El coste de un ingreso hospitalario en Osakidetza se duplica en diez años

Hace diez años, en 2012, el ingreso en un hospital de Osakidetza tenía un coste de 574 euros. Hoy, pasar una noche en un centro de salud público en Euskadi cuesta casi el doble, 1.118 euros. Y si el paciente está en una unidad especial, como la de cuidados intensivos, la factura se eleva hasta los 1.786 euros por noche, un aumento del 10% respecto a 2012. En la última década los costes fijados por el Departamento Vasco de Salud para los servicios médicos no han hecho sino subir y, aunque en la mayoría de casos este aumento no ha sido tan significativo como en el de los ingresos hospitalarios, otros servicios básicos también se han encarecido. El coste fijado para la visita al médico de familia o pediatra, por ejemplo, ha subido cerca de un 50%, desde los 38 euros por consulta en 2012 hasta los 60 euros de 2022.

En 2019 –los últimos datos anuales del Instituto Vasco de Estadística (Eustat)– se atendieron 11,5 millones consultas médicas en la atención primaria del sistema sanitario público vasco. Esta cifra, a priori, no dice mucho. Pero la perspectiva cambia cuando esa cantidad de consultas se multiplica por 60 euros, que es el coste fijado por el sistema sanitario para una visita al facultativo de familia o pediatra. El resultado: una factura total de 690 millones de euros para el sistema sanitario vasco.

Así lo estipula el listado de tarifas para la facturación de todos y cada uno de los actos sanitarios y quirúrgicos –hay más de un millar– de Osakidetza. Esta relación se actualiza cada año y sirve para cobrar a los enfermos obligados a pagar en la Sanidad pública, como son los pertenecientes a algunos colectivos profesionales al margen del Servicio Vasco de Salud, las aseguradoras que cubren los accidentes de tráfico o deportivos, así como las mutuas, obligadas a sufragar la asistencia por dolencias profesionales y accidentes de trabajo, según explican desde el Departamento vasco de Salud.

Un catarro, un dolor gastrointestinal, un esguince... Cualquier síntoma puede ser un motivo para realizar un acto tan común como acudir al médico de familia para pedir un diagnóstico. Y aunque la gratuidad de la sanidad se conciba como algo ineludible y esté absolutamente normalizada, todo tiene un precio, que, por otra parte, no conviene olvidar para valorar uno de los derechos conquistados más importantes. En el caso de la sanidad vasca, los avances tecnológicos y unos facultativos cada vez más especializados hacen que el coste de la atención aumente cada año.

El listado de precios de los actos sanitarios del Servicio Vasco de Salud es tan amplio que oscila entre los 12 euros que cuesta una inyección en un centro de salud a los 120.000 de un trasplante de médula ósea o los, al menos, 150.000 euros que cuesta sacar adelante a un neonato.

Una consulta médica telefónica, una modalidad utilizada por muchos en tiempos de pandemia, tiene un coste de 30 euros. En 2012, este servicio ni siquiera se encontraba en la tabla de precios y, cuando apareció, en 2014, costaba 12 euros.

El Centro de Coordinación de Emergencias de Euskadi, SOS Deiak, atendió en 2021, tal y como recoge la Memoria de Emergencias del Gobierno Vasco, 719.029 llamadas y gestionó 218.003 incidentes, el 22% relacionados con las urgencias médicas. Es habitual cruzarse por la calle con una ambulancia con las sirenas encendidas. Tal y como detalla Osakidetza, cada incidente que requirió de un servicio de atención y/o traslado en una ambulancia medicalizada (hasta 100km) tuvo un coste para las arcas públicas de 906 euros.

Otro medio de transporte no tan común, pero sí reconocido, es el helicóptero medicalizado de Osakidetza. La última vez que el Departamento de Salud tuvo que echar mano del helicóptero 'HEMS' fue en el rescate de un ciclista accidentado el pasado septiembre en el monte San Román (Álava). Si Euskadi no tuviera una sanidad pública y gratuita, al hombre rescatado se le hubiera pasado una cuenta de nada menos que 7.500 euros.

Entre las operaciones quirúrgicas más comunes en los centros hospitalarios vascos, los procedimientos oculares, las sustituciones de articulaciones (rodilla, cadera, hernia...) y servicios cardiovasculares están a la cabeza de la lista, según datos del Instituto Vasco de Estadística, Eustat. Una cirugía de catarata, por ejemplo, oscila entre los 4.000 y 18.000 euros, según la gravedad de cada caso. En cambio, cuando el procedimiento es sobre la órbita y no sobre el cristalino, como es en el caso de la catarata, la factura puede ascender hasta los 25.000 euros.

A las cirugías oculares le siguen en la lista las que tienen que ver con la sustitución de cadera, rodilla y hernia. En los casos más graves, su coste puede ascender a los 23.658, 25.708 y 26.907 euros respectivamente.

La cirugía cardiaca cierra esta lista de operaciones más habituales en los centros de salud de Osakidetza. Servicios como los de la cirugía sobre la válvula cardíaca varían entre los 24.450 y 61.212 euros; la cirugía de bypass de la arteria coronaria tiene un coste de entre 15.788 y 47.392 euros y la instalación de un marcapasos puede ascender hasta los 28.274 euros, tal y como establece el libro de facturas de Osakidetza.

Detrás de esta batería de cirugías, la gestación y el alumbramiento de un bebé es otro de los servicios médicos más habituales. También de los más costosos. Porque a la sanidad pública le podemos costar dinero antes incluso de llegar a este mundo. En términos de gestación, un tratamiento de inseminación artificial, por ejemplo, asciende a los 1.651 euros, aunque, si se precisa de un lavado seminal, habría que añadir 683 euros.

Con la gestación, la factura por traer vida al mundo no ha hecho más que empezar. Pruebas que se practican durante el embarazo como la amniocentesis o la prueba prenatal para descartar la presencia de ciertos defectos cromosómicos y genéticos pueden llegar a los 376 euros. Eso sí, si todo va bien la factura del parto puede quedarse entre los 1.807 y 10.738 euros. Pero si se produce cualquier contratiempo, la cuenta final del alumbramiento puede ser astronómica. En caso de que se necesite de una cesárea, habría que añadirle a la factura entre 3.096 y 16.901 euros. Pero si el bebé es prematuro la complicación en el centro hospitalario se acentúa.

Así, un neonato que requiera de una oxigenación membrana extracorpórea puede costarle a Osakidetza cerca de 160.000 euros y, dependiendo de los cuidados que necesite, esa cifra puede ascender hasta los 210.000 euros. En ese millar de operaciones que recoge el Libro de Tarifas de Osakidetza nada es más caro que sacar adelante a un neonato. Se le acercan los 126.751 euros del coste de un trasplante cardiaco o pulmonar o los 126.426 euros del implante de un desfibrilador cardiaco.

Ya sea para realizar una consulta telefónica por un cuadro leve de fiebre o la necesidad de un transplante cardiaco, el coste para cada ciudadano es el mismo. Ninguno. La sanidad pública vasca es igual para todos: ricos o pobres. Es un contrato que firma toda la sociedad, en concepto de colaboración a través de impuestos, para avanzar en términos de cohesión social e igualdad. La sanidad pública no es gratis. Ni mucho menos barata. Pero nadie paga por ella y, a la vez, lo hacemos todos.

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