El futuro que dibuja la vacunación
Un año de pandemia ·
Nueva normalidad. Cinco especialistas imaginan el otoño, cuando el 70-80% de la población estatal sea inmuneDaniel López-Acuña | Epidemiólogo, exdirectivo OMS
«Extrememos la cautela; 2021 será aún un año de mascarilla»
Cautela y prevención son las dos palabras que más repite el epidemiólogo y exdirector de Acción Sanitaria de la OMS en Situaciones de Crisis Daniel ... López-Acuña (México, 1954), para abordar los próximos meses hasta encontrar «el equilibrio» entre su recomendación de «seguir bajando la transmisión del virus hasta situarla en 25 casos por 100.000 habitantes en 14 días» y «aumentar la vacunación a 300.000 dosis diarias» para poder «vacunar al 70% de la población al final del verano». Se alcanzaría así la ansiada «inmunidad rebaño» que, a su juicio, permitirá «pensar en el restablecimiento de una cierta normalidad hacia otoño-invierno», que aún no será aquella «normalidad prepandémica» que algún día regresará. López-Acuña no quiere aventurarse muy a largo plazo porque, advierte, «aún nos quedan unos meses de abril y mayo de muchos sacrificios» tanto personales como institucionales que van a ser claves para «contener la curva de la pandemia». Por ello, aboga por evitar toda prisa que no sea esa «necesaria» en la campaña de vacunación. «No podemos precipitarnos», insiste partidario de «restringir incluso más» lo que contempla el estado de alarma con el fin de «poder pensar» en un verano «con más normalidad que el pasado». Sin embargo, tiene claro que «2021 va a ser un año aún de uso de mascarilla. Y si hacemos las cosas bien en cuanto a doblegar la curva de contagios y avanzar en la vacunación, podremos hacer que la mascarilla desaparezca en muchas de las actividades regulares de la vida» pensando ya «en octubre y noviembre». Pero «no podemos bajar la guardia» porque la covid nos ha demostrado su capacidad para resurgir en cuanto nos relajamos y, además, «sus variantes y cepas más agresivas nos pueden jugar malas pasadas, ya que pueden evolucionar de modo que no sea fácil contenerlas ni con vacuna ni otras medidas restrictivas».
Iñigo de Miguel Beriain | Doctor europeo en Derecho
«Podría ser justo el pasaporte para el vacunado y el que no lo está»
El Gobierno central tiene previsto lanzar en mayo el pasaporte covid, pensado sobre todo con una finalidad turística. Esta herramienta, que en principio nos dará permiso a viajar o acceder a determinados lugares durante al menos unos meses, suscita un debate sobre si podría resultar discriminatorio. No lo ve así Iñigo de Miguel (Pamplona, 1972), investigador del grupo Cátedra de Derecho y Genoma Humano de la UPV/EHU. «Si la forma de adquirirlo responde a unos criterios de equidad razonables para que lo pueda lograr todo el que lo quiera, el pasaporte será justo con las personas vacunadas, que tendrían así cierta libertad de movilidad, y además protegerá a las más vulnerables». El profesor de Ikerbasque explica que «dentro de siete u ocho meses el 70-80% de la población estará vacunada, y en ese momento dudo mucho que se mantenga la tensión social para prevenir el contagio, será casi inevitable que nos relajemos, con lo que se pondrá en riesgo a quien no se haya vacunado. Y habrá quien no lo esté porque no ha querido pero también porque lo tiene contraindicado». Estas personas «no van a poder ir tranquilas a un restaurante o un gimnasio por miedo a contagiarse», algo que garantizaría el pasaporte covid.
De Miguel sí halla discriminatorio el certificado que ya usa Israel, porque lo tramitan solo a las personas vacunadas. «Para que fuera justo, las personas no vacunadas tendrían que tener la posibilidad de acreditar que no están contagiadas, lo que se podría hacer con un test diagnóstico» que, a su juicio, «debería ser barato» para que fuera asequible a todo el mundo. Salvado este escollo, él no encuentra «ningún problema a que mi centro de salud me facilite un código QR, que luego me lo pidan al lugar donde vaya, como si fuera una entrada de cine o concierto, garantizando que no eso contagioso».
Óscar Zurriaga Lloréns | Médico, Vicepresidente SEE
«Convendría que el próximo curso escolar arranque como el actual»
Al final del verano, en otoño, el doctor y profesor de la Universitat de València Óscar Zurriaga (Valencia, 1960) confía en que junto a las hojas de los árboles caiga la virulencia del coronavirus, cuando se haya vacunado «mejor al 80% que al 70% de la población» y «la seroprevalencia (porcentaje de gente con anticuerpos) sea del 70-80».
