«Es necesario revisar los protocolos de violencia machista porque están dando una respuesta disgregada»
Miren elgarresta | directora de emakunde ·
«Las instituciones tenemos que ser más eficientes en la atención, prevención y reparación de las víctimas», aseguraTras dos legislaturas al frente de la dirección de Igualdad de la Diputación de Gipuzkoa, Miren Elgarresta (Zumarraga, 1965) es desde comienzos de este ... mes la nueva directora del Instituto Vasco de la Mujer, Emakunde, sustituyendo a Izaskun Landaida, que llevaba una década en el cargo. Veterinaria de formación y con una destacada implicación en temas de igualdad durante los últimos años, Elgarresta inicia «una nueva etapa» para «impulsar los nuevos retos que la ley nos va a obligar a llevar adelante», tal y como aseguró el pasado día 4 la consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal.
– No se cumple ni un mes de su nombramiento. ¿Cómo asume este nuevo cargo?
– Es un cambio, pero doy continuidad al trabajo que he llevado realizando en Gipuzkoa estos últimos años. Y en ese sentido me siento muy tranquila y muy ilusionada. Se me abre un nuevo camino, una posibilidad para crecer más en lo que puedo aportar a las políticas de igualdad, y en eso estoy muy agradecida por este nombramiento. Al mismo tiempo siento un profundo respeto aceptando un importante reto para Euskadi y por las personas que han estado en este instituto desde su creación.
– ¿Cuáles son esos retos a los que se enfrenta ahora?
– Se abre una nueva era en términos de impulso de políticas de igualdad, que comienzan en el momento en que se modifica la ley vasca de igualdad el pasado mes de marzo. Es una ley que todavía hace más evidente el vínculo entre las desigualdades que hay en nuestra sociedad y la violencia machista contra las mujeres. Ahí sí que nos obliga a hacer una revisión importante sobre todos los protocolos que hemos ido construyendo para afrontar y atender a los casos de violencia machista en Euskadi. En este sentido, estamos en un momento en el que ya empezamos a trabajar, y estamos ya prácticamente en una fase final de lo que será próximamente el tercer acuerdo interinstitucional para la mejora en la atención a mujeres víctimas de maltrato.
«Tenemos que ganar en eficiencia y no generar tiempos muertos con las víctimas»
– ¿Qué objetivos va a tener ese acuerdo?
– Que esa coordinación sea mucho más estrecha, que podamos, cuando menos, minimizar las victimizaciones secundarias, y que seamos las instituciones mucho más eficientes en lo que son los servicios de atención y las dinámicas de prevención y de reparación de las mujeres víctimas de violencia machista.
– ¿Esa revisión a los protocolos a los que alude es necesaria porque están fallando los que tenemos?
– No. El recorrido en cuanto a atención a mujeres víctimas de violencia de género ya es largo. Euskadi ha construido una arquitectura de servicios entre los distintos departamentos y están dando respuesta pero de una manera disgregada. Es necesario hacer una revisión de todos ellos para buscar los puntos comunes y generar enlaces para ganar en eficiencia, para no generar tiempos muertos en lo que es la atención a mujeres víctimas de violencia. Cuando hablo de minimizar las victimizaciones secundarias me refiero a esas mujeres que tienen que relatar constantemente, ante los diferentes departamentos, la vivencia de violencia vivida. Buscamos de alguna manera generar esa estructura coherente que haga más eficientes los protocolos existentes.
– Precisamente hace poco los jueces vascos alertaban de fallos en las pulseras que controlan a maltratadores. ¿Es ese uno de los protocolos a revisar?
– No creo que aluda a los protocolos. Más bien estamos hablando de fallos técnicos de los propios dispositivos.
– ¿Cómo se entiende que en Euskadi los padres investigados por maltrato sigan recibiendo la visita de sus hijos a pesar de que la última modificación legal lo prohíba?
– Los padres maltratadores no pueden ser buenos padres. Y eso es una máxima que la propia sociedad lo entiende perfectamente. Pero estamos hablando del ámbito de la justicia y es la justicia la que sentencia sobre quién es un padre maltratador. El problema se encuentra en aquellos hombres que están en un proceso judicial pero, por supuesto, en los casos de hombres maltratadores difícilmente pueden ser buenos padres.
– ¿En qué punto nos encontramos en materia de igualdad?
– Los avances son evidentes pero los retos que tenemos, también. Que tenemos mucho por hacer es algo que empieza a ser una constante en nuestras intervenciones. Un campo estratégico importante en el que se evidencian grandes desigualdades es el ámbito de la economía y los proyectos de las personas para desarrollar una vida profesional y familiar. En eso todavía tenemos muchísimo por hacer. En la cuestión de los cuidados a hijas e hijos, y también a mayores, el rol de los cuidados está todavía muy presente en las mujeres y ahí tenemos un campo abierto para trabajar en la corresponsabilidad de los hombres. También la brecha salarial, que en gran medida es el resultado de una segregación en nuestra sociedad en términos de orientaciones profesionales. Hay una división sexual en el trabajo en el que no se consiguen eliminar esos obstáculos que están muy ligados a los roles y los estereotipos que tenemos en nuestra cultura social. La disminución de esas brechas son también la clave en el camino para eliminar la violencia contra las mujeres.
«La disminución de la brecha salarial y el reparto de tareas es clave para eliminar la violencia machista»
– ¿Si tenemos tan claros los puntos de intervención, por qué cuesta tanto modificarlos?
– Tenemos leyes, pero por sí mismas no generan automatismos en lo que son las conductas sociales. Hoy por hoy existen en Europa herramientas de medición de los niveles de igualdad de los estados miembros y, por poner un ejemplo, Euskadi se encuentra muy a la cabeza de los países más avanzados, excepto en la representación de las mujeres en el ámbito económico. Esto nos está orientando ya cuáles son los espacios estratégicos a los que sí o sí les tenemos que dar respuesta.
– ¿...?
– A medida que avanzamos en la puesta en marcha de más políticas, el indicador, aunque nos sorprenda mucho, constata que aumenta el número de casos de violencia machista. No es que aumente, sino que es mayor el número de denuncias. Es decir, son más las mujeres que denuncian porque aumenta su cota de confianza hacia los diferentes servicios que están en marcha y que pueden dar respuesta a su situación. Y lo que antes se mantenía en el espacio privado, hoy es una cuestión pública.
– ¿Cómo ha vivido los episodios de sumisión química de este pasado verano?
– Con mucha inquietud. Pero creo que las instituciones, de una manera bien coordinada, antes del inicio del periodo vacaciones supimos dar una respuesta a la existencia de estos casos, que era muy probable que se dieran en todos los ámbitos festivos de nuestro territorio. En Euskadi, prácticamente en todos los casos de pinchazos no ha habido sustancias que generasen una sumisión química. Esto no significa que no exista una intencionalidad de agresión directa sobre esas mujeres, pero sí que se interpreta como una medida de control. Existe un mensaje implícito a todas las mujeres de que es una medida de control, que hay un control sobre ellas para generar miedo y reducir sus cotas de libertad en el espacio público. Esto es otra forma de violencia y de agresión sexista.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión