Adela Asúa, en un acto en el TSJPV. LUIS ÁNGEL GÓMEZ

Adela Asúa: «No se puede castigar sin sentencia firme, hay que tener paciencia»

La exvicepresidenta del Tribunal Constitucional confía en una pena acorde con la «gravedad» de la agresión, pero dice que hay límites a la privación de libertad cuando hay un recurso por medio

Gaizka Lasa

SAN SEBASTIÁN.

Sábado, 23 de junio 2018, 08:50

En plena crisis de credibilidad de la Justicia acudimos a una magistrada del Tribunal Constitucional para conocer una opinión sobre el Derecho desde el Derecho. Adela Asúa (Bilbao, 1948) aúna un profundo conocimiento sobre la judicatura con una intensa consciencia del malestar de la calle, dos ámbitos entre los que la decisión de la Audiencia de Navarra ha provocado el divorcio.

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- ¿Entiende usted la decisión de dejar en libertad a 'La Manada'?

- Yo no juzgo. Hay límites a la privación de libertad y los jueces han tenido que verlos. Si con la información que han recabado consideran que no hay riesgo de fuga... Es importante que la Justicia deje claro que lo que hicieron es muy grave pero eso le corresponderá a la sentencia. Ahora el mensaje es: váis a estar presentes cuando se os juzgue y cumpliréis la pena.

«Es importante que se deje claro que lo que hicieron es grave, pero eso le tocará a la sentencia final»

«Es una libertad provisional y condicionada: estarán vigilados y contenidos»

- ¿Es lógico dejarles libres cuando hay una condena?

- Aquí no se decide sobre la gravedad del delito. Cuando una condena no es firme no se puede aplicar la pena y de lo que se trata ahora es de asegurar que estas personas estén presentes cuando sean juzgadas, que no reiteren y que cumplan la pena que se les imponga.

- ¿Tan «impensable» es que vuelvan a cometer un delito cuando tienen precedentes?

- No están en libertad total, sino en una libertad provisional y condicionada. El tribunal habrá considerado que con una serie de medidas estarán bien controlados. Se les someterá a un seguimiento importante. Y ojalá hayan reflexionado y se hayan convencido de que su conducta ha sido vergonzosa.

- ¿Ha podido influir eso en una medida que pocos esperaban?

- Claro. Nosotros no tenemos la información a la que ha tenido acceso el tribunal. En estos casos son importantes gestos de perdón o el reconocimiento de que se han vulnerado los derechos fundamentales.

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- ¿Está de acuerdo con que han perdido el anonimato?

- Lo que está claro es que no van a poder cometer este tipo de delitos porque estarán vigilados y contenidos. No van a poder volver a ese contexto de cuadrilla y embriaguez de juerga. Tendrán obligaciones.

- ¿Qué le parece su «insolvencia económica»?

- El juez tendrá información. A lo mejor los 6.000 euros suponen una fianza más fuerte que 200.000 euros a Urdangarín.

- ¿Qué mensaje se está trasladando a las víctimas de la violencia machista con esta decisión?

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- El mensaje es el mismo a todas las víctimas de cualquier tipo de delito, como si hablamos de terrorismo. El mensaje es que en el Estado de Derecho no se puede castigar hasta que no haya sentencia firme.

- No se aplica el mismo rasero a todo el mundo...

- Eso es algo a lamentar. Es difícil juzgar a un individuo con las circunstancias de otro. El juez es el que en cada caso tiene que ver el peligro de reincidencia. La pena anticipada lleva a errores. Estamos en un sistema de garantías y tenemos que tener paciencia.

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- La ministra de Justicia ha hablado de «reformas mentales» en la judicatura. ¿Qué le parece?

- No solo en la judicatura, sino en la sociedad. Tenemos que reflexionar sobre los prejuicios y estereotipos que llevan a considerar que una mujer de fiesta una madrugada está asumiendo un peligro. Pensar en que no podemos minusvalorar que un grupo de cinco hombres asalten a una mujer porque ella no ha salido corriendo. Es una humillación intensa, un abuso y un ataque en toda regla.

- Entonces, ¿comparte la indignación ante lo que dijo la Audiencia en abril?

- No comparto cómo se expresaron las cosas, pero la indignación es la reacción contra la impunidad que ha habido durante mucho tiempo contra una serie de actitudes de no respetar la libertad de decisión de otras personas. Contra deformaciones que vienen de una sociedad en la que el hombre manda.

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- La indignación también se ha enfocado hacia la Justicia...

- Sí, porque es difícil explicar ciertas cosas. Creo que la justicia en delitos sexuales no es liviana, no es suave o benigna. El problema no han sido los nueve años, es que se equivocaron en nombrar las cosas. El peligro está en que eso nos lleve a poner las expectativas en cambiar las reglas del juego.

- ¿Le preocupa que la Justicia se aleje del sentir social?

- Sí, y por eso tenemos que reflexionar. La Justicia no es un ente que funciona de forma homogénea. Responde a casos dispares con detalles y conocimiento sobre cada caso. Claro que hay decisiones que no nos gustan y claro que hay errores. Por eso hay posibilidad de recursos. El sensor de la confianza en la justicia no se puede aplicar cuando sucede un escándalo.

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- ¿Cree que esta decisión coarta la libertad de la víctima?

- La víctima padece. No es ajena a lo que ocurre. Es una situación dura. Pero no se afecta su libertad o seguridad. No hay indicios para ello. Si los hubiera visto, el juez no hubiera decretado la libertad. A veces, la reprobación del entorno ayuda más que estar en la cárcel.

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