El comité de ética del Hospital Donostia aborda una decena de casos conflictivos cada año
El grupo está formado por 17 miembros, desde médicos a abogados o filósofos, que tratan asuntos relacionados sobre todo con la etapa inicial y final de la vida
Son todos los que están, pero no están todos los que son. María Belar, Eduardo Tejera, ItxasoMartí, Mila Garikano, Naiara Irastorza yUxue Errasti son seis ... de los 17 miembros que conforman el comité de ética asistencial del HospitalUniversitario Donostia, el órgano encargado de ayudar en la resolución de problemas éticos que puedan surgir durante la relación clínico-asistencial. Son los encargados de que los aspectos humanos y sanitarios conjuguen a la perfección sin que unos prevalezcan por encima de los otros. Es el único de este tipo de ámbito hospitalario que existe en Gipuzkoa, por lo que aborda situaciones que se pueden dar en cualquiera de los centros del territorio. DV acompaña a estos profesionales en una de sus últimas reuniones para analizar su labor y los casos que analizan, una decena al año de decisiones médicas con una gran carga ética que atañen a los guipuzcoanos.
El comité de ética asistencial se creó en 1994, y fue acreditado en 1997. Un órgano deliberativo al servicio de los profesionales y usuarios de la salud formado por casi una veintena de miembros que provienen de diversos ámbitos. «Somos un equipo multidisciplinar precisamente para tener distintas perspectivas a la hora de tratar los problemas éticos», explica Garikano, médico de familia jubilada hace un año y con 15 a sus espaldas formando parte de este equipo. «Porque si todos fuéramos médicos no sé si estaría viciado, pero solo tendríamos el punto de vista de un médico», añade su presidenta, la neuropediatra Martí, que ostenta el cargo desde hace unos pocos meses.
Así que el órgano no solo lo forman profesionales sanitarios, que los hay de ginecología, radiología o medicina interna entre otros, sino que también cuenta con miembros como un abogado o una filósofa. «Se prefiere que haya una persona que no tenga ninguna relación con la sanidad ni con la ética para dar el punto de vista del paciente. Porque cuando hay un problema es muy distinta la visión del profesional que la del paciente», agrega Tejera, el miembro más veterano del grupo con más de 20 años como integrante del mismo.
«Nuestra función es asesorar en los conflictos éticos que pueden tener tanto los sanitarios como los pacientes»
Itxaso Martí
Presidenta del Comité
El comité se reúne una vez al mespara tratar los temas que tiene sobre la mesa, aunque también se dedica a la formación, «muy necesaria», reconocen. Pero hay ocasiones en la que organizan reuniones extraordinarias cuando les llega la consulta de algún profesional en la que «hay una urgencia porque hay que tomar una decisión en ese momento». Garikano, que también es la secretaria del organismo, insiste en que cada caso «es individual y distinto, no se puede generalizar», por lo que es preciso analizar todos los condicionantes y valores en conflictos para dar una serie de orientaciones y plantear posibles soluciones.
«Nuestra función es asesorar en los conflictos éticos que pueden tener tanto los profesionales sanitarios como los usuarios», expone la presidenta. Aunque el número de consultas de los primeros es mayor, «también recibimos de pacientes que sienten que hay un problema en relación con los médicos, de que no se está respetando su voluntad o que no están siendo tratados adecuadamente en algún aspecto importante».
Al año analizan de media «entre 8 y 10 casos», una cifra escasa, coinciden todos los miembros del grupo.«No creemos que sea porque la gente no se plantee conflictos éticos, sino quizá porque no ha reflexionado sobre ellos. Nos gustaría que se consultara más al comité, eso reflejaría que los profesionales le dan importancia a los asuntos éticos en la relación sanitaria», admite la presidenta. Su informe final es orientativo, nunca vinculante. «No se obliga a nadie a hacer lo que dice el comité, simplemente se le orienta en qué es lo que parece más prudente y más razonable dentro del ámbito de la situación que se presenta», indica Tejera.
«Resulta bastante increíble poner en riesgo tu vida por alguna creencia, pero si es un valor asentado hay que aceptarlo»
Eduardo Tejera
Radiólogo
El principio y final de vida «son los que más conflicto crean desde el punto de vista ético» porque son también dos épocas donde los límites están menos definidos. Por ejemplo, en el terreno de los embarazos «hubo una época en la que era muy frecuente recibir casos de anomalías cromosómicas detectadas durante la gestación, si se podía abortar o no... Ahora ya no se dan tanto este tipo de cuestiones.La sociedad también va aprendiendo y admitiendo ciertas cosas», constata Tejera.
Culturas y religiones
Los últimos años son otro de los momentos críticos donde puede aflorar algún tipo de conflicto entre los aspectos humanos y sanitarios. «Hay gente que está a favor de la eutanasia, otros que no lo consideran, otros que tienen una visión no clara ante la muerte...», enumera la presidenta del comité. Una situación habitual suele ser la de una persona con una demencia avanzada y sus voluntades anticipadas, sobre todo cuando el representante de ese paciente no está de acuerdo con lo que ha dejado por escrito en ese texto. «Muchas veces hay dudas sobre la validez de representación de una persona con respecto a un paciente que no es capaz de expresarse por sí mismo. El representante tiene que ir a favor de lo que ha puesto en las voluntades anticipadas, pero a veces no es un representante como tal sino que está actuando por sustitución porque es el familiar más cercano, entonces ahí las decisiones se toman de otra manera», explica Martí.
En otras ocasiones, las diferencias culturales o las creencias tienen su peso e influyen en la práctica médica. Ocurre por ejemplo en el caso de los testigos de Jehová y las transfusiones de sangre. «En el ámbito de la religión es lo que más llega a este comité», apunta Garikano. Los valores religiosos, incide, «suelen ser muy preciados» para estos pacientes, por eso «tienen que estar incluidos dentro de las decisiones que se toman» en la consulta.
Aunque cada caso es diferente, «uno de los aspectos que trata de saber el comité es hasta qué punto esa persona está tomando una decisión suya propia o está condicionado u obligado por alguien. Es importante asegurarse de que es autónomo en su decisión y que está defendiendo unos valores que son congruentes además con su manera de actuar en la vida».
«En el ámbito de la religión, los testigos de Jehová y las transfusiones de sangre son los casos que más nos llegan»
Mila Garikano
Médico de familia
Porque, añade la presidenta, un paciente «puede rechazar un tratamiento. A nadie se le puede obligar a hacer algo que no quiere, pero hay que asegurarse de que es autónomo de verdad y que tiene la capacidad de poder decidirlo». Incluso si esa decisión entra en conflicto con los propios valores de alguno de los 17 miembros que conforman este variado grupo.«A algunos nos resulta bastante increíble que una persona ponga en riesgo su vida por ser testigo de Jehová. Pero si es un valor que está asentado y que lo defiende como tal, hay que aceptarlo», sostiene Tejera.
En eso consiste la labor que realizan, coinciden todos, en «ser capaces de ver el punto de vista del otro, por qué la otra persona actúa de esa manera... Desgranar y aprender a desgranar qué valores son importantes para que esa decisión se haga, intentando no dañar la dignidad de la persona y respetándola». Como todo en la vida, en el equilibrio está la virtud. «En el método deliberativo se detectan enseguida cuáles son los cursos de acción extremos, es decir, aquellos que son tan extremos porque son tan contrarios a cada una de las partes para que esos no sean uno de los cursos de acción que se propone y buscar algo que sea válido o intermedio para los dos lados», asegura la presidenta del comité.
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