ha cambiado mucho en Euskadi los últimos años. Desde el año 2000 comenzaron a instalarse aquí personas que venían de otras procedencias y todo eso tiene al menos dos vertientes. Por un lado, unas prácticas sociales y sexuales que a lo mejor responden a otros patrones diferentes a los que aquí había antes. Otra manera de comportarse, de relacionarse... Y por otro lado, son personas que llegan de otros contextos, que pueden portar virus y bacterias, en este caso el VIH. Entonces, si hay personas que proceden de lugares donde hay mucho VIH, es más posible que proporcionalmente lo traigan.

– La pregunta del millón. ¿Cómo se frena este aumento de casos?

– Utilizar un preservativo es una gran herramienta para prevenir las infecciones de transmisión sexual. No al 100%, pero se previene en una enorme medida y es un elemento que hay que ponerlo en valor y que hay que verlo como un instrumento útil para todos. Para uno mismo y para la pareja. Por otro lado está la educación. Estamos actualizando los materiales que ya había y que se han estado utilizando anteriormente sobre educación afectivo-sexual. Es importante que se actualicen porque hemos cambiado colectivamente en cuanto a nuestra percepción sobre la sexualidad a nivel social y es importante que esos materiales se adapten a los nuevos momentos.

– ¿Cómo debe ser esa 'nueva' educación sexual?

– Tiene que adaptarse a la realidad y al contexto. Y la realidad social ha cambiado. En estos últimos años ha habido un gran desarrollo muy diferencial ante la sexualidad y ante la vivencia de la sexualidad de manera diferente, ante la identidad de las personas, la propia percepción del género y del sexo de cada una de las personas. Esto tiene que estar reflejado en los nuevos contenidos.

– El pasado año Osakidetza puso en marcha una campaña de concienciación que hacía alusión a una conocida red social de contactos. ¿Este tipo de Apps son un caladero de ITS?

– Gran parte del cambio social que ha habido tiene que ver con la facilidad de emparejamiento. En ese sentido, es verdad que el manejo de aplicaciones que permiten contactar una persona con otra y contactar exclusivamente en algunos casos para mantener relaciones, facilita que se mantengan las relaciones. Eso tiene un poco que ver, aunque no quiere decir que la aplicación tenga una relación causal.

– ¿Cada cuánto tiempo debería de hacerse una prueba de infecciones sexuales una persona que no tiene una pareja estable?

– Lo primero que le diría es que utilice un preservativo. Eso es lo absolutamente fundamental. Vamos a pensar que no lo utiliza. Lo normal es que tenga síntomas si se ha infectado. En cuanto los note, que acuda a su centro de salud para que le pongan un tratamiento.Hacerse la prueba si no tiene síntomas... Sería raro que no tenga síntomas alguien que tiene muchas parejas sexuales y no utiliza preservativo.

– ¿Hay miedo a la bata blanca?

– Puede haberlo. Y vergüenza. Sobre todo en gente muy joven que no estaba pensando que eso le podía pasar a él. Esto tenemos que intentar reducirlo o eliminarlo y animar a todas aquellas personas jóvenes que de pronto notan molestias, picores, secreciones inusuales... que inmediatamente por favor acudan a un centro de salud. Los profesionales sanitarios de la salud están para escucharles y tratarles.

– Aunque las ITS no son estacionales, como puede ser la gripe, ¿hay épocas del año donde se dan más casos?

– Sí, porque los contagios van asociados con la frecuencia de las relaciones sexuales de riesgo. Una relación sexual de riesgo es aquella en la que no se ha utilizado un preservativo con una persona que está infectada o que puede estar infectada. Hay momentos del año donde más se dan y éste es uno de ellos. El verano, las fiestas que ocurren en primavera, los finales del curso académico... son momentos donde la gente se encuentra más. Es algo que depende únicamente de eso. Si va a haber una fiesta multitudinaria y con mucha interacción sexual en otoño, evidentemente también será una época donde se puedan dar muchos casos.

– ¿El tema del estigma ya lo hemos superado o sigue siendo una asignatura pendiente?

– Es fundamental intentar romper o disolver el estigma que pueda haber cuando alguien presenta o nota que le pasa algo. Yo creo que es algo que entendemos todos, que puede ocurrir sobre todo si no se toman precauciones. Por eso es importante acudir al sistema sanitario, a los centros de salud, a los centros específicos para las infecciones de transmisión sexual, para poner tratamiento y para poder cortar esa infección cuanto antes y evitar pasarla a terceros. Tenemos un sistema asistencial muy robusto.

– ¿Es habitual que una infección conviva con otra?

– Sí. Una misma persona puede desarrollar varias al mismo tiempo. Lo que, por otra parte, luego puede complicar todo mucho más.

– ¿Cuánto tiempo pasa desde que se produce la infección hasta que se llega al diagnóstico?

– Muy poco tiempo. En el momento en el que alguien llega a la consulta con síntomas se le hacen las pruebas para determinar de qué se trata, pero ya se puede aventurar algo. El diagnóstico es rápido y en cuestión de unas horas o un día ya se identifica la infección y se le pone un tratamiento específico a esa persona.