Maite Iceta, agachada en el centro de la imagen, con vecinos de Kinyabalanga. Fotos: Asociación Kinyabalanga Nyamizi y Arizmendi
San Sebastián

25 años de solidaridad en las islas 'donostiarras' del Congo

La Asociación Kinyabalanga Nyamizi, creada en Donostia por siete amigas, ha implantado proyectos de educación y sanidad básicos para el desarrollo de la población

Iker Marín

San Sebastián

Viernes, 12 de septiembre 2025, 07:19

Las islas de Kinyabalanga, Nyamizi e Irhé están situadas en el lago Kivu, en el este de la República Democrática del Congo. Una zona fronteriza ... con Ruanda, marcada por verdes tierras altas. El lago Kivu que domina ese paisaje está lleno de islas. Entre ellas, las tres 'donostiarras'. Más de 9.000 kilómetros nos separan del país africano, una distancia inmensa que la solidaridad donostiarra ha reducido a lo largo de los últimos 25 años hasta lograr que las condiciones de vida de los más de 4.000 habitantes de esas tres islas sean más que dignas. Todo ello gracias a la labor de la Asociación Kinyabalanga Nyamizi, una oenegé pequeña pero muy efectiva.

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La historia de esta entidad no se entendería sin Maite Iceta, misionera de la Compañía de María, que fue destinada a esta zona del Congo para fundar un instituto. «Una de las veces que vino a Donostia contactó con seis amigas para ver si le podíamos ayudar a comprar pupitres para la escuela», recuerda Loli Valls, componente de la junta directiva de la entidad. No solo la ayudaron, sino que crearon la asociación en el año 2000. Julia García, Marina García, Ana Barruso, Maite Iceta, Gemma Idigoras, Maite Irurueta y Loli Valls, con la inestimable colaboración durante los últimos años de Amaia Grijalbo, han logrado cambiar la vida de los habitantes de esas tres islas. Ellas y la «solidaridad de ciudadanos y empresas donostiarras».

«Los niños morían de hambre»

Mucho han cambiado las cosas en los últimos 25 años en Kinyabalanga, Nyamizi e Irhé, «donde los niños se morían de hambre». Tras la llamada de auxilio de Iceta, comenzaron a trabajar en la isla de Kinyabalanga, la más grande. «Después, vistas las necesidades de las otras dos», también empezaron a ocuparse de Nyamizi e Irhé. «Y tuvimos muy claro desde el principio que nuestra labor se debía centrar en la salud y la educación», añade Iceta, ya jubilada.

La apuesta por la educación era muy importante porque el Congo no pagaba a los maestros, «debían hacerlo los padres y muchos de ellos no tenían dinero», explica. Una vez la asociación tuvo claro los objetivos de su proyecto, tomaron la decisión de comenzar a pagar el sueldo de 7 profesores. «Lo hicimos con una condición para los padres, que todos los niños fueran a la escuela», dice. Esa decisión supuso que entre los años 2000 y 2012 escolarizaran de forma progresiva en las escuelas primarias a todos los niños de las islas. No contentas con el logro, «impusimos un sistema de becas para la secundaria, lo que ha supuso incluso que alguno de esos niños fueran luego a la universidad. Ahora alguno de ellos son profesores en las islas», afirma con orgullo.

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La otra gran preocupación de la oenegé fue darle la vuelta a la situación sanitaria de los habitantes de las islas. Pone Iceta un ejemplo muy gráfico de la situación que se encontraron al llegar allí: «Ningún niño se había vacunado jamás. Logramos que nos subvencionaran los medicamentos y pudimos vacunar a todos los niños», relata. El siguiente paso fue construir una enfermería y contratar a un enfermero que se trasladaba en barco por las tres islas.

La situación ha mejorado en estos 25 años. Han logrado que haya un enfermero en cada isla, las mujeres dan a la luz sin peligro y se ha reducido el cólera y otras enfermedades del aparato digestivo prácticamente a cero.

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Aperitivo solidario, el sábado

La labor solidaria de la entidad continúa hoy en día en esta zona del Congo. Cuenta Amaia Grijalbo que tienen contratada en el terreno «a una persona local con formación superior, que se encarga de supervisar nuestros proyectos». Además de todo el trabajo realizado durante los primeros años de andadura en las islas, la oenegé basa su labor en la actualidad, entre otros muchos proyectos, en la compra de medicinas, clases de alfabetización de adultos, pago de cuotas en educación, clases de corte y confección, reforestación, construcción de habitaciones para los maestros, construcción de nueve pozos y arreglo del molino de viento para la extracción de agua o la construcción de letrinas, de barcas y piraguas.

El gasto anual entre proyectos fijos y extras alcanza para esta asociación los 60.000 euros, que pagan gracias a sus colaboradores, donantes puntuales así como instituciones. Todo aquel que desee ayudarles puede escribir a info@kinyabalanga.org.

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Con el fin de celebrar sus 25 años de andadura y agradecer la labor de todos los donostiarras que les han ayudado, mañana al mediodía van a celebrar en el Náutico un aperitivo solidario, con el aforo ya completo.

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