Kursaal, nuestro paisaje vital

Esto sucedía en un entorno socio-político muy convulso, con ETA muy presente y una situación económica complicada por el azote de la crisis de inicios de los 90 tras la invasión iraquí de Kuwait. A pesar de ello se tuvo el coraje de seguir adelante . En este sentido, debo subrayar la determinación tanto del entonces alcalde de Donostia Odón Elorza como del Diputado General de Gipuzkoa Román Sudupe, representantes al 50% de la propiedad del Kursaal.

Una vez finalizada la obra, en 1999, había que gestionar, transformar todas esas emociones negativas en positivas.

No fue fácil pero con el citado apoyo institucional y un equipo de personas excelente se logró en 5 años revertir la situación, con un modelo de gestión basado en criterios empresariales, orientado a la excelencia, haciendo del Kursaal una «plaza», un lugar de encuentro de todos y para todos. Así alcanzó diversos reconocimientos, en 2001 el premio Mies Van der Rohe al mejor edificio de Europa, en 2002 5º mejor palacio de congresos del mundo y en 2003 el Best marketing Award, además de arrojar resultados económicos positivos desde el inicio.

En definitiva, citando un artículo de aquellos años: «Confesémoslo, el tiempo cura heridas y calma polémicas: el debate que generó el Kursaal pasó a la historia. Muchas de las gentes que pudieron dudar y hasta protestar por los Cubos, los han seguramente aceptado ya en su paisaje vital».