Mateo, con su camiseta de la marcha 'Urdinduz' que organiza Gautena este domingo. Iñigo Royo
Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo

«Mateo tiene 4 años, pero no habla»

Cuando a María Allue, de Tolosa, le dijeron que su hijo tenía autismo se llevó «un disgusto». Con el tiempo ha entendido que «aunque cueste asumirlo, él es así y es feliz. Eso es lo que importa»

Macarena Tejada

San Sebastián

Sábado, 1 de abril 2023, 02:00

Mateo Bardi tiene 4 añitos. Cumplirá los 5 el próximo 13 de agosto. «En todo este tiempo, desde que soy madre, nunca nadie me ha ... llamado ama», dice su madre, la tolosarra María Allue. Aunque no lo descubrieron hasta que el 'peque' cumplió los veintiocho meses aproximadamente –unos dos años–, Mateo tiene trastorno del espectro autista (TEA). Entre otras cosas, «no habla. Siempre ha sido un niño muy sano, y el diagnóstico nos sorprendió, pero socializar se le da mal», explica su ama, que cuenta la historia de Mateo, que también es la suya propia, con motivo del Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, que tiene lugar este domingo.

Publicidad

A medida que Mateo iba creciendo y experimentando con diferentes juegos y sensaciones, sus padres empezaron a notar que no respondía a algunos estímulos. «Le llamaba por su nombre y no se giraba. Cuando la gente le hablaba tampoco les dirigía la mirada», como si lo que estaban diciendo no fuera con él. Era la primera vez que María y Costel eran padres –recientemente han tenido otra hija– y sin quererlo comparaban las reacciones de Mateo con las de otros niños de su misma edad. Él «no reaccionaba a los estímulos, y le llevé al pediatra», dice María. El médico le hizo un «test rápido», pero la conclusión que aportó fue «dudosa». Podía tener autismo o no. Por eso, le derivaron al neurólogo y «efectivamente» le dijeron que tenía TEA. La realidad es que «el disgusto inicial fue enorme. No es lo que te imaginas que va a ser tu maternidad. Mi hijo no habla. En cuatro años y medio que tiene a mi nadie me ha llamado ama». Aunque «cueste asumirlo, él es así y es feliz. Eso es lo que importa».

Cuando María y Costel recibieron la noticia, estaban «perdidos. Nuestro hijo sonreía, hacía puzzles... Incluso se sabe los números de memoria. Esa no era la imagen que yo tenía sobre las personas con autismo. No me cuadraba nada», reflexiona María. El pediatra les derivó a la asociación de familiares de personas con Trastornos del Espectro del Autismo (TEA) de Gipuzkoa, Gautena, y poco a poco entendieron lo que le pasaba a Mateo, «que no tiene ninguna alteración genética, pero la socialización se le da mal».

Por ejemplo, perciben estas dificultades en el cole, donde el niño está acompañado todo el día de una profesora de apoyo. «Empezó con 3 añitos y vemos muchas diferencias con sus compañeros de la misma edad. Con él necesitan más tiempo, paciencia, terapia y estimulación». Además, «todavía no aguanta todas las horas que tiene que estar en el cole sentado», por lo que a veces necesita levantarse o hacer alguna actividad algo diferente. Para eso cuenta con un acompañamiento continuo.

Publicidad

Durante estos años, desde que supieron que Mateo tenía autismo, han acudido a terapia a «muchos sitios diferentes». Quieren que su pequeño tenga una buena calidad de vida y que poco a poco vaya respondiendo a los estímulos que se le ponen delante. Hace unos pocos meses que ha tenido una hermanita «y cada vez se acerca más a ella», comenta su madre orgullosa. «Intentamos que esté involucrado con los demás. Aunque él no socialice mucho, es igual que el resto y que se sienta uno más es muy importante».

La semana pasada, por ejemplo, se fue de excursión con sus compañeros del cole. Al principio, tanto María como Costel sintieron «algo de miedo», salir de su zona conocida no es fácil para Mateo. Pero fue. «Y luego todo salió redondo». A fin de cuentas, «no habla, pero entiende todo. Va a la piscina y como a todos los niños, le encanta el móvil», ríe su ama, que admite que «estos últimos meses ha mejorado un montón. Trabajamos también en casa con él. No basta solo con las horas que va a terapia. En el día a a día le involucramos en las tareas como vestirse. Nos ayuda a ponerle la ropa». Es solo un ejemplo de los miles que se dan en el día a día de esta familia tolosarra.

Publicidad

A Mateo «la socialización se le da mal. Sonríe, hace puzzles, pero necesita más tiempo que sus compañeros de cole»

En casa de los Bardi-Allue se celebran todos los avances que logra Mateo, como llevar a sus aitas una cuchara que le han pedido

«La palabra autismo aún duele. Nadie quiere que su hijo lo pase mal, pero cada día duele menos», reflexiona María

Pese al 'shock' inicial, María y Costel han aprendido que «no todo es blanco o negro. Cada uno es como es. Cuesta asumirlo y entenderlo, pero es así». Todavía hay días en los que «Mateo corretea y la gente le mira de forma extraña. Ya no me duele», afirma su madre. Sin embargo, «la palabra autismo aún duele. Nadie quiere ver sufrir a su hijo, pero cada día duele menos».

Según van pasando las semanas, ver los pequeños logros de Mateo es lo mejor que les puede pasar a sus padres. «Me trae una cuchara que le he pedido y lo celebramos mogollón», admite María. Poco a poco, confían en que empiece a decir sus primeras palabras. De momento, entiende todo. Y sabe perfectamente quiénes son su ama y su aita. Solo falta que lo exprese a través de palabras, si bien María sabe perfectamente que estas palabras vuelan. Lo importante son los hechos. Y Mateo les demuestra cada día su amor hacia ellos, a su manera. Al igual que sus padres se desviven por él.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad