«Mucha gente llama tarde al 112 y con poca batería en el móvil»
El donostiarra indica que «un tropezón no es solo cuestión de mala suerte, suele mediar una fatiga, despiste o sobreesfuerzo»
Pablo Izaguirre acumula doce años en la Unidad de Vigilancia y Rescate (UVR) de la Ertzaintza, los tres últimos como jefe del grupo de Montaña. ... Tras el aumento de los rescates durante la pandemia, se ha regresado al volumen habitual de actuaciones, unas 400 al año.
– Tras el repunte en la pandemia, en 2023 se volvió más al volumen de rescates de 2019. ¿Se nos ha ido el furor del monte?
– Es cierto que 2020, una vez pudimos salir de casa tras el confinamiento, y 2021 fueron intensos y en 2023 hemos vuelto a esa línea de unos 400 rescates. Quizá se nos ha pasado un poco el furor y hemos regresado a nuestras costumbres y actividades de ocio más habituales, quizá a otras actividades deportivas.
– ¿Qué rescates son habituales?
– La actuación más recurrente es la de un montañero que ha sufrido una caída, un tropiezo, un patinazo. Depende también de la época del año. Hay momentos en los que hay más accidentes de escalada, modalidad que está prohibida en otra época por la meteorología. Y lo mismo el barranquismo o el parapente, que puede haber dos o tres meses en los que hay más casos. O las bicicletas de montaña en verano.
– ¿Las bicis eléctricas han aumentado la incidencia por permitir a gente menos preparada acceder a zonas más difíciles?
– Realmente, una de las actividades que más hemos detectado es la bicicleta de montaña, sobre todo con buena meteorología. Y sí que se notan las bicicletas eléctricas, aunque no sabemos si es por ser gente no tan bien preparada o por ser bicicletas de mayor peso, lo que influye en su maniobrabilidad sobre todo en las bajadas. Los accidentes en el ámbito forestal también son recurrentes, y son rescates complicados porque suelen ser lesiones bastante graves, y la verdad es que te ponen en tu sitio.
– ¿Cualés son más complejos?
– La complicación realmente nos viene por dos factores: el escenario y los elementos que sean necesarios, si se requieren cuerdas, tornos, una camilla, si el lugar está muy expuesto...; y, por supuesto, la gravedad de las lesiones que tenga la persona.
«Txindoki, Aiako Harria y Jaizkibel son zonas de mucha incidencia, pero también Adarra o Hernio dada su gran afluencia»
– ¿Recuerda alguno dificultoso?
– Nos pasa que cada dos-tres años toca alguno muy complicado y se te vienen a la cabeza los más recientes. Los que tienen lugar en cavidades siempre son complicados porque requieren mucho tiempo y muchos medios. Recuerdo el de un espeleólogo accidentado en Galdames hace unos años (2017) y, por desgracia, falleció. Colaboró mucha gente, incluido el grupo de rescate en minería de Asturias. En 2022, un barranquista falleció al precipitarse en el Salto de Nervión y el cuerpo quedó suspendido en una pared vertical de 250 metros de altura. Por su orografía, son recurrentes los rescates de gente que se precipita en Peñas de Aia, y hay que recurrir a cuerdas, bastante personal y la colaboración con Bomberos. Recuerdo uno de noche y en condiciones invernales en enero de 2021, que hubo muchas alertas por nieve.
– ¿Cuál es el límite entre salvar una vida y exponer la propia?
– Realmente los riesgos se asumen en base a una experiencia y una formación. Un grupo de rescate es capaz de gestionar una situación que para otra persona pueda suponer un riesgo inasumible por falta de material, preparación o experiencia. No entramos a lo loco a una cavidad o a una zona muy expuesta.
– ¿Las causas de un percance?
– No es fácil conocer los factores sin una entrevista posterior con la persona rescatada. Porque un tropiezo puede parecer una cuestión de mala suerte, pero si analizas por qué te has tropezado o resbalado, quizá descubras que igual venías muy cansado, o que quizá no estabas preparado físicamente para esa actividad y te ha requerido un esfuerzo por encima de tus posibilidades, o que ibas pensando en otra cosa.
«Tenemos el concepto de disfrutar de hacer una cima o un barranco, pero lo principal es llegar a casa y poder recordarlo»
– ¿Llamamos mucho al 112?
– Más que mucho, un poco tarde como para que nuestra respuesta sea la más óptima. Y generalmente, como en el monte tiramos mucho del móvil para sacar fotos o usar el GPS, se llama cuando el porcentaje de batería es del 10-20%. Y hay que tener en cuenta que vamos a necesitar un tiempo para acceder al lugar.
– ¿Qué lugares se repiten más?
– Donde más rescates ocurren siempre van a ser los macizos montañosos más importantes: Gorbea, Anboto, Aizkorri... En Gipuzkoa, la zona de Txindoki y, aunque parezca curioso, nos da trabajo Jaizkibel: por ahí pasa el Camino de Santiago, y tenemos bastantes actuaciones de gente que se desorienta en días de niebla, suele ser gente extranjera que entra de Francia. Hay montes que no son dificultosos pero al estar cerca de núcleos urbanos, como Adarra o Hernio, en los que al tener gran afluencia, también hay más opciones de haber incidencias por patinazos, tropiezos o indisposiciones. Hay gente que se anima a ir a un monte por estar cerca del pueblo. En Bizkaia pasa con el Pagasarri.
– ¿Solemos tener en cuenta los avisos por factores meteorológicos antes de una actividad?
– En general, sí. Conviene saber si por ejemplo se prevé un cambio de tiempo, como tormentas tras un día de calor, pues adelantar la salida. Tenemos el concepto de que el objetivo es disfrutar de hacer una cima o un barranco pero lo principal es llegar a casa sin percances. Y si lo has tenido, haberlo podido resolver. Es importante gozar la experiencia, pero también poder recordarla.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión