Las diez noticias clave de la jornada
50 años del debut de Jesús Mari Zamora en Primera

«Subí un martes a entrenar y Elizondo ya me dijo que sería titular el domingo»

El autor del gol en Gijón que dio la primera Liga a la Real bucea en sus orígenes en el 50 aniversario de su debut en Primera

Sábado, 15 de febrero 2025

Hablar de Jesús Mari Zamora (Errenteria, 1955) es hablar de la época gloriosa de la Real. Su gol desató una locura colectiva en Gipuzkoa que ha trascendido generaciones, pero el eterno '10' txuri-urdin también tuvo unos orígenes que, al cumplirse este domingo el 50 de aniversario de su debut en Primera, desvela en esta entrevista exclusiva plagada de anécdotas y vivencias desconocidas para el aficionado.

– Le veo tan fino como cuando jugaba...

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– Tengo el mismo peso que cuando me retiré en 1989. Siempre he cuidado mucho la nutrición ... y he hecho deporte. La pena es que la lesión que tuve en la rodilla me ha impedido correr, que me gustaba mucho, o hacer surf, que es algo que siempre me ha llamado la atención. Pero ando mucho en bici, suelo hacer salidas de hasta 160 kilómetros, y en invierno practico el esquí de fondo en Candanchú.

– ¿Por dónde sale en bicicleta?

– Por aquí me gusta ir por la costa hasta Deba o meterme por el interior hacia Azpeitia y Errezil, o si no, recorrer el norte de Navarra hacia Doneztebe. Tengo tengo otro grupo en Mallorca para andar cuando voy de vacaciones.

– ¿Desde cuándo no le da una patada a un balón?

– Jugué un partido con exjugadores a los 15 años de dejarlo y hasta hoy. La rodilla no me permite hacer actividades de impacto. Ya me habría gustado jugar...

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– Mañana se cumplen 50 años de su debut en Primera. ¿Qué recuerda de aquellos días?

– Todo empezó un lunes cuando me cruzo en Errenteria con mi hermano y me dice que han llamado del club para que vaya a entrenar al día siguiente con el primer equipo a Atocha. Pensé que era una de sus bromas pero cuando llegué a cenar el aita me dijo que era verdad, así que al día siguiente allí me presenté.

– ¿Cómo fue aquella primera vez?

– Recuerdo que no tenía sitio ni para cambiarme porque estaba todo cogido. Era un vestuario que imponía porque gente como Martínez, Gorriti, Urreisti, Arzak, Amas o Ansola me podrían llevar 12 años. Andoni Elizondo, el míster, me cogió y habló conmigo antes del entrenamiento.

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– ¿Qué le dijo?

– Tres cosas: empiezas a entrenar con el primer equipo, el domingo vas a ser titular en Málaga y cuando acabe el entrenamiento vas al club a firmar el nuevo contrato. Y así fue, subí un martes a entrenar y ya me dijeron que el domingo iba a jugar.

– ¿Se acuerda de a cuánto ascendía aquel primer sueldo?

– En el Sanse cobraba unas 8.000 pesetas al mes –50 euros– y en el primer equipo serían unas 30.000 pesetas –180 euros–. Fui con el aita y firmamos el contrato que nos ofrecieron. Entonces no nos preocupaba el dinero. Lo que había que hacer era jugar, demostrar, crecer y luego ya vendría el momento con los años de pedir un buen contrato. Hasta 1980, cuando ya era internacional, no discutí un contrato a José Luis Orbegozo. Firmaba lo que me ponían encima de la mesa.

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– ¿Intuía que iba a dar el salto a la Real o fue una sorpresa?

– Llevaba año y medio en el Sanse y en pretemporada Iñaki Sarriegi, nuestro delegado, ya me dijo que tenía opciones. Yo no me descentré y creo que como esos seis primeros meses de la 74/75 en el Sanse no he jugado nunca. Es cierto que la presión de Tercera no es la misma de Primera, pero me sentía increíble.

– ¿Ya jugaba de interior por la izquierda?

