«La formación dual es dura, pero te curte mucho»
Amaia Fall dejó la universidad por la FP y no se arrepiente «de nada. Aquí el aprendizaje es mucho más práctico»
A Amaia Fall, malagueña de 24 años afincada en Donostia desde hace varios años, le sorprendemos mientras manipula una máquina de grandes dimensiones en el ... taller del Politécnico de Easo, uno de los centros de Formación Profesional más grandes de España. «Estuve en la universidad y por diversas circunstancias no pude seguir», cuenta mientras pide permiso a su profesor para ausentarse unos minutos de su actividad práctica. Cursa segundo de Producción y Fabricación Mecánica.
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«Cuando vi que podía seguir formándome aquí, no lo dudé. Algunos amigos tenían experiencia y me habían hablado bien de la FP», recuerda Fall, a quien le llamaba la atención «porque era más práctico y más manual que lo que se aprende en la universidad. Lo otro es interesante pero es más abstracto, no es tan tangible como lo que hacemos aquí».
Desterrando el viejo tópico del mal estudiante que aterriza en la FP, Amaia sacaba «buenas notas. Nunca tuve problemas de rendimiento académico». En su familia le apoyaron en todo momento cuando apostó por la Formación Profesional, pero reconoce que «a nivel social sí existe esa presión de ir a la 'uni' y hacer una carrera. Pero, al final, estoy muy satisfecha de la decisión que tomé». Fall admite que, para ella, «antes no existía la opción de hacer una FP. Afortunadamente le di la vuelta a esa idea y no me arrepiento».
«Estabilidad»
Ese nivel de satisfacción se debe, en parte, «a la estabilidad que me está aportando en mi vida». Fall está compaginando los estudios con las prácticas. «En la 'uni' yo estaba haciendo una ingeniería. Aquí sé que voy a entrar mucho antes al mercado laboral», apunta la estudiante de un sector, el de la mecánica, «que está muy bien en Gipuzkoa, tiene una salud muy fuerte».
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Amaia destaca de este ciclo que «siento seguridad en el plano laboral. Estoy aprendiendo mucho a nivel académico y, cuando termine, sé que voy a tiro fijo, que es muy probable que encuentre trabajo. En las clases sabemos que todo lo que hacemos vale para algo en concreto».
Con todo, partir la jornada en dos para trabajar y estudiar «me está resultando duro, pero sé que esto te curte». Esta joven de 24 años que está de prácticas en una empresa de Miramon trabaja de 8.00 a 12.00 horas y estudia de 15.00 a 19.30 horas. «Otros compañeros están en Lezo trabajando. Es complicado, pero hay que hacerlo», remata.
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Amaia ha entrado en un sector históricamente masculino, pero «la recepción ha sido buena, no he tenido problemas». Una vez que termine el curso no descarta «seguir estudiando y probar cosas nuevas como la electrónica. O incluso volver a la universidad».
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