En ese momento «no habremos eliminado la transmisión del virus, porque una parte de la población estará sin vacunar, no está claro que los vacunados no puedan contagiar y existirá el riesgo de los viajes, que tendrán restricciones ya que no todos los países habrán vacunado y tú puedes estar inmunizado pero importar a la vuelta una nueva variante del virus». Por ello, el vicepresidente de la Sociedad de Epidemiología Española (SEE) prevé entonces una 'normalidad' aún «restrictiva» aunque más laxa que ahora. «Llegará un momento de presión social por eliminar medidas como la mascarilla y la distancia, pero convendría mantenerlas unos meses hasta comprobar que no hay repuntes ni una vuelta atrás». Esta situación incluye a la comunidad educativa. El alumnado estará sin vacunar, por lo que Zurriaga opta por «un comienzo de curso parecido al actual, pero con clases presenciales incluso en las universidades». La evolución epidemiológica y el sentido común marcarán el camino. «Si la situación es buena, será difícil mantener las burbujas» pero ve interesante que resistieran hábitos como una mayor ventilación de las aulas. En general, aboga por que «ojalá se mantengan muchos años» gestos de etiqueta respiratoria como la mascarilla «para no contagiar si estamos acatarrados, como hacían ya en países asiáticos, o toser en el codo». ¿Pero no va a acabar nunca el covid? «Se incorporará dentro de los virus respiratorios, pero probablemente no con la misma gravedad porque habrá vacunas y la gente estará más inmunizada».
Irune Aranguren Barragan | Psicóloga, Máster en duelo
«La cuarta ola será emocional, aflorará mucho sufrimiento»
Si mientras avanza la vacunación se mantienen las medidas restrictivas que frenaron la tercera ola, la cuarta «no será del covid, sino emocional», teme Irune Aranguren, psicóloga zumaiarra nacida en Zestoa. «Este último año ha generado mucho dolor. A menudo pasa que cuando estamos sufriendo somos capaces de aguantar, y cuando paramos sale ese sufrimiento. Y a mucha gente le va a pasar cuando alcancemos la inmunidad de rebaño: le van a brotar problemas que ahora mismo no se está permitiendo».
Lo dice alguien que en su consulta en Zarautz está viendo «muchas patologías como ansiedad, depresión, fobias, trastornos alimenticios...», que son derivadas de la pandemia, el aislamiento, la monotonía, la añoranza o la tristeza que conlleva. Por ello, Irune Aranguren pone el foco «en el ámbito sanitario. Tengo claro que habrá mucho estrés postraumático, porque estos profesionales han vivido con impotencia situaciones tremendas, y muchos sin poder permitirse parar porque debían funcionar. No todo el mundo lo podrá sobrellevar de una manera sostenible y deberá pedir ayuda».
Especialista en duelo, advierte del riesgo que entraña la muerte por covid, a menudo «repentinas, sin opción a despedirse, con mucha incomprensión...», lo que dificulta el duelo. Un aspecto positivo de la inmunidad de grupo es que «volveremos a socializar, algo que ayuda a reparar las heridas. Necesitamos tocarnos, abrazarnos... y lo volveremos a hacer». Otra cosa es «que deba pasar más tiempo para estar sin mascarilla en ciertos lugares o viajar adonde queramos». Ella misma desea relajar algunas medidas en su consulta, donde no puede ser «todo lo cercana» que solía, lo que le lleva a pensar en las teleconsultas médicas: «El teléfono es muy útil, pero para una labor terapéutica muchas veces se queda corto, y hay quien lo sufre».
Pepe Alcamí | Med. interna y microbiólogo
«La consulta presencial volverá y la telemedicina se quedará»
Pepe Alcamí (Valencia, 1957), especialista en Medicina Interna y doctor en Microbiología, no quiere recuperar el mundo que conocimos antes de que saltara por los aires, sino «a uno mejor, porque la pandemia ha dejado al aire nuestras debilidades: no teníamos el mejor sistema sanitario y la ciencia estaba desmantelada». Llegará el día que «nos quitemos la mascarilla y nos abracemos» cuando se alcance la inmunidad social necesaria, que él sitúa «en el 80-85% de la población» dada la amenaza de que nuevas variantes del virus reaviven su expansión, «un peligro» que nos acompañará hasta alcanzar la inmunidad rebaño «a finales de verano-otoño». Entonces, como toda guerra que deja cicatrices y heridas, la sociedad deberá restañar las que deja la covid. «No somos capaces de calcular el impacto en la salud mental y emocional de haber tenido a mayores recluidos en sus habitaciones, la relación afectiva que han perdido los niños, las clases online... Y, además, el impacto económico. Deberá haber un planteamiento como sociedad para sanar lo sucedido».
También la medicina, supeditada a una covid que ha disparado el efecto sindémico, al haberse aplazado o suspendido pruebas diagnósticas, como los cribados de cáncer de mama. «Habrá patologías que se van a pronosticar en estadios más avanzados», advierte Alcamí. En el último año «han descendido los infartos, pero no porque no haya, sino porque no se detectan», algo extensible a hipertensiones, diabetes, bronquitis, obesidad... Ante esto, anticipa «un gran esfuerzo de la atención primaria para recuperar los niveles de salud previos a la pandemia». Para ello, «volverán las consultas presenciales, fundamentales en la relación médico-paciente», pero defiende «virtudes» de la telemedicina, sobre todo en cuestión burocrática, aunque él es partidario de «videollamadas» y no de una consulta por teléfono.
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