Arturo Manchado sirve media docena de churros a un cliente en su churrería de la Plaza Easo. AURA ERRO

El negocio familiar con más de 80 años de historia que resiste en San Sebastián: «Nuestro secreto está en la masa»

Arturo Manchado y su hijo, también Arturo, continúan la saga familiar de la Churrería Arturo en Donostia, un clásico de la Semana Grande

Chloé Falcón Lardière

Domingo, 17 de agosto 2025, 10:15

La churrería Arturo es una incondicional de la Semana Grande desde hace 80 años. «Empezó con el negocio mi padre, luego lo retomé yo y ahora está mi hijo», afirma Arturo Manchado, la segunda generación de esta dinastía churrera. La venta durante las fiestas donostiarras y el resto de celebraciones es más intensa. «Nosotros esperamos con entusiasmo estos días especiales porque tenemos más clientes», reconoce. A día de hoy trabaja en la churrería el hijo de Arturo junto con otra trabajadora. Sin embargo, en Semana Grande pueden llegar a necesitar una mano extra, por lo que deciden reforzar el equipo y contratar a una persona más.

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«Lo que más se vende son los churros clásicos y los que tienen nata o chocolate», afirma. Toda su repostería se vende muy bien en estas fiestas.

Durante la Aste Nagusia no suelen respetar su horario de cierre a causa de la cantidad de clientes que hay hasta altas horas de la noche. «Por lo general solemos terminar entre la una y las dos de la mañana», subraya. No obstante, les permiten tener una hora de margen desde que terminan de servir para poder limpiar todo. «Tras un día de trabajo en la churrería siempre hay muchas bandejas y restos de chocolate que lavar para comenzar bien el día siguiente», dice.

El clima se puede convertir en un impedimento a la hora de vender. Arturo sabe lo que es atender con las temperaturas de San Sebastián y «por el tipo de género que tenemos en la churrería, no nos conviene que haga mucho calor, pero que llueva demasiado nos afecta de forma negativa».

La churrería Arturo se encuentra en la plaza Easo, una zona muy concurrida por los donostiarras y extranjeros que salen del topo. «Por las noches suele haber conciertos y es un momento en el que se acumula mucha gente en la plaza», añade. Las personas que van a los fuegos artificiales pasan por delante y muchos se paran para comprar.

«Para marcar la diferencia el género tiene que ser de calidad, como todo lo que es comida», afirma Arturo. Generación tras generación los Manchado mantienen su compromiso con la utilización de los mejores productos para elaborar los churros y las porras. «El secreto está en saber preparar bien la masa porque, aunque parece sencilla, hay que poner mucha atención en las manos», asegura. Su producción es completamente artesanal: «Nosotros no utilizamos máquinas, la churrera que tenemos para preparar los churros y las porras es manual», dice.

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En Semana Grande cuentan con sus cliente habituales, además de los extranjeros que veranean en la ciudad y alrededores. «Algunos no conocen el producto y les llama mucho la atención. Prueban, les gusta y repiten». Otra clientela fiel que tienen son procedentes de países latinoamericanos: «Son muy aficionados a los churros, además del dulce de leche», reconoce.

Las churrerías locales en los últimos años escasean. «Durante las fiestas vienen casetas ambulantes, pero a lo largo del año prácticamente estamos dos churreros en San Sebastián y es una pena porque es un producto tradicional», asegura. Arturo y su hijo quieren mantener la costumbre de los churros en San Sebastián.

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La churrería es una tradición familiar que ya abarca tres generaciones en la familia Manchado. «Mi padre se llama Arturo, yo me llamo Arturo y mi hijo también es Arturo... Para no tener que cambiar el letrero», bromea. Su padre fue quien le enseñó todo lo que necesitaba saber para llevar hacia delante el negocio. Y más a delante, enseñó todo lo aprendido a su hijo. «Aquí seguimos encantados con nuestra tradición».

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