La UE denuncia la matanza de delfines en el Golfo de Bizkaia

El «arrastre pelágico», arte de pesca empleado para la captura de lubina, caballa, merluza y bonito en verano, entre otras especies, está amenazando particularmente a los delfines comunes y listados, pero también afecta a otras especies, como mulares y calderones que mueren ahogados en redes de enmalle o capturados de manera accidental y posteriomente son arrojados al mar muertos o agonizando.

Buques pesqueros británicos, franceses, irlandeses, holandeses, daneses y españoles que faenan con esa modalidad se encuentran entre los responsables de ese problema, según denuncian de manera incansable organizaciones ecologistas. Las campañas de esos grupos no gustan entre la comunidad pesquera hasta el punto de alcanzar altos picos de enfrentamiento y tensión como el que tuvo lugar el año pasado con la aparición de un delfín mutilado con un mensaje, grabado a cuchillo, dirigido contra un colectivo en concreto.

Los arrantzales vascos, en especial los de bajura, se defienden. «No pescamos delfines», sostienen con rotundidad. Desde el sector desmienten de manera rotunda la leyenda urbana que asegura que en los txokos se cocinaba carne de los carismáticos cetáceos.

Donde hay pesca siempre se producen capturas accidentales no deseadas. «Pero no es nuestro caso», insisten. «Utilizamos redes selectivas, artesanales que tienen un mínimo impacto en el ecosistema marino», recalcan. De hecho, se muestran dispuestos a cooperar tanto con la UE como con las ONGs para demostrar que en sus bodegas no se esconden ni congelan delfines.

Desde organizaciones como la de productores de pesca de altura de Ondarroa, (Oppao), por su parte, también se han embarcado en proyectos como MenDes 2 junto con Azti con el objetivo de estudiar técnicas que permitan minimizar capturas de especies no deseadas.

Pero lo cierto es que de momento, el jueves, el comisario de Medio Ambiente y Pesca, Virginijus Sinkevicius, anunció la apertura de un expediente sancionador a España y Francia, dándoles tres meses para frenar lo que los ecologistas han calificado de «año trágico» para los delfines. «Si la actuación de los Estados miembros en las regiones no es suficiente, la Comisión tomará cartas en el asunto. No cabe perder esta belleza de nuestro planeta azul», advirtió.

En concreto, desde Bruselas se quejan de que el Gobierno no ha garantizado un control y una inspección eficaces de la obligación impuesta a los buques de pesca de utilizar dispositivos acústicos  de disuasión para alejar a las delfines de las redes «tal y como exige la política pesquera común».

Las reacciones no se han hecho esperar y desde el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación ha anunciado la adopción de medidas que incluyen la presencia de una red de observadores a bordo de los pesqueros. De esta manera se persigue mejorar el conocimiento científico sobre las causas del varamiento de los delfines.

El plan incluye la obligación de realizar un registro diario de pesca de cualquier captura accidental de cetáceos que deberán firmar los capitanes de los pesqueros. «También se está estudiando la posibilidad de instalar dispositivos acústicos de disuasión o incluso la reducción temporal de pesca para barcos que faenan con redes», adelantaron desde el Ministerio.