Renato Opertti, en el exterior del palacio de Miramar de San Sebastián. JUANTXO LUSA
Renato Opertti, presidente del Consejo Asesor de la OEI

«La educación ha descuidado la formación de seres pensantes»

«Los alumnos deben ser capaces de identificar los sesgos, las noticias falsas y las situaciones que atentan contra la libertad», dice

Javier Guillenea

San Sebastián

Miércoles, 4 de septiembre 2024, 02:00

El sociólogo uruguayo y experto en investigación educativa Renato Opertti es el actual presidente del Consejo Asesor de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI). Ha ... participado en el curso de verano de la UPV/EHU 'La transformación digital y los futuros de la educación: retos en el País Vasco y en Iberoamérica', que concluirá hoy.

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– ¿Las tecnologías digitales han mejorado la educación o solo la han cambiado?

– No hay evidencia concluyente de que tengan una relación directa con la mejora de los aprendizajes. Lo que sí queda claro es que pueden apoyar la manera de enseñar y la manera de aprender, pero para que eso ocurra se requiere que haya una visión educativa potente que le dé sentido y sustancia al uso de estas tecnologías. Por ejemplo, la OCDE muestra que una intensidad moderada del uso de las tecnologías digitales en la enseñanza de las matemáticas puede tener un resultado positivo. Y también muestra que si uno hace un uso demasiado intensivo de estas tecnologías no hay impacto. Esto revela que hay que encontrar un equilibrio entre el uso de las tecnologías apropiadas y la necesaria y saludable relación cara a cara del educador con el alumno.

– ¿Dónde queda el factor humano?

– La inteligencia artificial, la IA, responde a un problema abstracto de aprendizaje basado en determinados criterios y reglas. En cambio, la inteligencia humana problematiza la situación, no es un problema en abstracto sino que toma en cuenta las emociones, actitudes y valores de cada alumno, es un proceso de aprendizaje cara a cara. La IA no ve las emociones y las actitudes de los alumnos. La neurociencia nos muestra que las emociones de cada uno de nosotros van fuertemente ligadas a nuestros conocimientos, no hay una separación entre la emoción y el conocimiento, están entrelazados.

– Pero si la inteligencia artificial no ve las emociones, entonces...

– Su recorrido es limitado porque son las emociones lo que le hacen a uno tener la motivación para aprender.

– ¿La IA no va a sustituir a los profesores?

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– No. Puede mejorar los procesos de enseñar y aprender. Lo que hace es liberar a la educación de cuestiones más rutinarias y eso tiene mucho que ver, por ejemplo, con la gestión educativa.

– ¿No es un riesgo educar a los jóvenes con una IA que puede tener sesgos machistas o racistas?

– Es un alto riesgo, por eso nos parece que la principal finalidad de la educación hoy por hoy es la formación de seres libres autónomos con capacidad de interpelar lo que la inteligencia artificial les dice. Deben tener capacidad de identificar los sesgos, las noticias falsas y las situaciones que atentan contra la libertad. Por eso, lo que necesitamos es una formación mucho más potente para que los alumnos sean autónomos en su pensamiento y puedan criticar severamente lo que puede ser un uso arbitrario, manipulador y extremadamente peligroso de la IA. La educación ha descuidado en cierta medida la formación de seres libres y pensantes, y creo que tiene que ir mucho más orientada hacia ese objetivo porque cada vez más va a ser necesario tener opiniones propias autónomas para tomar decisiones y no aceptar rápidamente lo que a uno se le dice.

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– ¿Con tanta nueva tecnología e inteligencia artificial dónde queda en la enseñanza el acto de coger un libro y leerlo?

– Esa es una pregunta central. El mundo virtual nunca va a sustituir al mundo presencial en las relaciones humanas y en educación la posibilidad de tener recursos impresos como un libro es fundamental porque está comprobado que la atención que implica leer un libro es determinante para que alumno desarrolle el espíritu crítico. Inclusive más le diría, el libro es una herramienta fundamental de la democracia porque permite a la persona reflexionar, entender, cuestionar, interpelar, preguntarse, anotar, relacionarse con otro, discutir y argumentar.

– ¿Cómo educar para un futuro que no sabemos cómo será?

– No existe un futuro.

– ¿Eh?

– Existen futuros y los futuros uno los construye y los forja. No hay un futuro dado. Lo que sí es claro es que lo primero que debemos tomar en cuenta es que nuestro modo actual de vivencia y de convivencia en el mundo es insostenible porque tenemos problemas muy severos para converger en una serie de valores comunes y a la vez tenemos una relación histórica de expoliación de la naturaleza. Debemos formar un nuevo ecosistema humano con la naturaleza y eso implica poner la prioridad en la formación en las nuevas generaciones.

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– ¿Para eso tiene que cambiar la formación del profesorado?

– La buena educación es aquella que garantiza que el alumno y el educador puedan empatizar y compartir conocimientos e ideas. Hay que formar al docente para que sea mucho más versátil, inclusivo y componedor, mucho más atento a lo que la sociedad está requiriendo, mucho más solidario en muchas cosas: Debe ser un educador que logre integrar saberes, porque el mundo, y hablamos de futuro, no viene empaquetado en disciplinas. Eso implica una formación docente totalmente distinta a la que tenemos hoy día.

– ¿Los alumnos también tienen que cambiar?

– Tienen que asumir la responsabilidad por sus aprendizajes. La educación es una combinación de placer y de esfuerzo. La educación tiene que ser estimulante, tiene que enamorar al alumno, a la alumna, pero ellos tienen que asumir su cuota de responsabilidad para que ese enamoramiento genere resultados educativos productivos para sus vidas. Si no hay un esfuerzo no hay vida futura o es muy lúgubre. La educación no es dar, sino facilitar para que cada uno asuma su responsabilidades.

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– ¿Hay que educar a las nuevas generaciones para desenvolverse en un mundo donde no se sabe qué es verdad y qué es mentira?

– Esta es una gran pregunta. Hemos llevado los debates sociales, políticos y también educativos a tal grado de extremismo que no sabemos qué es verdad o no, y esto atenta contra la educación. La noción de verdad es una noción dinámica, envolvente, que va evolucionando con la evidencia y la historia de las sociedades, pero hay verdades.

– Es que si no se sabe qué es verdad, ¿por qué creer en los profesores?

– Claro, por eso voy a internet y busco otra verdad. La educación del futuro implica una revalorización muy fuerte del rol del educador como referente en la sociedad. Cuando se dice que el educador es un facilitador de aprendizajes es cierto, pero ante todo el educador es un referente que tiene una voz de autoridad. Una sociedad tiene que tener determinadas referencias de autoridad. Sin una máxima de verdades que pueden ser disputadas pero que existen, como el cambio climático, la educación es muy difícil. Esto implica recobrar la autoridad del docente, que también tiene que ver con su autoridad de conocimiento.

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– ¿En qué ha fallado en el pasado el sistema educativo para que haya salido una sociedad polarizada y repleta de mensajes de odio como la actual?

– Muchas veces en la educación hemos estado más preocupados por discusiones internas endógenas y autorreferenciadas que por entender qué enseñanza necesitamos para forjar futuros mejores para las nuevas generaciones. No hemos prestado suficiente atención a los elementos claves de la educación, que son la formación del alumno como persona, la formación democrática intergeneracional y la inclusión, convivencia y diversidad, todo ello orientado a lograr mejores aprendizajes en las cuestiones básicas, que son la lengua, la ciencia, las matemáticas y el humanismo. Sin eso no hay democracia.

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