La paleoantropóloga María Martinón-Torres, junto a restos fósiles. Cenieh
María Martinón-Torres | Paleoantropóloga

«La violencia está en nuestras raíces, pero también la compasión»

La directora del Cenieh intervendrá esta tarde en las jornadas Jot Down Ciencia, en el centro Tabakalera de San Sebastián

Javier Guillenea

San Sebastián

Sábado, 4 de mayo 2024, 06:59

La paleoantropóloga María Martinón-Torres es directora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (Cenieh) en Burgos y co-investigadora principal de los ... yacimientos de la sierra de Atapuerca. Especializada en Evolución Humana y en Antropología Forense, Martinón ha centrado sus investigaciones en la evolución del aparato dental de los homínidos fósiles. Hoy ofrecerá la charla 'Por quién doblan las campanas. Violencia y evolución humana', dentro de las jornadas Jot Down Ciencia, organizadas por el DIPC y la revista Jot Down, con la colaboración de Kutxa Fundazioa. Las charlas comenzarán a las 18.00 horas en Tabakalera.

Publicidad

– ¿Por qué por quién doblan las campanas?

– Es la idea de esa práctica tan conocida entre nosotros, sobre todo en el ámbito rural, de que cuando muere alguien se tocan las campanas, es lo que antes se llamaba tocar a muerto. La muerte se ha socializado, alguien se muere y eso es un asunto que nos incumbe a todos. Se avisa, se comenta y todos nos preguntamos por quién estarán tocando.

– ¿Cuál pudo ser el primer acto de violencia de nuestra especie?

– La violencia está en nuestras raíces evolutivas. Como primates que somos, los comportamientos violentos existen y han existido porque más allá de las consideraciones morales, la violencia es adaptativa, es decir, en un momento determinado es efectiva para conseguir recursos, para imponernos, dominar al otro, ocupar un territorio o acceder al apareamiento. Podemos analizar el registro fósil y descubrir que tenemos muchos signos de violencia desde muy atrás.

– ¿Qué ven en el registro fósil?

– Tenemos muchísimos traumatismos. Hay muchos signos de violencia, aunque curiosamente los que identificamos son aquellos en los que hubo supervivencia, porque en esos casos se ven rastros de cicatrización, inflamación o reacción, que son los signos del intento de recuperación del cuerpo hacia el daño recibido. Para tener una foto de un momento determinado de una población, en el yacimiento de la sima de los huesos tenemos restos fósiles de una treintena de hombres, mujeres y niños de diferentes edades.

Publicidad

Antepasados

«Podemos analizar el registro fósil y descubrir que tenemos muchos signos de violencia desde muy atrás»

– ¿Qué han encontrado?

– Vemos un número importante de traumatismos craneales. 17 de veinte cráneos analizados en la sima tienen golpes en la cabeza y varios entre uno y diez. Pueden ser pedradas o traumatismos con regeneración, es decir, que han sobrevivido, pero te están hablando de un nivel de peligrosidad o de agresión importante. En un cráneo hay una lesión encima del ojo de un individuo, que sabemos que sucedió en torno al momento de la muerte por la manera en la que se rompe el hueso y se desgaja. Es un traumatismo doble en la zona de la frente, por lo que parece que fue un ataque frontal y con alevosía, con la intención de querer rematar. Este podría ser uno de los primeros asesinatos documentados.

– ¿Sólo han hallado traumatismos?

– Dentro de ese mismo grupo hay casos de cuidados y de compasión y empatía.

– ¿Qué casos han visto?

– Lo vemos con Benjamina, una niña que sobrevivió hasta los nueve años de edad a pesar de tener una malformación craneal importante que probablemente le produjo también un retraso psicomotor. Esto nos dice que contó con el cuidado y la tolerancia del grupo. Ahí vemos que, además de la violencia, en nuestras raíces también tenemos profundamente grabados el cuidado y la compasión.

Publicidad

Evolución

«Los humanos nos hemos especializado en matar y en hacerlo a distancia y de forma masiva»

– ¿Nos distingue de otras especies el hecho de que hemos perfeccionado nuestra forma de matar?

– El problema que tenemos los humanos es que nos hemos especializado en matar y en hacerlo a distancia y de forma masiva. Ya no es un enfrentamiento cara a cara y con esto perdemos uno de los mecanismos de control más importantes, que es el de la empatía. Si yo mato a distancia no me duele igual, no tengo que vencer ningún reparo. Aprieto un botón, lanzo un misil y no veo el sufrimiento.

– ¿Usted estudia los dientes de los homínidos fósiles. ¿Tenían una buena dentadura?

– Los austrolopitecos tenían un aparato masticador muy robusto. Por lo general son dientes muy grandes y resistentes, con una musculatura para la masticación muy fuerte. Su dieta no tenía nada que ver con la que tenemos hoy, no existía el control del fuego, no había cocción y la carne no se podía ablandar. Dependían más de la fortaleza de su aparato masticatorio.

Publicidad

Dientes

«Nuestra dentadura se ha vuelto minimalista, es el chasis de un coche sin diseño ni adornos, sin nada»

– ¿Este aparato ha cambiado mucho con el paso del tiempo?

– A lo largo de la evolución se han ido relajando las presiones selectivas. Ya no es tan importante un aparato masticatorio con esa fuerza y su tamaño se ha reducido. Ahora, nuestra dentición se ha quedado en la mínima expresión.

– No quiero ni imaginarme el aliento de aquellos homínidos.

– Ni yo. Tenemos el caso del homínido más antiguo que se conoce en Europa, el de la sima del elefante, que es una mandíbula llena de patologías. Tiene una oclusión completamente anómala, como son dientes que se han desgastado de una manera tan severa y rápida, siguen erupcionando y salen hacia fuera. Tiene también muchísimos abcesos, que podrían ser dolorosos o no, pero lo que probablemente tenía era un aliento terrible. A pesar de todo lo queremos mucho, nos ha dado muchas alegrías y aunque sea feíño lo vamos a querer igual.

Publicidad

– ¿Qué le dirán nuestros dientes a un paleoantropólogo que los examine dentro de mil años?

– Que a nivel dental éramos una birria. Pensará que cómo nos las arreglábamos para sobrevivir con estas bocas, se sorprendería de cómo podemos ser tan exitosos. Cuando estudias a los homínidos ves exuberancia, dientes enormes llenos de tubérculos y raíces, es como el estilo barroco. Lo nuestro sería minimalista, el chasis de un coche pero sin diseño ni adornos, sin nada.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad