Solo uno de cada diez vascos utiliza la app Radar Covid, insuficiente para frenar el virus
Únicamente Cataluña usa menos la herramienta telefónica del Gobierno, que no alcanza las cifras mínimas necesarias para que resulte efectiva
Algo falla cuando un invento se presume tan bueno -y aseguran que también necesario- pero muy poca gente lo utiliza. Porque en este caso el ... impedimento no es su precio, ya que es gratuito. Y de manejo aparentemente sencillo. Y de rabiosa actualidad, porque es una herramienta para tratar de evitar la expansión del coronavirus. Sin embargo, la aplicación telefónica Radar Covid que permite rastrear de manera inmediata los contactos de las personas contagiadas para notificarles este hecho y adoptar así las precauciones pertinentes para evitar la propagación del virus, está lejos de hacerse viral. Apenas ha calado.
Urko Zurutuza, profesor de Mondragon Unibertsitatea y especialista en análisis de datos y ciberseguridad, considera que es «buena» esta herramienta impulsada por el Gobierno central. Pero por el momento es una arma de fogueo para combatir la pandemia. Para convertirse en dinamita precisaría, en palabras de este ingeniero informático donostiarra, que «al menos el 50% o el 60% de la población la utilizara». Y en el conjunto del Estado su uso apenas alcanza el 14,4%, cuatro puntos más que en Euskadi.
«Radar Covid garantiza la privacidad; no se puede identificar ni al positivo ni sus contactos»
Urko Zurutuza | Mondragon Unib.
Por Bluetooth. Radar Covid se basa en una herramienta que Google y Apple desarrollaron en mayo respondiendo a la necesidad generada por la pandemia, y que permite a dos terminales un «intercambio» de información y claves «a través de la conexión Bluetooth», explica Zurutuza. Lógicamente, cada usuario se ha debido descargar previamente la aplicación. Básicamente permite detectar a las personas que han permanecido durante al menos 15 minutos a metro y medio de distancia durante las dos semanas previas. De este modo, si un individuo se contagia, se podría rastrear de manera automática la trazabilidad de sus posibles contactos más recientes.
Respeto a la privacidad. Desde su origen, las innumerables aplicaciones de este tipo surgidas durante la pandemia han suscitado cierto recelo al quedar cuestionado el derecho a la privacidad de las personas. El propio Urko Zurutuza formó parte del centenar de académicos que en septiembre firmaron un manifiesto solicitando transparencia e información sobre la Radar Covid. Pedían que tanto el código puente como la documentación sobre ella estuvieran disponibles en abierto, algo que finalmente se dio. Analizada con detalle, Zurutuza considera que la aplicación «es segura». Es decir, garantiza el anonimato del usuario y, por tanto, también protege la identidad de las personas con las que ha podido contactar, dado que no registra ningún dato personal de quienes se la han descargado: ni nombre, ni edad, ni correo electrónico, ni siquiera el número de teléfono ni mucho menos la localización, debido a que se basa en la conexión Bluetooth y no en la tecnología GPS ni en el sistema de triangulación de las tres antenas a las que se haya conectado la señal del smartphone. En opinión de Zurutuza, su desarrollo «un tanto tardío» (mediados de junio) le permitió «salvar» el escollo de la geolocalización que condenó a las primeras aplicaciones. «Tampoco se almacenan los datos históricos en ningún servidor», apunta este experto que la semana pasada abordó esta cuestión en una charla organizada por ZarautzON.
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Voluntad y compromiso. Para que la app funcione, no basta con descargarla en el móvil desde Google Play o App Store. Se requiere también la participación del usuario ante un hipotético contagio. En caso de dar positivo en una PCR, el médico del Servicio de Salud -en Euskadi, Osakidetza- facilitará al paciente, siempre que disponga de esta app, un código alfanumérico de doce dígitos que el contagiado deberá introducir en la aplicación, de forma que se active autonómica el mecanismo de rastreo durante las 48 horas anteriores. En ese momento, «el servidor de Osakidetza comprobará que el código que has introducido en tu aplicación es válido y a continuación enviará una alerta a esos teléfonos con los que has estado durante 15 minutos a menos de dos metros en las 48 horas anteriores», explica Urko Zurutuza, que, insiste, «no se conocerá la identidad ni del contagiado ni sus contactos».
«Los estudios señalan que para que sea eficaz la debería usar el 60% de la población, y estamos en un insuficiente 14,4%»
Urko Zurutuza | Mondragon Unib.
Contrato opaco y caro. Radar Covid ha estado en el punto de mira de las críticas desde su embrión, y no solo porque se haya podido ver como un instrumento instaurado desde el Gobierno central. También por la forma con la que «a mediados de junio» se encargó su desarrollo a la empresa Indra Sistemas bajo un contrato de 330.000 euros. En julio ya estaba siendo testada en La Gomera, lo que da pie a sospechar que «estaría bastante hablado antes, porque en dos semanas ya estaba en Google Play», opina Zurutuza. El responsable de Ciberseguridad en Mondragon Unibertsitatea recuerda que «el 16 de noviembre se publicó en el BOE la ampliación del contrato hasta 2022 por una suma de 1.740.000 euros, una cifra muy importante».
El dato
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14,4% de la población estatal emplea la app de rastreo Radar Covid, cuando los estudios sitúan entre el 50 y el 60% la utilización mínima para que sea eficaz.
Poco conocida. Radar Covid pretende ser una herramienta complementaria a la labor de la red humana de rastreadores. La experiencia piloto en La Gomera, según el Gobierno, fue un éxito, dado que la app detectó una media de 6,4 contactos estrechos por cada positivo, cuando el rastreo manual se quedaba en 3,5. Zurutuza conviene en que sería eficaz «si la empleara ese 60% de la población que sería necesario según estudios que se han hecho». Pero el reciente informe publicado por Smartme Analytics cifra su uso en un 14,4% en todo el Estado. Las comunidades más activas son Aragón y Canarias (22,9%), lo que Zurutuza atribuye «posiblemente a que se implantó en Aragón cuando la segunda ola de la pandemia le estaba golpeando fuerte. Y Canarias fue donde se probó primero». Les siguen Castilla y León (19,3%) y Andalucía (16,7%). En el lado opuesto se sitúan Cataluña (8,1%), Euskadi (10,3%) y Madrid (12,8%). Quienes menos la usan son los jóvenes de 18 a 24 años (8,7%), frente al 19,6% entre los de 45 a 54 años y el 19,3% en la franja de 35 a 44. Entre los mayores de 55, la usa el 14,9%.
Son cifras «insuficientes» para que la app sea eficaz, resuelve Zurutuza, que entiende que «la comunicación no ha sido la mejor» para que sea más conocida. Tampoco ayuda que varias comunidades ya desarrollaron las suyas -en Euskadi, Covid-19.Eus durante el confinamiento- y que su implantación ha sido muy escalonada según las comunidades iban adaptando sus servidores a la Radar Covid.
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