Los casos de melanoma se disparan y dejan cada año cerca de 300 nuevos afectados en Gipuzkoa

El tumor se origina cuando los melanocitos (las células que dan a la piel su color bronceado o marrón) comienzan a crecer fuera de control. Las células de casi cualquier parte del cuerpo pueden convertirse en cáncer y extenderse a otras áreas del cuerpo. En los hombres, su aparición es más frecuente en la zona del tronco (pecho y espalda), mientras que en las mujeres su localización más habitual es en las piernas. En raras ocasiones puede aparecer en el interior del cuerpo, como en la nariz o la garganta.

Con la llegada del verano y los meses de mayor exposición a los rayos ultravioleta de la luz solar comienza la época del año más propensa para la aparición de melanomas., cuya incidencia «se ha duplicado» en las últimas décadas. «Se dobla cada 10-20 años», asegura Nerea Ormaetxea, jefa del servicio de Dermatología del Hospital Donostia, quien enumera una serie de razones que explican esta tendencia alcista. «Se puede deber al aumento de la exposición solar, a que cada vez hacemos más actividades al aire libre, cambios en el modo de vestir, que deja la piel más expuesta, al aumento de la longevidad, y a la destrucción de la capa de ozono», explica la profesional de Osakidetza.

Solo el año pasado, los casos de este tipo de cáncer de piel crecieron un 5,6% en el territorio, hasta dejar 300 nuevos afectados, 17 más que en 2022. Más de la mitad (165) eran mujeres, mientras que el resto (135) eran hombres. Esta tónica creciente no es exclusiva de Gipuzkoa. La incidencia enEuskadi del melanoma también sube año tras año. En 2023 Osakidetza detectó esta enfermedad en 739 personas, lo que supone un aumento de casi el 17% respecto al ejercicio precedente.

El riesgo de padecer cáncer de piel es mayor en algunas personas. Aquellas que tienen muchos lunares y una piel muy clara son más sensibles, así como las que tienen antecedentes en familiares de primer grado con este tipo de tumores. «El melanoma de extensión superficial es el tipo más frecuente en personas de piel clara y se diagnostica con más frecuencia entre los 40 y 60 años.La edad media de diagnóstico es inferior a la de otros tumores, 52 años, y su incidencia aumenta con la edad, sobre todo entre los hombres», explica Ormaetxea.

El melanoma es un tipo de cáncer que se cura en la mayoría de los casos (cerca del 98%), y el tratamiento más común es la cirugía, en la que se extirpa el tumor y el tejido de alrededor. Sin embargo, según diversas fuentes aquellos que desarrollan metástasis resultan muy agresivos, y la supervivencia al mismo a los cinco años es tan solo del 15% al 20%. «Es el causante de tres de cada cuatro muertes por cáncer de piel, pero la mortalidad no ha aumentado a la misma velocidad que el número de casos», matiza la dermatóloga. Esto se debe a que «cada vez se diagnostican melanomas en fases más iniciales y, por lo tanto, potencialmente curables».

Actualmente se están investigando varios tipos de vacunas contra el melanoma, todas ellas basadas en la capacidad que tienen las células para reconocer los antígenos de superficie. Las más avanzadas se basan en la tecnología del ARN mensajero que han diseñado de manera conjunta las compañías farmacéuticas Merck y Moderna, y que funciona de manera similar a los antídotos fabricados contra el coronavirus. «Esta vacuna ha demostrado aumentar la capacidad del sistema inmune para detectar y combatir las células cancerosas, y podría ser una nueva forma de movilizar al sistema inmune para combatir el melanoma avanzado», celebra la facultativa.

Los estudios realizados con 157 afectados han demostrado que combinada con un quimioterapéutico conocido (pembrolizumab) redujo el riesgo de que reapareciera la enfermedad a los 18 meses en un 44%. A los tres años de seguimiento, la posibilidad de recurrencia o muerte se eleva ya al 49% y el riesgo de metástasis cae en un 62%. «Los resultados son prometedores pero es necesario ser prudentes. Esperamos que estas vacunas nos permitan arrojar esperanza para las personas con melanoma metastásico», sostiene cautelosa Ormaetxea.

La vacuna se administra por vía intramuscular, aunque no basta con un solo pinchazo. Requiere nueve inyecciones, que se dan cada tres semanas. Al tratamiento se suma el tiempo necesario para la fabricación de la vacuna específica para cada paciente, entre seis y ocho semanas. Los oncólogos creen que el preparado se utilizará, en principio, para evitar recaídas y, con el tiempo, se ampliará al tratamiento de la enfermedad metastásica.