Una joven con las manos metidas en los bolsillos del pantalón.

Qué significa pasear con las manos en los bolsillos, según la psicología

Este hábito aparantemente insignificante puede decir mucho del estado emocional, la personalidad e incluso la actitud de una persona

J.M.

Lunes, 18 de agosto 2025, 12:00

Caminar con las manos en los bolsillos es un gesto que muchos realizan de forma automática, sin prestar demasiada atención. Sin embargo, según la psicología y los expertos en comunicación no verbal, este acto aparentemente insignificante puede decir mucho sobre el estado emocional, la personalidad e incluso la actitud que una persona adopta frente a los demás. Lejos de ser un simple hábito, meter las manos en los bolsillos al caminar transmite señales que, si se interpretan correctamente, pueden ayudar a comprender mejor las emociones y pensamientos de quien lo realiza.

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Los especialistas destacan que nuestras manos son una de las herramientas más expresivas del lenguaje corporal. Acompañan nuestras palabras, subrayan nuestras emociones y, muchas veces, comunican lo que no decimos verbalmente. Por eso, esconderlas —como ocurre al ponerlas en los bolsillos— puede generar distintas interpretaciones dependiendo del contexto. En un paseo tranquilo, este gesto puede denotar relajación o comodidad. Pero en un entorno social o profesional, podría percibirse como señal de inseguridad, reserva o incluso desinterés.

La dualidad de este gesto lo vuelve particularmente interesante. No tiene un único significado universal, sino que varía según el momento, el entorno y la personalidad del individuo. Algunos psicólogos lo asocian con introspección, como si quien lo realiza estuviera concentrado en sus propios pensamientos. En otras ocasiones, puede actuar como un mecanismo de autoprotección frente al estrés o la incomodidad, especialmente en situaciones en las que la persona se siente expuesta o fuera de lugar.

Interpretar este tipo de señales puede ser muy útil en la vida diaria, tanto en lo personal como en lo profesional. Detectar, por ejemplo, que alguien se mete las manos en los bolsillos no por aburrimiento, sino porque se siente cómodo, puede evitar malentendidos. Del mismo modo, notar un gesto de tensión, como un puño cerrado o los dedos entrelazados, puede alertar sobre un malestar emocional, permitiendo ajustar nuestra actitud o nuestras palabras para generar un clima más amable y empático.

Aunque muchas veces estos movimientos son inconscientes, influyen notablemente en la percepción que los demás tienen de nosotros. Mostrar las palmas de las manos, por ejemplo, suele asociarse con sinceridad y apertura, mientras que ocultarlas puede generar una impresión de distancia o desconfianza. En palabras de la especialista María del Olmo, «mover las manos al hablar no debe percibirse como una debilidad; al contrario, este movimiento permite reforzar un mensaje y hacerlo más claro».

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Por eso, la psicología invita a observar con mayor atención y sin prejuicios. Caminar con las manos en los bolsillos bajo la lluvia no envía el mismo mensaje que hacerlo durante una conversación seria o una reunión laboral. La clave está en interpretar cada gesto en su contexto, considerando el tono de voz, la postura general, la mirada y la situación.

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