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Plaza de Gipuzkoa ·
Diez minutos de magia exige talar 40 millones de árboles durante doce mesesAbrir los regalos en la mañana del 25 es una de los momentos más esperados de la Navidad. Los niños, expectantes, tratan de adivinar los regalos por el tamaño o la apariencia de los paquetes mientras esperan la mirada aprobatoria de sus padres para abalanzarse sobre ellos. Pero, ¿por qué envolvemos los regalos? Ocultar los obsequios tras un disfraz de papel despierta la imaginación, prepara para la sorpresa y supone un esfuerzo que demuestra el deseo de complacer a los demás.
Chinos, coreanos y japoneses envuelven los obsequios desde mucho antes de que se inventara el papel. Pero la popularización del papel de regalo es reciente. En 1917 los hermanos Hall regentaban una pequeña papelería en Kentucky. Aquella Navidad comenzaron a vender un papel de estraza como envoltorio y se agotó. Recurrieron, entonces, al papel de seda que usaban para forrar el interior de los sobres y fue un éxito. Hoy, Hallmark es el mayor imperio de felicitaciones y papel de regalo del mundo.
Después de abrir los regalos ese papel ya es desperdicio. Diez minutos de magia exige talar 40 millones de árboles durante doce meses. Quizá pronto veamos este bonito rito como un problema ecológico. Quizá volvamos a envolver los obsequios con tela. O quizá recuperemos las costumbres de nuestras abuelas, que abrían con sumo cuidado el papel para reutilizarlo en otra ocasión. Es una cuestión de necesidad. Ellas tenían menos ingresos. A nosotros nos quedan menos árboles.