Medio siglo entre probetas y microscopios
50 aniversario. ·
La Facultad de Química de la EHU cumple sus bodas de oro. «Teníamos que reservar hora para usar el ordenador», recuerdan alumnas de la primera promoción, la de 1975Unas bodas de oro entre probetas, microscopios, pipetas, tubos de ensayo, ordenadores cuánticos y fórmulas matemáticas. La Facultad de Química de la Universidad del País ... Vasco -EHU- celebra este año el 50º aniversario de su nacimiento y lo hace con un ciclo de conferencias y otras actividades para divulgar ciencia a lo largo del año. Para conmemorar este dorado aniversario, este periódico ha juntado en una misma mesa al nuevo decano, Jon Mattin Matxain, y a Isabel Goñi y Marilo Gurrutxaga, dos históricas profesoras de la facultad que, además, fueron alumnas de la primera promoción de esta carrera universitaria, allá por el año 1975.
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«¿Lo primero que se me viene a la cabeza? El aula magna, sin duda. Era un espacio enorme en el que entrábamos más de 100 estudiantes», recuerda Goñi, mientras Gurrutxaga le observa con atención y asiente en silencio, con una media sonrisa que emana nostalgia. Para los más jóvenes, Marilo aclara que «los primeros años no estábamos en este edificio -en el actual del campus del Antiguo-. La facultad estaba en el barrio de Altza, en Juan XXIII. Fue en 1987, creo, cuando nos movimos a la actual ubicación... Y así, hasta ahora».
«Hace 50 años las reacciones químicas las hacíamos al lado de la ventana, porque allí es donde estaba la campana»
Marilo Gurrutxaga
Profesora y antigua alumna
«¿Tú te acuerdas que pipeteábamos ácido sulfúrico con la boca, Marilo?», le pregunta Isabel. «Sí, claro, por supuesto que lo recuerdo», responde su compañera, que tirando de memoria recuerda también aquella vez en la que «tuvimos que subir al hospital porque me corté una arteria del dedo cerrando un botecito de cristal... Fue por hacer el bobo, la verdad». También rememoran con una sonrisa «el día de la humareda... ¡Madre mía la que se lió! Hacíamos a veces unas mezclas de nítrico y etanol y, no sé, puede que ese día echáramos más cantidad de la que había que echar... Salía un humo pardo horroroso, de verdad. Tuvo que venir un profesor con un extintor porque estaba todo el pasillo lleno de humo...».
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En estas cinco décadas la sociedad ha evolucionado a una velocidad de vértigo, a un ritmo parecido al que lo ha hecho esta factoría de químicos que goza de una muy buena reputación en el ámbito académico estatal. «Lo primero que ha cambiado es el propio edificio», cuenta Matxain, más joven que las docentes y que ingresó en la facultad en 1993. «Ahora la fachada es mucho más bonita», coinciden los tres, y por dentro «se están remodelando, de nuevo, los laboratorios». Pero, ¿había ordenadores a principios de los 90? «Sí, sí, los había», asegura entre risas el decano, pero la potencia computacional de esas máquinas «era mucho más pequeña de lo que se puede ver en nuestros ordenadores de ahora», matiza el que fuera nombrado rector a finales de 2024.
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Antiguas alumnas de la facultad, en una foto de los años 90. Fotos: EHU
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La informatización de las aulas de la Facultad de Química se produjo, como menciona Matxain, progresivamente. A finales de los 80 «solo había un ordenador», confiesan las dos profesoras. Había una computadora «para todo el departamento. Era un Mac, de eso sí me acuerdo perfectamente. Nos apañábamos entre todos para reservar una hora y poder utilizarlo, pero al principio la sensación era de creer que era imposible aprender a usarlo», cuenta Gurrutxaga. «Ahora no hay nadie que no tenga un ordenador... ¡o dos!», puntualiza Goñi.
«La transferencia de nuestro conocimiento a la sociedad es uno de los grandes retos del futuro para esta facultad»
Jon Mattin Matxain
Decano de la Facultad de Química
El cambio en estos 50 años «ha sido enorme, como no podía ser de otra manera», declaran al unísono Isabel y Marilo, dos brillantes docentes con cuatro décadas a sus espaldas impartiendo clases. Para muestra, varios ejemplos. «¡Es que antes se fumaba incluso en algunos laboratorios! En los exámenes, en los pasillos... En todos lados», recuerdan. Fumar en un recinto educativo está prohibido desde hace muchos años y, además, ahora «las embarazadas ya no pueden filtrar sustancias, aunque estén de tres meses». Los disolventes, rememoran entre risas las dos, «venían en unas garrafas como las de vino, con una cesta alrededor».
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«Nosotras hacíamos las reacciones químicas al lado de una ventana, porque era el sitio donde se encontraba la campana. Y el día que le daba el sol pues la temperatura subía... ¡No teníamos ni termostatos!», apuntan las maestras. «Éramos unas supervivientes», añaden.
Los talentos ocultos
Ambas han sido las profesoras de miles de estudiantes, varios de los cuales son ahora reputados profesionales en el campo de la ciencia. «Es complicado saber si un chico de 18 años va a acabar haciendo un doctorado. A esas edades es normal no haber madurado», relatan las docentes mientras asiente el decano. «Yo he visto de todo», cuenta Matxain. «A alumnos con notas brillantes que se pegan un batacazo terrible haciendo la tesis y a otros con expedientes más normalitos que, de pronto, te dan una gran sorpresa haciendo el trabajo final», asegura con orgullo.
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«Me acuerdo muchísimo de lo que me imponía el aula magna los primeros años... Allí entrábamos más de 100 estudiantes»
Isabel Goñi
Profesora y antigua alumna
La química, reconocen Goñi y Gurrutxaga, «es una rama de la ciencia en la que, por norma, suele haber muchas mujeres. En 1975, cuando nos matriculamos, no era raro que una chica se apuntara a esta carrera». Isabel y Marilo, graduadas en 1980, son las dos únicas personas que vivieron el nacimiento de la facultad y que siguen allí cinco décadas después. «Lo piensas y... es muy fuerte. Siempre hemos estados juntas», recalcan con un punto de emoción.
Lo mejor en todos estos años de profesoras, reconocen ambas, es «haber formado a tantos y tantos estudiantes, pero sobre todo a los doctorados. Años después seguimos teniendo contacto con ellos y nos produce una gran satisfacción saber que les va genial en la vida».
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El recuerdo imborrable del profesor Gonzalo Martín Guzmán
El alumbramiento de esta Facultad de Química de la EHU «no se entendería sin el papel que desempeñó Gonzalo Martín Guzmán», declaran con rotundidad Goñi y Gurrutxaga. Guzmán, que fue un químico de reconocido prestigio, se convirtió en uno de los profesores más queridos por todos los alumnos que poblaban las aulas de esta carrera en los años 70 y 80. «A lo mejor era un poco desordenado», recuerdan con una sonrisa, «pero era una auténtica gozada escucharle. Transmitía mucha pasión y eso nos ayudó mucho a engancharnos a la química».
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