Las diez noticias clave de la jornada
Sergio Heras, en su bicicleta; Paula Giménez, en su coche compartido; y Aitor Calleja, esperando al autobús. Royo, Luna y Usoz

Bicicleta, autobús o coche compartido: tres ejemplos para reducir la huella

Varios guipuzcoanos explican la razón por la que se decantan por medios de transporte o fórmulas más respetousas con el medio ambiente aunque eso suponga una menor comodidad

Macarena Tejada

San Sebastián

Domingo, 28 de abril 2024, 06:50

Elegir significa renunciar. Ser más respetuosos con el medio ambiente también supone renunciar a cierta comodidad. Todo por disminuir la huella de carbono que cada ... uno deja en sus desplazamientos diarios y aportar un granito de arena para no aumentar esas emisiones de CO2. Acudir al trabajo en solitario en el coche particular es lo más sencillo y cómodo, pero también lo más contaminante, y los usuarios en Gipuzkoa están ciertamente concienciados.

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DV ha recopilado los ejemplos de tres guipuzcoanos, Sergio Heras, Paula Giménez y Aitor Calleja, que explican cómo es su día a día en esos desplazamientos y la razón que les ha llevado a optar por una u otra fórmula.

Sergio Heras Va y vuelve del trabajo en bicicleta

«Con la bici reduces la contaminación y evitas el gasto de la gasolina»

No importa que haga sol, frío o lluvia. Solo una intensa nevada o unas fuertes inundaciones podrían impedir que Sergio Heras coja la bicicleta para ir a trabajar.Este beasaindarra acude a diario a su puesto laboral en bici. «Son unos 2,5 kilómetros, diez minutos», asegura mientras se prepara para poner rumbo a la oficina, pasadas las ocho de la mañana. «Me parece lo más lógico aprovechar esta oportunidad que te brinda un pueblo como Beasain, donde todo está cerca. Evitas el gasto de la gasolina y también reduces la contaminación que se genera con otros vehículos como el coche», defiende, en este caso a cero.

Antes trabajaba en Oñati, lo que le suponía pasar una hora en coche cada día, media para ir y otra media para volver a casa. Desde que hace más de veinte años cambió de empresa, dejó su vehículo de cuatro ruedas de lado para cambiarlo por la bicicleta. «Al principio, el municipio no estaba tan preparado para ello, pero ahora tenemos un buen bidegorri que te facilita el trayecto», asegura. Él sale de casa y llega a la oficina sin salirse del carril bici, lo que hace que se sienta «un afortunado». Es más, al poco de cambiar de empresa se deshizo de uno de los coches de la familia. No le hacía falta más, ni para ir a trabajar ni para hacer la compra o ir a tomar algo. En esas ocasiones también usa la bici o se desplaza a pie.

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Aunque fue de los pioneros en optar por este medio de transporte en su entorno, «cada vez son más los que van en bici a trabajar» en su oficia. «Lo poco que podamos aportar para reducir lo que contaminamos, mejor», sentencia. «Pero no soy un hipócrita», matiza. «Cuando tengo que coger un avión, lo cojo. Sé que en este tipo de viajes contaminamos más, pero se trata de poner nuestro granito de arena y contribuir en lo que podamos, siempre desde la lógica».

Para fomentar este tipo de comportamientos, Sergio es de los que cree que «las empresas tienen que impulsarlo, como ocurre en CAF», donde él trabaja. «Se ha hecho un plan de movilidad para los empleados».

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Paula Giménez Va y vuelve del trabajo en coche compartido

«Es mejor utilizar un coche para venir a trabajar que cinco»

Cada día, a excepción de cuando teletrabaja, la pamplonesa Paula Giménez se encuentra con sus cuatro compañeras de viaje en el área de servicio de Zuasti a las 7.10 horas. Cada una acude hasta ese punto en su coche y, ahí, las cinco se suben en el mismo. «Trabajamos en Donostia, en Miramon, y es una forma muy cómoda de acudir a nuestros respectivos puestos, en todos los sentidos», asegura esta joven, que trabaja en una startup en la capital guipuzcoana. Algo menos de una hora después de montarse en el coche llegan a la oficina.

Antes de conocer a sus actuales compañeras de viaje, Paula solía utilizar la aplicación de Blablacar para compartir coche. Así coincidió por primera vez con una de ellas, Naiara. «Me contó que acababa de empezar a ir a trabajar en coche compartido, pero que justo la chica con la que iba estaba de vacaciones. Buscaban más personas para llenar todos los asientos», recuerda. Al poco, a Paula se le estropeó el coche, contactó con Naiara y se unió a ellas.

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«No cabe duda de que es mejor utilizar un solo coche que cinco. Reducimos lo que contaminamos notablemente». De todos modos, Paula apuesta por «un autobús que una Pamplona con Donostia, sobre todo con la zona de hospitales y Miramon, donde trabajan un montón de personas de Navarra», explica. «Yo cogería ese autobús sin pensármelo dos veces. Y eso sí que sería una forma de emitir menos CO2 a la atmósfera. En vez de usar el coche, cabríamos unas cincuenta personas en un mismo vehículo, no quiero imaginarme lo que reduciríamos la contaminación», insiste.

Paula ha pasado de contaminar 14.520 gramos de CO2 al día viniendo sola en su coche a 2.904, cinco veces menos.

Pero no solo eso. «Cuando empecé a trabajar en Donostia, el primer mes me gasté casi 500 euros en gasolina», apunta. Ahora tienen una aplicación donde registran quién lleva el coche cada día y quién conducir y así dividen los gastos entre las cinco ocupantes.

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Aitor Calleja Va al trabajo en autobús y vuelve en bicicleta

«Evito el coche siempre que tenga transporte público o una bicicleta»

El donostiarra Aitor Calleja ha cambiado varias veces de trabajo, pero desde que está en una oficina en Donostia no le ve sentido a utilizar el coche. «Lo evito siempre que tenga transporte público u opción de utilizar una bicicleta», asegura. Este vecino de Martutene coge cada mañana el autobús para ir a su trabajo en el barrio de Gros, en San Sebastián, y regresa a casa en una bici eléctrica de Dbizi. «El bus me deja a cinco minutos del trabajo y pasa con frecuencia. Además, ahora con los nuevos precios de la Mugi sale muy económico. He notado que ya no tengo que cargar la tarjeta tan a menudo». Para volver a casa, tiene una parada de Dbizi cerca. «Y apenas tardo doce minutos en llegar a Martutene», reflexiona.

«A Donostia nunca me he planteado venir en coche», insiste. «Es incómodo, contaminas más y a veces no hay ni sitio para aparcar». En cambio, en autobús o bicicleta «son todo ventajas. En una ciudad comoSan Sebastián podemos apañarnos bien para reducir el coche de los vehículos privados. Tuve una moto pero me duró muy poco, casi no la usé. Soy consciente de que soy un afortunado porque hay ciertos barrios que no son tan cómodos para moverse, pero siempre que haya opción de usar transporte público y reducir nuestra huella de carbono tenemos que aprovecharlo», defiende, si bien es de la opinión que «dentro de Donostia no hay ningún beneficio en usar el coche frente al autobús» o, en su caso, la bici eléctrica.

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Aitor, con el autobús contamina unos 230 gramos de CO2 al día, y con la bici eléctrica, 15. En total son 245 gramos de CO2 en ir y venir al trabajo. Si hiciera este mismo recorrido, ida y vuelta, en coche, su huella de carbono en el transporte aumentaría a 1.210 gramos de CO2 por día solo en los trayectos relacionados con el trabajo.

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