Volveremos
En estos días de pandemia los periodistas deportivos no somos importantes. Estamos en un segundo, tercer, cuarto o incluso último plano de la actualidad. Es ... normal. Mientras el mundo se para, la gente sufre, especialmente nuestros mayores, y la economía entra en estado de letargo, qué sentido tiene hablar de deportes, cuando además todas las competiciones están paradas sin fechas claras de retorno.
Pese a ello, y aunque entiendo que puede resultar hasta banal escribir de la Real Sociedad, no me resisto a hacerlo, ya que todos los días recibo infinidad de mensajes y llamadas que me interrogan sobre si Liga y Copa llegarán a su final. Y lo hago, claro, con la intención de mandarles un mensaje alentador. Ahora más que nunca, es bueno intentar evadirse aunque sea solo unos minutos y poner nuestra mente en positivo.
Son casi las dos de la madrugada de ayer lunes. Acabo de terminar mi trabajo diario en este periódico -teletrabajo, claro-, y un silencio demoledor me chirría en los oídos. En mis ventanas, por supuesto, lucen hasta tres banderas de la Real que parecen mirar la calle con incredulidad. Lo que ven no es más que un desierto de coches parados y algunas luces tenues de las farolas. Una imagen desoladora ahora que toda la vecindad duerme,. La única vida la ponen unos árboles famélicos que esperan engordar tras la llegada de la primavera.
En medio de ese silencio atronador, me asomo al balcón y prácticamente llego a ver la cubierta del Reale Arena, ese estadio en el que tanto estamos disfrutando esta temporada. Y digo estamos, porque ni mucho menos esto ha terminado. No sé cuándo ni cómo, pero estoy seguro de que volveremos a nuestra casa a seguir gozando con este gran equipo que nos ha construido Imanol. Seguramente lo haremos ya en manga corta, con un tiempo más playero que futbolero, pero eso es lo de menos.
Parece que ha pasado ya más de un mes desde el último partido de la Real, pero justo hace hoy dos semanas del triunfo de Ipurua, que dejó a los nuestros en puestos de Liga de Campeones y con un calendario favorable, al tener por delante tres de cuatro partidos en el citado Reale.
Queda tiempo, como digo, para eso, y ahora lo que toca es quedarse en casa, pero no podemos ni debemos perder la ilusión en lo que nos espera. Yo por lo menos lo veo así. El parón no viene bien a nadie pero nuestra Real tiene que buscarle su beneficio. Aunque entiendo que no es fácil para los profesionales mantener la forma en esta situación, los más cansados pueden recuperar frescura; los más castigados mentalmente, limpiar su cabeza; los lesionados, como Illarra y Zuru, seguir dando pasos hacia delante, y los tocados, como Odegaard, recuperarse del todo.
La Real tiene la plantilla más joven de Primera, lo que también ahora debe jugar a su favor y seguro que no hay un solo vestuario en el que haya más ilusión ante los doce partidos que restan, once de Liga y esa final de Copa que ni a mi ni seguro que a ustedes se nos va de la cabeza.
Además, Imanol tiene un plantel amplio que ya ha dado la mejor respuesta cuando han tenido que jugar los menos habituales. Y en ese sprint final que llegará, porque llegará, los partidos se van a acumular en muy pocos días. Y será la plantilla la que termine por llevarnos hasta el cielo futbolístico que tan ansiosos esperamos. Porque si algo va a hacer falta cuando regrese la competición, no va a ser un equipo, un once, sino un grupo extenso, fuerte, seguro y competitivo. Y la Real lo tiene.
Motivos hay, como ven, para mantener la ilusión. Al menos la futbolística. Estoy seguro de que los blanquiazules van a demostrar su enorme profesionalidad en estos días en los que cada uno tiene que trabajar su preparación física de la mejor forma que pueda. Así, seguro que lo que estamos viviendo no será más que un punto y seguido y el equipo llegará de la mejor forma posible a esos doce partidos finales. Porque se jugarán. Veo, no solo en el fútbol, sino en otras especialidades también, que muchos clubes que están en puestos de descenso abogan por la suspensión de la temporada, dejando sin valor los ocho meses de competición que llevamos. Y al revés, algunos de los que están arriba quieren acabar y que valga la clasificación. Ya saben, por el interés te quiero, Andrés. No es mi caso, porque no sería justo. Esto tiene que acabar. Y acabará. Y en el caso de la Real, si el fútbol es justo, acabará bien. Seguro.
Ojalá que este paréntesis extraño, duro y doloroso para muchos, pase rápido y la pesadilla dé paso de nuevo a un sueño que es real. Mientras tanto, toca quedarse en casa, cambiar los aplausos de Anoeta por los del balcón y cuidar de la mejor forma a los nuestros, especialmente a los mayores. Suerte, paciencia, ánimo y mucha fuerza.
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