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Sor Amparo, quien abandonó la comunidad instalada en Belorado.

La monja que abandonó la comunidad de Belorado tras el cisma: «Ese convento era una secta, no se podía vivir allí»

Sor Amparo vive con las clarisas de Vitoria, donde ha recibido una «acogida preciosa y entrañable». Agradece el apoyo, aunque reconoce que su salida fue «especialmente dolorosa»

J. F.

Domingo, 10 de agosto 2025, 14:03

Más de un año después del sonado cisma que sacudió el monasterio de Santa Clara de Belorado en mayo de 2024, Sor Amparo, una de las monjas clarisas que abandonó la comunidad el mismo día de la ruptura, ha decidido hablar públicamente. En una reciente entrevista concedida al progroama 'La Linterna' de Cope, la religiosa ha ofrecido un crudo testimonio sobre los motivos que la llevaron a dejar atrás dos décadas de vida conventual y ha calificado la situación dentro del monasterio como una «secta».

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El 14 de mayo de 2024, el convento de Belorado se convirtió en el epicentro de un escándalo religioso al anunciar un grupo de monjas clarisas su ruptura con la Iglesia Católica para ponerse bajo la tutela del obispo excomulgado Pablo de Rojas, líder de la Pía Unión de San Pablo. Este acto, considerado un cisma por el Arzobispado de Burgos, implicó la toma de control del convento y su patrimonio, desencadenando un proceso canónico y judicial. Sor Amparo se marchó ese mismo día, sin querer sumarse a la Pía Unión de San Pablo porque, según ella, su propuesta «no era trigo limpio».

Sor Amparo: «En Belorado no se podía vivir»

«Así no se podía vivir, contra la Iglesia, contra todo», lamenta Sor Amparo, explicando que la situación dentro del convento se había vuelto insostenible. Tenía claro que la «verdadera autoridad» de Belorado es el arzobispo de Burgos, Mario Iceta, quien fue designado comisario por el Papa.

La exmonja señala directamente a la exabadesa Laura García de Viedma, conocida como Sor Isabel, como la cabeza de este cisma. Sor Amparo la acusa de autoproclamarse autoridad sin tenerla y de no someterse a nadie, queriendo que todos se le sometan, lo cual «no es Dios». Aunque durante años mantuvo una buena relación con Sor Isabel, el ambiente se deterioró progresivamente. «Me da pena porque se ha reducido a la crítica, al insulto y a la mentira muchas veces», confiesa Sor Amparo, expresando su dolor por sus hermanas con las que compartió tanto tiempo.

Según el testimonio de Sor Amparo, el distanciamiento con la Iglesia se fue gestando a través de reuniones privadas y prolongadas entre la exabadesa y sus integrantes afines, que a menudo impedían acudir a rezar o a las comidas comunitarias. «Algo estaba pasando, pero en ningún momento se me pasó por la cabeza que pudieran hacer esto», admite.

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Críticas a Pablo de Rojas

Resulta incomprensible para Sor Amparo cómo las monjas cismáticas se dejaron convencer por Pablo de Rojas, a quien anteriormente criticaban abiertamente. La religiosa recuerda que «cuántas veces hemos visto a ese señor en un periódico o revista y hemos comentado, también las hermanas, que parecía un fantoche». Pablo de Rojas, quien salía en prensa revestido con púrpuras y encajes, fue excomulgado por Iceta en 2019. La ruptura con la Iglesia es especialmente sorprendente para Sor Amparo, dado que la comunidad siempre fue «muy amante de la Iglesia, de los papas, del Concilio».

Desde su partida, Sor Amparo asegura que no ha podido contactar con las hermanas mayores que permanecen en el convento. «No dejan entrar a los familiares a solas, a mí menos. He llamado dos veces por Navidad y Pascua pero nada», ha relatado. Cree firmemente que las religiosas de más edad «están enganchadas» y que «no se les ha dicho la verdad», sino que se les han comunicado «verdades a medias o se miente, pero con la mejor finura».

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Hoy, Sor Amparo vive con las clarisas de Vitoria, donde ha recibido una «acogida preciosa y entrañable». Agradece el apoyo, aunque reconoce que su salida fue «especialmente dolorosa». El momento más difícil fue dejar su casa y a sus hermanas sin poder despedirse de ellas, algo que «fue lo que más me dolió».

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