Nuevo radar del alto de Miracruz. Fotos: Gorka Estrada
San Sebastián

16 'flashes' en un minuto en el nuevo radar del alto de Miracruz

Usuarios de la vía se dividen entre el «afán recaudatorio» del Ayuntamiento y quienes defienden el nuevo dispositivo, ya que «ha habido varios accidentes aquí»

Ion M. Taus

San Sebastián

Miércoles, 5 de noviembre 2025, 00:08

Dieciséis destellos en apenas un minuto. Es lo que llegó a registrar, con El Diario Vasco como testigo, el nuevo radar de la avenida Alcalde Jose Elosegui a la altura del alto de Miracruz, en la tarde de este martes en hora punta. Desde su instalación hace un par de semanas a la altura del restaurante Arzak, su luz roja no ha dejado de parpadear al paso de los vehículos que superan los 30 kilómetros por hora, el límite fijado por el Ayuntamiento de San Sebastián en este tramo. Algunos conductores llegan ya con el pie levantado, bien advertidos de su presencia; otros siguen su ritmo, y el flash no perdona. Si no fuera por el semáforo que lo precede, el contador de multas podría ser todavía más elevado.

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El radar forma parte del despliegue más reciente de dispositivos de control en la capital guipuzcoana: dos nuevos equipos, uno en este punto del Alto de Miracruz y otro en la Avenida de Navarra, junto al colegio Jesuitak, además del renovado en el Paseo Doctor Begiristain, frente a Onkologikoa. En total, ya son doce los radares fijos distribuidos por la ciudad, a los que se suma uno móvil que rota por distintos barrios. Donostia, convertida oficialmente en 'Ciudad 30' desde 2021, busca de esta manera consolidar una red de control en casi todas sus vías urbanas, donde la velocidad máxima es de 30 km/h salvo en algunos ejes de entrada y salida, donde se permiten 40 o 50 km/h.

Según datos del Ayuntamiento, entre enero y junio de este año se contabilizaron 1.994 infracciones, la mayoría detectadas por los radares fijos. Una media de once multas diarias frente a los más de 320.000 desplazamientos motorizados que se registran cada día. Las sanciones, reguladas por la DGT, van de los 100 a los 600 euros, con retirada de puntos y, en los casos más graves, incluso sanción penal.

«Llegar a casa todos los meses con un par de multas por ir a 35 km/h te toca bastante la moral»

El consistorio defiende que se trata de una medida de seguridad vial, no recaudatoria, y que la ubicación de los radares responde a un análisis de «puntos vulnerables», como zonas escolares o tramos con alta siniestralidad. Sin embargo, en el entorno del Alto de Miracruz, los vecinos no lo ven tan claro. «Uno más», protesta Ismael Lasa, que pasa a diario por la zona. «Anularon el anterior y ahora ponen este nuevo. Si es por seguridad, bien, pero este no deja de saltar. Además, la gente frena justo antes y acelera después, hecha la ley, hecha la trampa». Aunque Lasa asegura que «si fuera a salvar vidas no tendría ningún problema» con el radar, «llegar a casa todos los meses con un par de multas por ir a 35 km/h te toca bastante la moral», se lamenta. Considera que el Ayuntamiento busca más «la recaudación» que la prevención, ya que en su opinión, el límite de 30 km/h en ese tramo «es excesivo».

Otros vecinos lo ven distinto. Alfonso Acedo, que vive en Riberas de Loiola pero pasa a menudo por Miracruz, defiende la instalación con convencimiento y asegura que «me parece muy bien la medida. Este punto es conflictivo, los coches llegan lanzados. Desde que está el radar, se nota que bajan la velocidad. Ha habido varios accidentes aquí; mejor prevenir». Sobre el vandalismo —el radar amaneció cubierto de pintura esta semana—, lo ve «muy mal. Hoy te molesta el radar, pero mañana el que tiene un accidente es tu familiar. Luego vienen los lamentos».

