La Ertzaintza concluye que «los grafitos excepcionales de Iruña Veleia son falsos»
La investigación de la Policía autonómica desvela el modus operandi de Lurmen para falsificar las inscripciones
sergio carracedo
Lunes, 10 de febrero 2020, 16:43
El juicio del 'caso Iruña-Veleia', por el que el historiador Eliseo Gil se enfrenta a una petición de siete años y medio de ... prisión por una presunta falsificación de 476 piezas tardoromanas desenterradas en un yacimiento arqueológico, con el fin de presentarlas como unos «hallazgos excepcionales» y, de esa forma, obtener un beneficio patrimonial, ha continuado este lunes con los testimonios de los peritos.
El primero en testificar ante el Juzgado de lo Penal número 1 ha sido el agente de la Ertzaintza especializado en daños contra el patrimonio histórico, cuyo grupo creado ex profeso para este caso ha practicado las diligencias. La investigación del grupo formado por la Ertzaintza a este efecto concluye que «los grafitos excepcionales son falsos» y acredita la falta de autenticidad de esas inscripciones «por los informes periciales científicos, grafísticos y por declaraciones de testigos». Así lo ha recalcado este policía cada vez que se le ha preguntado por ello.
Este agente ha indicado que «los presuntos autores de estas piezas debían pertenecer necesariamente a la empresa Lurmen S.L. y ha aportado incluso el modus operandi de la empresa Lurmen para realizar las falsificaciones.
Según este perito policial la manipulación tuvo tres fases. La primera fue la de «fabricación», en la que hubo una «apropiación de fragmentos originales de época romana del yacimiento que estaban en la cola de lavado, una grabación de las inscripciones presuntamente falsas, posiblemente un envejecimiento acelerado de dichas piezas y finalmente aplicación intencional de material de relleno para tapar los grafitos falsos».
Tras la fabricación vendría la segunda fase que consistía en la «introducción de estas piezas supuestamente presuntamente falsificadas devolviéndolas a la cola de lavado del almacén del módulo de Lurmen -la empresa de Eliseo Gil y su socia Idoia Filloy- de una manera coherente con sus contextos arqueológicos de los cuales procedían».
Por último, se procedía al «lavado» en el que se producía la «aparición progresiva de los grafitos excepcionales en el túnel de lavado».
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