«La investigación de casi cuatro décadas del sida ha acelerado la vacuna del covid»
Lograr un remedio eficaz para el sida fue «muy lento y, por fortuna, ha sido muy rápido» en la pandemia actual
El próximo sábado, 5 de junio, se cumplen los 40 años de la publicación de los primeros casos de sida. El año pasado, el Covid ... puso al mundo patas arriba. «Nuestra generación ha sido testigo de un acontecimiento único en la historia: el nacimiento de dos pandemias devastadoras, su diseminación explosiva y, finalmente, el hallazgo de una terapia eficaz», subraya el médico zarauztarra Daniel Zulaika, quien durante casi tres décadas lideró el Plan vasco contra el Sida. Hasta ahora, 78 millones de personas se han infectado por el VIH, de las que 39 millones han fallecido. El Covid, en solo un año, ha afectado a 112 millones de personas, de las que 2,5 millones han muerto. «Pero además, el coronavirus ha puesto de rodillas a toda la humanidad, algo que no habían conseguido ni guerras, ni catástrofes naturales», destaca Zulaika.
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- ¿Qué diferencia a las dos pandemias?
- Un aspecto fundamental, el hecho de que desde su inicio en una de ellas conocíamos su causa y en la otra no. En el caso del sida se tardaron dos años (1981-83) en saber que era producido por un virus. Y ello generó una gran incertidumbre y retrasó la prevención y el hallazgo de un tratamiento. En el Covid, casi desde su inicio sabíamos que estaba causado por un coronavirus y se ha podido actuar con gran rapidez.
- ¿De ahí también la diferencia en el tiempo que se tardó en encontrar un remedio eficaz?
- En el sida lograr los medicamentos antivirales eficaces, una especie de 'antibióticos' contra los virus, costó trece años (1983-96), que fueron largos y muy duros porque lo único que podíamos hacer es ver cómo se morían los enfermos. Pensemos, por un momento, que en la epidemia actual de Covid tardásemos 13 años en encontrar una vacuna. Afortunadamente, se ha conseguido en unos pocos meses.
- ¿A qué se debe esta diferencia?
- A los conocimientos sobre virología que teníamos en cada uno de esos momentos. Al aparecer el sida sabíamos poco sobre los virus. En cambio, cuando surge el coronavirus la investigación virológica lleva cuatro décadas de desarrollo, se conoce mejor la estructura de los virus, se han desarrollado técnicas para su detección… Por ejemplo, disponemos de la PCR. ¿Alguien se imagina lo que hubiera sido esta pandemia sin la PCR, es decir, sin la posibilidad de saber si una persona está infectada por el coronavirus?
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- El abordaje del control de las epidemias está siendo distinto.
- Sí, el sida se ha controlado tratando a las personas ya infectadas con antivirales. Sin embargo, la idea que teníamos al comienzo era que se resolvería con una vacuna. Tan seguros estábamos de ello que, en 1985, escuchamos a la ministra de salud de EE UU decir que «este verano tendremos una vacuna contra el sida». Han transcurrido 37 años y aún no la tenemos.
«Fueron años muy duros y largos porque lo único que podíamos hacer era ver morir a los enfermos»
13 años sin remedio del sida
-¿Por qué?
- Los virus en general son muy listos, pero el VIH lo es mucho más. Tiene una especie de blindaje que por una parte 'esconde' las zonas frente a las cuales podría funcionar la vacuna y, por otra, tiene un 'escudo' que le protege de los anticuerpos. Esto hace muy muy difícil lograr una vacuna. Nada que ver con el coronavirus, que se está controlando con una estrategia completamente diferente, con una vacuna. Con ella se evita que las personas sanas se infecten o, por lo menos, que si se infectan no desarrollen una enfermedad grave. Sin embargo, al comienzo de la pandemia había quienes creían que la solución serían medicamentos antivirales como en el sida.
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- ¿Habrá medicamentos antivirales para tratar el Covid?
- Los especialistas dicen que es posible que dispongamos de ellos a finales de 2022. Si se lograsen, que está por ver, con estos medicamentos podríamos tratar a las personas con covid igual que hacemos hoy en día, por ejemplo, con una amigdalitis. Vacuna y medicamentos antivirales serían complementarios.
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- ¿Se acuerda cuando el Covid era solo una gripe?
- Muchos pensamos equivocadamente, y yo fui uno de ellos, que el Covid era una gripe un poco más fuerte. Posteriormente hemos visto que el coronavirus es más contagioso, se transmite durante más tiempo y tiene mayor mortalidad. Pero sobre todo se transmite por personas sin síntomas. Y ello complica mucho la prevención.
