Cuando Churchill se bañó en Hendaia
La localidad fronteriza acogió durante una semana al líder británico en las primeras vacaciones de las que disfrutó tras haber derrotado a Hitler
Una semana de vacaciones en Hendaia fue la recompensa que Winston Churchill se regaló después de haber derrotado al ejército de Adolf Hitler. El primer ... ministro británico disfrutó entre el 7 y el 15 de julio de 1945 de una relajada estancia en la localidad fronteriza en compañía de su mujer y de una de sus hijas. Fueron sus primeros días libres después de haber sido la cabeza visible de los aliados en un conflicto que se prolongó seis años y que a la postre le valió un lugar de honor en los libros de historia. Churchill, recuerdan las crónicas de la época, dedicó buena parte de aquella semana a pintar, una afición que le había acompañado desde muy joven pero que había tenido abandonada por razones obvias durante el conflicto.
Unas viejas imágenes en blanco y negro dan fe de la presencia en la playa de Hendaia del carismático primer ministro británico en compañía de su mujer, Clementine, y de Mary, la más pequeña de sus cinco hijas. La visita tuvo un amplio eco en los informativos de todo el mundo, pues Churchill era en el verano de 1945 un personaje cuya popularidad traspasaba fronteras. El mandatario acababa de dejar atrás los terribles tiempos de «sangre, sudor y lágrimas» y abría una nueva página de la historia dándose un baño en las aguas de una idílica playa de Hendaia entonces apenas poblada de bañistas.
Churchill se alojó en el 'château' Bordaberry, en la carretera de la Corniche, entonces propiedad del general canadiense Brutinel, que había combatido con los aliados en la I Guerra Mundial y colaborado activamente con la Resistencia francesa en la II. El primer ministro voló el 7 de julio a Burdeos a bordo de un avión cedido por los estadounidenses. Atrás dejaba un Londres eufórico por la reciente victoria -la rendición de Alemania se había consumado el 8 de mayo- pero pendiente aún del resultado de las elecciones que se habían celebrado el 5 de julio, cuyos resultados no se conocerían hasta el día 26 por las dificultades para recopilar los votos de las tropas británicas entonces desplegadas por medio mundo.
'El terror de mis enemigos'
Churchill, que perdió sorpresivamente aquellos comicios, fue agasajado por las autoridades locales, que organizaron bailes y partidos de pelota para que conociese las costumbre vascas, además de realizar visitas a Biarritz y San Juan de Luz. Incluso recibió un makila de regalo en la que se leía 'Etsaien beldurra naiz' ('soy el terror de mis enemigos', un lema muy común en aquellos tiempos de guerra).
Se dice que el político, europeísta convencido, llegó a bromear sobre los vascos como precusores de la unidad europea cuando le hablaron de la proliferación de contrabandistas a un lado y otro de la frontera. «En todas partes los vascos me han dado una cálida bienvenida», escribiría Churchill en sus memorias a propósito de aquellas vacaciones. Una conferencia esta tarde en Baiona (Centre de Reunions Saint Ursula, 15:00 h) recordará la visita de la mano de Robert Poulou.
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