Un nutricionista explica la otra cara de la fruta bonita: «Está cargada de tóxicos»

El nutricionista Miodrag Borges ha lanzado una contundente advertencia sobre los productos químicos que contienen las frutas que compramos habitualmente. «Estás comprando fruta cargada de tóxicos, no lo sabes, pero la culpa es tuya porque se indica claramente», ha afirmado en sus redes sociales.

El experto en alimentación ha explicado que cítricos como mandarinas, naranjas y limones suelen estar recubiertos con aditivos como el E903, una cera que puede ser natural o sintética, destinada a darles brillo y conservar su apariencia. Además, contienen E202 (sorbato potásico), un conservante antimoo ampliamente utilizado en la industria alimentaria, así como fungicidas como el Lamacil y el Primetanil, que evitan el crecimiento de moho después de la recolección.

Para el nutricionista «lo peo es que todos estos compuestos se añaden después de recolectar la fruta». Sin embargo, Miodrag Borges aclaró que el uso de estos químicos es completamente legal.

Organismos como la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) recomiendan lavar bien la fruta y también las manos después de manipularla. «Por precaución, eso sí. Y tristemente, más de uno utiliza la ralladura de estos cítricos para cocinar», lamentó Borges.

El problema no se limita a Mercadona, según el experto. «Si buscas frutas y verduras bonitas, homogéneas y duraderas, esto es lo que hay», añadió. Supermercados como Carrefour, Lidl y Aldi también comercializan frutas tratadas con químicos como pirimetanil, imazalil, fosetilaluminio u ortofenifenol, además de diversas ceras.

Aunque la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria avala su uso, Borges recordó que «en algunas de sus resoluciones se puede leer que no se disponía de datos ni de información que demostraran que los residuos de pirimetanil no tendrían efectos nocivos inmediatos o retardados sobre la salud humana».

El nutricionista destacó que existen estudios que relacionan algunos de estos compuestos con posibles efectos negativos en niveles hormonales, regeneración neuronal, enfermedad de Alzheimer, alteración del metabolismo o impacto en el ARN, aunque la mayoría de estas investigaciones se han realizado en animales.

Por último, Borges advirtió que la seguridad de estos químicos podría cambiar con el tiempo. «Lo que es seguro hoy, en el futuro quizá no lo sea. El clorpirifos se utilizó durante décadas y se prohibió hace unos años. Y el límite máximo de uso del bifenola se redujo recientemente en 20.000 veces su dosis. Una locura».

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