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- Ahora se ha empezado a hablar de relajar medidas preventivas, como el uso de la mascarilla. ¿Qué le parece?
- Mientras no hayamos alcanzado la inmunidad de grupo, la prevención es la clave. Evitar la transmisión de un microbio cuando el que lo padece tiene síntomas, como una gripe, con fiebre y tos, es relativamente sencillo. El problema surge cuando una persona con apariencia sana te puede contagiar. Y esto es lo que ocurre, con diferentes matices, con el sida y el covid. Recuerdo que muchas personas que se habían infectado por el VIH me decían sorprendidos: «Pero si yo solo he tenido relaciones sexuales con personas con 'buena pinta'». Y aprendimos una lección: si por el aspecto externo no se puede saber si una persona tiene el VIH, hay que asumir que cualquiera puede estar infectado y te puede contagiar, y por tanto adoptar medidas preventivas con todo el mundo.
- ¿Se le ha quedado grabado algún momento clave de estas dos epidemias?
- Para mí hay dos. En el caso del sida fue julio de 1996, cuando en el congreso mundial de Vancouver nos presentaron trabajos que mostraban la extraordinaria eficacia de los antivirales. Recuerdo que al principio éramos escépticos porque había habido innumerables anuncios en los años anteriores de tratamientos curativos, incluso milagrosos, que al final no eran tales. Enseguida empezamos a tratar a los pacientes y en pocos meses la mortalidad bajó un 90%. Fue espectacular y muy emocionante.
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«Cuando empezamos usar antivirales en pocos meses la mortalidad bajó un 90%. Fue espectacular»
julio de 1996
- ¿Y en el Covid?
- El pasado 9 de noviembre, cuando el presidente de Pfizer anunció que la eficacia de la vacuna era superior a un 90%. Cuando lo escuché pensé: «Ya está, se acabó». Pero quiero matizar que no se ha solucionado todo, aparecerán otros problemas, cepas más transmisoras, infecciones suaves en vacunados, habrá que adaptar las vacunas, surgirán problemas de producción y distribución de miles de millones de dosis. Pero lo fundamental está conseguido. Ojalá hace 37 años hubiéramos tenido lo mismo para el VIH. Pero no pudo ser.
- ¿Qué ha aportado el sida al Covid-19?
- Los rápidos avances en el Covid en buena medida han sido consecuencia de la investigación en el sida. Como dice Pepe Alcamí, un virólogo amigo mío, «el fracaso de la vacuna del sida ha traído el éxito de la vacuna del coronavirus». Las vacunas de Moderna, Janssen, AstraZeneca son prototipos que se habían probado o estaban probándose en el VIH. También el hecho de que equipos de científicos que estaban trabajando en el sida se hayan pasado al Covid ha acelerado las investigaciones. Porque había muy pocos laboratorios en el mundo trabajando en covid.
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«Las vacunas de Moderna, Janssen y AstraZeneca son prototipos que se estaban probando en VIH»
investigación anterior
- ¿Las epidemias traen alguna consecuencia positiva?
- Las consecuencias son muy diversas, a veces inesperadas y algunas incluso positivas. Por ejemplo, el sida nos ayudó a comprender que los heroinómanos no eran delincuentes sino enfermos y que había que tratarles como tales. Y fue un avance enorme. Pero lo más paradigmático fue lo que ocurrió con el colectivo gay, al que el sida afectó con especial virulencia a finales de los 80. Además de un problema de salud, el sida se utilizaba para marginarles, se llamaba el 'cáncer rosa'. Y en aquella situación dramática alguien tuvo una idea extraordinaria: convertir el sida en un símbolo contra la discriminación. El sida fue su bandera, y una bandera eficaz, durante décadas. Como consecuencia, ser gay en 2021 no tiene nada que ver, afortunadamente, con lo que era entonces. Y podemos preguntarnos: a priori, ¿qué tenía que ver un virus con los derechos civiles de los gays? Nada.
- ¿Y el coronavirus?
- El Covid ha puesto de relieve la situación de los mayores y de las residencias de ancianos como algo que hay que reformar en profundidad para que sean lugares mejores. También nos ha hecho conscientes de las secuelas psicológicas y afectivas que tendremos que atender en los más vulnerables, ancianos, niños con problemas de discapacidad, pacientes con enfermedad mental... que han sufrido mucho en esta pandemia.
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