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Esa división entre la seguridad y la sensación de «ciudad de multas» se repite en casi todos los testimonios. Estefanía, que se mudó a Donostia hace poco, se muestra perpleja ante lo que considera una sobredosis de controles: «Vengo de Madrid y me sorprende. En casi cada calle te encuentras un radar. Y aquí, con esta recta, me da la sensación de que es más para recaudar que por seguridad». Añade que «el límite de 30 por hora es absurdo», y que el hecho de que alguien haya puesto pintura encima «no le parece tanto vandalismo como una protesta».

«Todo el tramo es de 50, y justo aquí lo han bajado a 30, huele a recaudar»

José, motorista de Intxaurrondo, coincide en parte con ella. «Todo el tramo es de 50 km/h, y justo este punto lo han bajado a 30. La gente aún no sabe que está aquí el nuevo radar y pasa a 50 o 60 sin darse cuenta. No noto que el tráfico esté más calmado», dice, convencido de que la medida «huele a recaudar».

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José Luis e Itziar, vecinos de Gros, reconocen que no sabían que se había instalado un nuevo dispositivo, pero «se ve que está cazando a muchos». Aunque ambos admiten que la presencia de un colegio cercano justifica cierto control, también aseguran que «hay zonas donde tiene sentido —dice Itziar—, pero otras… ya se nota que son para sacar unos euros». José Luis recuerda además cómo, hace un tiempo, recibió dos multas en una semana por exceso de velocidad en otra zona de la ciudad sin que el radar estuviera señalizado. «Fui al Ayuntamiento y me dijeron: 'sí, lo acaban de poner'. Luego pusieron un cartel pequeño, pero tarde. Dos multas de 400 euros en una semana. Si es por seguridad, perfecto; pero a veces parece otra cosa».

«Si un radar salva una vida, merece la pena»

Los defensores del radar, como Acedo, replican a las críticas que «si un radar salva una vida, merece la pena». Frente a eso, quienes lo cuestionan insisten en que las limitaciones deberían adaptarse al tipo de vía, como José, que argumenta que «la gente suele pasar bastante despacio en esta zona. Hay dos o tres semáforos, es muy difícil no coger ninguno en rojo, por lo que no creo que sea un punto negro».

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Estos radares de nueva generación —más altos, discretos y con cámaras capaces de controlar varios carriles y sentidos— ya marcan una tendencia en la ciudad. Su aspecto de farola metálica pasa desapercibido para muchos conductores, lo que multiplica los flashes. La cuestión de la señalización también genera controversia. La normativa obliga a advertir al conductor de la presencia de radares fijos con antelación suficiente, pero varios testimonios aseguran que los carteles son «pequeños o poco visibles». Para José Luis, esa falta de claridad alimenta la desconfianza, porque «si realmente lo que quieren es prevenir, que lo señalicen bien».

El Ayuntamiento, por su parte, insiste en que todos los dispositivos están debidamente señalizados y en que la prioridad es proteger zonas vulnerables. Según la concejala de Movilidad, Olatz Yarza, las ubicaciones responden a «criterios técnicos» y se revisan periódicamente para detectar tramos con alta velocidad o riesgo.

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En las redes sociales , mientras tanto, el tema arde: un vídeo del radar del Alto de Miracruz saltando «cada pocos segundos» acumula miles de reproducciones, y los comentarios se dividen entre quienes aplauden la mano firme del Ayuntamiento y quienes hablan directamente de «caja registradora con flash». Algunos usuarios publican comentarios como «cuánto habrán recaudado solo en este vídeo», «ya está amortizado en dos horas», o «gracias por cuidar de nosotros, ahora sí me siento seguro… seguro que voy a caer». Hay también quien apunta a la desigualdad de criterios: «Que el radar funcione en horas escolares, no de noche o fines de semana», pedía un usuario, mientras otro recordaba que «ya hubo un atropello grave de un niño en ese mismo punto».

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