macarena tejada / lara ochoa / ainhoa múgica
Miércoles, 5 de enero 2022
Han tenido que esperar dos años. Pero este miércoles, «por fin», los Reyes Magos volvieron a recorrer las calles de Donostia bajo la atenta mirada de los más pequeños, que el año pasado echaron de menos ver a sus Majestades de Oriente por la ciudad antes de que repartieran los regalos de casa en casa. La pandemia truncó la tradicional cabalgata de Melchor, Gaspar y Baltasar en 2021, pero este año la magia ha vuelto a San Sebastián, donde el recorrido se amplió para evitar aglomeraciones y que nadie reciba un positivo como obsequio esta mañana. Y es que en las cartas que han recibido durante estos últimos días, la salud es uno de los deseos más repetidos tras el estallido de contagios por ómicron.
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Pero este miércoles el coronavirus se quedó en un segundo plano. La ocasión así lo merecía. No todos los días uno puede saludar a Melchor, Gaspar o Baltasar. Aunque con distancia de por medio, ver a los Reyes Magos despierta una sensación en la boca del estómago que los txikis no saben cómo explicar. Y si no que se lo digan a Julen, que nada más avistar a Melchor, su rey favorito, en su carroza, empezó a sentir un tembleque «de los nervios». Le dijo adiós con la mano y pronto volvió a saludar a Gaspar, que se giró hacia él a la altura del parque de Araba, al inicio de Sancho el Sabio, en la ampliación del recorrido que se hizo por la pandemia.
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La primera carroza fue la más comentada por el público. «Es un rey vasco, Meltxor», comentaba entre risas un grupo de madres y padres, haciendo referencia al cartel colocado en el carruaje de su Majestad de Oriente, que saludó a todos los pequeños, independientemente del lugar en el que se encontraban: subidos a farolas, en brazos de sus familiares, a pie de carretera... Lo hizo, eso sí, con la mascarilla puesta, como el resto de donostiarras que se acercaron al desfile -y también los participantes en él-, que cumplieron las recomendaciones sanitarias de la mejor manera posible. Sin paraguas, gracias al descanso que dieron las lluvias, la mascarilla fue el accesorio estrella entre los menores -y también entre los adultos-, de todo tipo de colores y estampados.
Mascarilla para seguir su ruta
Los Reyes Magos de Oriente y sus pajes quisieron prevenir y llegaron a Donostia con el protector respiratorio puesto, que no se quitaron en ningún momento. Seguramente para evitar un contagio de última hora y poder seguir a rajatabla el plan de la noche, en la que dejan regalos en todas las casas donostiarras. Aunque lo hicieron con el 20% menos de efectivos. Un centenar menos de personas han participado en la cabalgata este año, pero Melchor, Gaspar y Baltasar trajeron hasta San Sebastián a sus ayudantes de confianza para no dejar a ningún niño sin regalo.
La reducción de personal, sin embargo, no truncó la fiesta. Dos años después, muchos quisieron inmortalizar el momento sacando la mejor foto y vídeo posible. Para algunos era la primera vez viendo a sus Majestades de Oriente. Y ese debe ser un día para el recuerdo. Lo que sí se echó en falta en algunos tramos de recorrido fueron los caramelos. No hubo lanzamiento y, aunque estaba previsto que se repartieran a pie de calle, no ocurrió así en todas las zonas. Pero la magia permaneció intacta.
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Desde la mañana
Los Reyes Magos llegaron a San Sebastián el miércoles por la mañana. Sus Majestades de Oriente llegaron puntuales a las 10.30 horas a la Casa de la Paz de Aiete. Primero salieron a saludar al balcón y luego bajaron al parque donde sus pajes tuvieron la oportunidad de recoger las cartas de los más pequeños. Telmo Morán de seis años acudía a la recepción real en compañía de su hermano Luca y su aitona Angel. «Mi rey favorito es Gaspar y he pedido a los Reyes Magos una casa del árbol», señalaba este niño donostiarra que portaba su mascarilla de la Real Sociedad. Gaspar declaró a este periódico, «tenemos muchos regalos que repartir, no queremos que ningún niño se queje de que no le han traído todo lo que han pedido». Melchor apeló a la responsabilidad durante la celebración de la cabalgata y que todo el mundo llevara puesta la mascarilla. «Poner los zapatos limpios, un poquito de turrón o de leche para los camellos». Baltasar recordaba a los niños, «a la cama pronto a dormir que habrá regalos para todos»
Tras saludar a los niños en Aiete, Melchor, Gaspar y Baltasar se subieron a un coche de estilo clásico para dirigirse a diferentes barrios de la ciudad para recibir el cariño de los txikis y al mediodía llegaron al Ayuntamiento donostiarra donde se celebró la tradicional recepción.
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El coche clásico les trasladó durante la mañana por diferentes zonas del municipio, empezando por Amara, Riberas de Loiola y Txomin Enea y pasando por Martutene, Altza, Intxaurrondo, Errotaburu, Benta Berri, Antiguo, La Concha y Centro, para terminar en el Ayuntamiento.
En cada parada -hasta seis en total-, Donostiako Festak dispuso una pasillo vallado para que las familias pudieran ver de cerca a los Reyes Magos sin riesgo para la salud. En todo momento se mantuvo la distancia de seguridad y no hubo besos ni abrazos, en cumplimiento del protocolo Covid para prevenir contagios. Sus Majestades expresaron su deseo de que el próximo año sea ya posible eliminar esta barrera de frialdad y los niños puedan acercarse, tocarles y sentarse en su regazo, como manda la tradición.
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Al margen de las exigencias del guion pandémico, la visita a los barrios no estuvo exenta de incidencias. En Lugaritz, bajando el vial, el chófer de Melchor, Gaspar y Baltasar se despistó al no conocer bien la ciudad y tomó el camino equivocado, lo que ha provocado que el coche se separara de la comitiva y estuviera perdido cerca de veinte minutos.
Esto retrasó el resto de actos programados y los Reyes Magos salieron a Alderdi Eder más tarde de lo previsto. Sin embargo, al haberse ampliado media hora el tiempo de recepción oficial en la terraza del Ayuntamiento, ningún niño se quedó sin subir a la jaima exterior donde descansaban del largo viaje -recién estrenada para la ocasión- y hacerse una foto junto a ellos. La expectación fue enorme. Los primeros de la cola habían tomado posiciones dos horas y media antes y cuando Sus Majestades aparecieron la fila alcanzaba casi la gran noria instalada en la plaza de Cervantes. La explosión de júbilo al verles en escena fue comparable a la de un gol de la Real o el arranque pirotécnico de un concierto de rock.
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A las 17:40 horas se cerró el acceso a la terraza del Ayuntamiento. Tras recoger las cartas de los niños en Alderdi Eder, Melchor, Gaspar y Baltasar se subieron a sus carrozas para dar inicio a la cabalgata.
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