«Con nuestro cochecito, llevamos el nombre de Donosti por el mundo»

– Aunque Bebelux está ligada en la actualidad al mundo de los juguetes, comenzó vendiendo coches para bebés.

– Sí, mi padre fundó la empresa haciendo puericultura. Siempre ha querido transmitir la elegancia de la Belle Époque que caracterizó a San Sebastián y el estilo inglés. De hecho, creó un diseño que llevaba el nombre de Diana, por la princesa de Gales. Lo más importante es que todos los modelos se fabrican a mano aquí.

– ¿Esa es una de las señas de identidad de su empresa?

– Sí. Cada coche es diferente y todos se fabrican de modo sostenible. Su calidad hace que quienes los guardan en el trastero los tengan, 40 años después, en perfecto estado, impolutos. Otra característica súper importante es que somos una empresa familiar en la que los trabajadores llevan años con nosotros. Algunos son matrimonio, como uno en el que el marido es soldador y la mujer, montadora. Cada uno tiene su horario para conciliar porque mi padre era consciente de la importancia de tener un trabajador feliz.

– ¿En qué momento pasan de los coches de bebés a los de muñecas?

– Con el tiempo, mi padre se dio cuenta de que podía hacer una réplica. Empezó haciendo el famoso cochecito Donosti, de color azul marino, en pequeño para muñecas. Más tarde, nos centramos solo en el juguete y comenzamos a sacar una gama muy extensa. Empezamos a trabajar los colores pastel y el liberty. El azul marino dio paso al rosa. También nos centramos en las alturas, porque no es lo mismo una niña de ocho años que otra de doce.

– Así que a los más pequeños de la casa les sigue gustando jugar con muñecas a pesar de las pantallas...

– A todo el mundo le gusta jugar con muñecas y nuestros cochecitos. Llaman mucho la atención cuando los ves en la calle, por no hablar de las ventajas a las que está ligado el juguete tradicional. También tenemos madres y abuelas que lo compran para sus hijas y nietas, aunque más pensando en ellas que en las niñas. Les gusta el juguete nostálgico de estética retro. Es atemporal. Te dicen que quieren uno porque les recuerda al que les llevaban de pequeñas o lo quieren porque en su infancia no lo tuvieron.

– ¿Como una cura para su infancia perdida?

– Sí, pero si algo nos ha dado un empujón es el tema del bebé reborn –muñecas que representan a bebés hiperrealistas–. Hay personas adultas que nos piden coches, aunque al principio te dicen que es para su nieta o su sobrina. Al final, nos acaban diciendo que es para ellas y las asesoramos. Son personas que valoran la artesanía, cada puntada, el color del hilo, el ribete… La experiencia de compra le encanta a la clientela. Personalizamos los productos bordando sus nombres o fabricándolos en los colores que prefieren. Luego hemos ido haciendo más cositas además de los coches.

– ¿Cómo cuáles?

– Un columpio, el chupetero, el cambiador, burbujas para carritos, cunas, capazos de viaje, sillas, una trona, cojines...

– Tengo entendido que los cochecitos Donosti traspasan fronteras. ¿Es eso cierto?

– Exportamos mucho. Donde más coches vendemos es en Andalucía, sobre todo, en Cádiz y Sevilla. Nos llaman pidiendo «un carro Donosti» o «un Donosti chico». ¡Es una pasada! La semana pasada mandé un Donosti a Finlandia.

– ¿En serio? ¿Tan lejos viajan?

– Sí. También a Estados Unidos, Canadá, Turquía, Arabia Saudí… Donde más vendemos es en el Reino Unido, por el estilo y porque allí valoran un montón el fabricado a mano. Sin embargo, el brexit nos está haciendo mucho daño. Yo siempre aprovecho para contarles a nuestros clientes que Donosti es el nombre en euskera de nuestra ciudad.

– Así que hace promoción de la capital guipuzcoana…

– Con nuestro cochecito, llevamos el nombre de Donosti por el mundo y además, las fotografías promocionales las hacemos en escenarios reconocibles de la ciudad, como el Muelle, las cercanías del Ayuntamiento, Aiete, el Buen Pastor… Si Eneko Goia supiera cómo damos a conocer San Sebastián... No sé cómo aún no nos han dado el Tambor de Oro (ríe).

– El Donosti también ha conquistado a algunos famosos...

– Entre ellos, Fran Rivera. Compró el cochecito en rosa para su hija. Su mujer, Lourdes Montes, nos etiquetó en una publicación de Instagram. También hay muchas influencers que nos hacen encargos.