Un muelle abarrotado se rinde al 'kalparrapower'
Los aficionados de San Pedro y Tolosaldea eran los más felices entre la multitud que se dio cita para ver la clasificatoria
El muelle donostiarra y el Paseo Nuevo fueron testigo ayer de una de las clasificatorias más multitudinarias que se recuerdan en los últimos años. «Hay casi tanta gente como el segundo domingo de la Bandera de La Concha», coincidían en señalar muchos aficionados arraunlaris, a los que les costaba avanzar por las escaleras del Aquarium.
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El mejor termómetro para medir la expectación generada fue la rampa, convertida en un arcoíris que fue mudando de piel para recibir a cada una de las traineras en liza. Del rojo al verde, pasando por el amarillo, el azul, el rosa y el resto de tonalidades que llenaron de vida durante la tarde la capital guipuzcoana. Las aficiones llegaron cargadas de un arsenal de canciones, gritos de guerra e ilusión, porque se trataba de un día «para soñar». «Y cualquier cosa es posible aquí», decía un seguidor de San Pedro. Sus palabras iban a ser premonitorias.
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Una hora más tarde, se dictaba sentencia. El veredicto provocó una oleada de felicidad. La aparición de la Libia en el muelle se tradujo en una sinfonía de gritos, aplausos y canciones entre la marea de seguidores que ha hecho ya popular la expresión 'kalparrapower', para definir a los tocados por la herencia del emblemático patrón Aita Manuel.
«Este año nos tocaba, por fin. Estamos felices», aseguraba una cuadrilla de amigos sanpedrotarras. «Nosotros no teníamos dudas de que íbamos a entrar. Además, la directiva nos había prometido unos pases para el domingo en el palco de honor. Estamos encantados», comentaban Yasser Unai, Jon Ander, Herder y Kerman, remeros juveniles de la cantera morada.
«Cuando lleguemos a San Pedro la vamos liar, porque esto es un premio. Los que se han quedado en el pueblo están deseando que volvamos. Nos esperan en la esquina del bar Amura», aseguraban las hermanas Aitziber y Arantza Zurutuza.
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Felicidad en Tolosaldea
Los aficionados de Tolosaldea tampoco se quedaron atrás a la hora de recibir a sus chicas, que lograban el pase para los próximos dos domingos. «Y eso que solo tienen 18 años de media», decía una joven vestida con la camiseta azul. «Queríamos que se oyera que somos de Tolosa. Teníamos ganas de estar en La Concha. Ahora hay que esperar que la comarca se movilice de cara al domingo», señalaba Jaione.
Con bandera en mano bajaba a la orilla del mar la errenteriarra Marisa Pescador, dispuesta a abrazar a las remeras de Hibaika, otras de las afortunadas de la jornada. «Siempre venimos a apoyarlas, porque se lo merecen y más este año que han entrado muchas jóvenes. Son unas luchadoras. Entre ellas, mi sobrina, Eli Pescador. Mi otra sobrina, Ane, también rema, pero en San Juan», afirmaba.
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Sonrisas y lágrimas
La marea roxa se reactivaba para dar ánimos a las Batelerak de Pasai Donibane y a los chicos de la Erreka. Las primeras se hacían con el billete a la olimpiada del remo. Sus compañeros se centrarán en el playoff para luchar por la permanencia en la Eusko Label Liga. «¡Aúpa San Juan tra-ka-tra!», gritaban quienes les aguardaban en el muelle. Sus palabras tenían como eco un «mírala, mírala, mírala, bizkaitarra», en boca de los aficionados de Kaiku, cuyas remeras bailaban y se abrazaban sonrientes dentro del agua.
La otra cara de la moneda la representaban las chicas de Cabo, que, a pocos metros, no podían contener las lágrimas de impotencia por no verse tocadas por la suerte. «Otro año será», se lamentaban.
Los aficionados arraunlaris se preparan ya para el siguiente asalto en esa rampa que dentro de cuarenta y ocho horas volverán a inundar de tantos colores como ilusión. Son la otra sangre que alimenta las traineras. «El domingo volveremos para animarles», aseguraba un seguidor de la Libia. Era una promesa.
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