Divididos entre sus dos grandes amores
Los integrantes de la peña Euskadicadi encaran el primer Eibar-Cádiz en Primera con su pasión repartida entre los dos equipos
La pasión desmedida de los aficionados del Cádiz por su equipo es famosa en el mundo entero y, por eso mismo, resulta aún más significativo que entre ellos conviva un pequeño grupo de seguidores amarillos que no dudan en gritar a los cuatro vientos que quieran por igual al club que han mamado desde la cuna, como al Eibar, una escuadra que, pese a estar a 1.000 kilómetros de distancia, les ha robado el corazón hasta el punto de formar la peña Euskadicadi, muy activa tanto en el campo como en las redes, en honor al conjunto armero. No se trata ni mucho menos de una aventura de verano, sino de un amor que nació cuando el conjunto armero ascendió a Primera y que se ha ido consolidando para siempre.
La cabeza más visible de esta agrupación es José Carlos Rodríguez, un joven residente en Puerto de Santa María, que esperaba como agua de mayo poder ver enfrentarse a los dos equipos de sus amores. Tanto él como muchos de los 15 integrantes de la peña tenían el billete para venir a Ipurua guardado como un tesoro, pero lamentablemente lo han tenido que cancelar y, peor aún, ni siquiera «vamos a poder verlo juntos, porque vivimos en diferentes poblaciones de Cádiz y no nos da tiempo a terminar el partido e irnos a nuestra casa». Otro sueño más roto por la pandemia. «Nos habíamos resignado a no poder verlo desde la grada, aunque al menos albergábamos la esperanza de poder verlo desde Unzaga junto a Eskozia la Brava, pero ni eso. Es una sensación agridulce, porque estamos muy contentos de poder tener un Eibar-Cádiz en LaLiga Santander por vez primera en la historia, pero a la vez resulta triste no poder disfrutarlo en vivo».
Aunque pueda resultar difícil entender por qué alguien que vive en la otra punta del país profesa semejante pasión por el Eibar, al escuchar cómo se enamoró de la escuadra armera uno se da cuenta de que el amor no tiene barreras. «Yo tuve un bar en el que nos reuníamos los amigos a ver el fútbol. Somos de una generación obligada a ser del Cádiz y de otro equipo, porque el conjunto amarillo no estaba en Primera. No queríamos ser del Barca o del Madrid por decreto. Y justo entonces subió el Eibar, un equipo chico al que yo ya tenía simpatía de su época en Segunda, de cuando jugaba el gran Jon Kortina», explica José Carlos, que dice orgulloso que sus dos hijos también son hinchas del club eibarrés y que van a la escuela enfundados en las camisetas azulgranas.
«El Cádiz es como la madre a la que adoras y el Eibar es la novia, el amor que encuentras para toda la vida»
«No quiero que gane ninguno y ni me planteo tener que elegir entre uno y otro en caso de descenso»
Amor a primera vista
Recuerda que sintió una punzada en el corazón cuando en el partido del debut en el derbi ante la Real enfocaron a la grada tras el histórico gol de Javi Lara. «Cuando vi aquella grada aún antigua con la propaganda de Hierros Servando me pareció tan puro que sentí que tenía que ser de este equipo, y, aunque aquello acabó en descenso, todos coincidimos en que el Eibar era especial».
Justo aquella temporada coincidió con que el Cádiz disputó la promoción de ascenso a Segunda ante el Bilbao Athletic y antes de entrar a San Mamés, descubrieron que en un puesto callejero «vendían una bufanda que conmemoraba la eliminación copera del Athletic a manos del Eibar, y claro, la compramos. Nos vio un eibarrés que nos presentó al director Jon Ander Ulazia, y cuando le dijimos que estábamos pensando en montar una peña del Eibar, se puso a nuestra entera disposición». A los dos días se certificó el descenso administrativo del Elche, que propició la permanencia azulgrana, de modo que «según montamos la peña, celebramos la permanencia».
Por entonces, reconoce que «éramos solo simpatizantes», pero en el arranque de la siguiente campaña «fuimos a ver un Granada-Eibar y, a partir de ahí, nos hicimos fundamentalistas». Y la pasión ha ido en aumento. «Con todo el mundo que nos hemos ido conociendo ha sido impresionante. Acudimos a ver un Eibar-Celta a Ipurua y allí ya nos hicimos talibanes armeros. Es muy especial para nosotros, porque tienen unos valores con los que nos identificamos».
Para ellos, el Cádiz «es nuestro equipo porque lo hemos mamado desde pequeños, pero al Eibar lo hemos elegido para acompañarnos el resto de nuestra vida. Uno es mi madre y el otro el amor de mi vida», afirma sin reparos.
Sufre por igual con los dos, por lo que de cara a mañana asegura que «no quiero que gane ninguno de los dos. Me dices hace diez años que no quiero que gane el Cádiz y no me lo habría creído».
Se niega a elegir
Por mucho que sepa que los dos son rivales directos en la lucha por evitar el descenso, «ni me planteo tener que elegir entre quién quiero que baje. La liga está muy igualada y confío en que el Cádiz pueda quedarse un poco más y que Mendilibar, que es lo más grande que hay en el fútbol, siga obrando sus milagros».
Quieren vivir lo que este 2020 les ha negado. «Esperemos que el año que viene podamos ir a Ipurua a disfrutar de otro Eibar-Cádiz, aunque avisa que «al primer partido que haya posibilidad de ir al campo, iremos, aunque no juegue el Cádiz». Esto es afición.