– No. Lo hacía de mediocentro con el '8' a la espalda, donde ahora juega Zubimendi. Lo que pasa es que entonces no había un centrocampista posicional, los tres podíamos llegar al área mientras nos releváramos entre nosotros. Los dos meses antes de subir, Expósito me pudo en la izquierda porque se había lesionado Salva Iriarte. No sé por qué lo hizo porque yo era diestro y entonces no se ponía a nadie a pierna cambiada. Pero en esa posición hice toda mi carrera. El hueco que dejé en el centro lo ocupó Periko Alonso, que luego sería el mediocentro de la Real campeona.

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– ¿Cómo decidió Elizondo subirle si en aquella época la Real y el Sanse no jugaban nunca el mismo fin de semana en casa y no podía verle jugar?

– Entonces no había directores deportivos ni esas cosas, pero la relación entre todos los entrenadores del club era muy estrecha. Con el tiempo me enteré de que en pretemporada Elizondo estuvo viendo un partido nuestro contra el Real Unión y le preguntó a Expósito si yo jugaba siempre tan bien. «No, normalmente juega mejor», le contestó Javier. Yo creo que ahí empezó todo.

– Debutó con derrota en Málaga por 2-0. ¿Qué imagen guarda de aquel día?

– Que hacía mucho calor y que el campo, como todos los del sur, estaba muy duro. Recuerdo que se lesionó Pela Arzak y no volvió a jugar más en su carrera, y que el Málaga nos ganó bien. Tenía tres argentinos que jugaban muy bien, sobre todo Guerini, que después fichó por el Real Madrid.

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– ¿Cómo era aquella Real?

– Un equipo en transición entre los que quedaban del ascenso en Puertollano como Gorriti, Martínez, Urreisti y Gaztelu, más Amas que había vuelto del Espanyol, y gente joven que luego estaría en el equipo campeón como Kortabarria, Arconada, Idigoras o Satrustegui. Venían de dos años con Iriondo de entrenador en los que habían practicado un fútbol más combinativo, no de tanto juego en largo, que les había ido bien porque se clasificaron por primera vez para la UEFA en 1974.

Partido del debut de Zamora en Atotxa, el 23 de febrero de 1975 contra el Betis. Arriba: Artola, Murillo I, Gorriti, Elkoro, Kortabarria, Uranga. Abajo: Corcuera, Amas, Satrústegi, Zamora, Idígoras

– Nunca había caído en que debutó bastante tarde, con 20 años, en comparación con otros jugadores como López Ufarte, Bakero, Griezmann u Oyarzabal que lo hicieron antes. ¿Por qué?

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– Con 13 años la Real ya me quiso fichar cuando jugaba en la playa con el Don Bosco, mi colegio, pero yo estaba a gusto allí porque éramos todos de la cuadrilla y teníamos un entrenador muy bueno, Kike Arizmendi. Lo pasábamos fenomenal. Hasta los 17 no fiché por la Real y ese año me quedé en el Don Bosco hasta terminar juveniles, de forma que entré directamente al Sanse. El salto fue muy grande y los primeros meses lo pasé mal porque había mucha diferencia en el ritmo. Si hubiera fichado antes por la Real habría estado más hecho y habría debutado antes en Primera. Pero no era algo que me importara llegar antes o después.

Orígenes

«La Real me quiso fichar desde los 13 años pero me quedé en el Don Bosco hasta los 18. Éramos todos de la cuadrilla y disfrutaba»

– ¿Ya había hecho la mili?

– Que va. Ésa es otra. A los dos meses de debutar, en abril, tuve que hacer los tres meses de campamento en Vitoria, así que me perdí el final de Liga y la Copa, que se jugaba a continuación. Recuerdo que jugamos en Salamanca y a la vuelta el autobús del equipo me dejó en el cuartel.

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– Inimaginable hoy en día...

– Fíjate que un mes más tarde jugamos en San Mamés y dos compañeros de la mili me dicen para ir a Bilbao. Pedí tres entradas al club y ahí me ves vestido de soldado en la grada viendo a mis compañeros cuando ya entonces era titular. Así eran las cosas en aquella época.

– ¿Y lo de llevar el '10'?

– Iba por posiciones. Entonces no había números fijos, sino que los titulares se repartían del 1 al 11. El interior derecho llevaba el '8', el mediocentro el '4' y el interior izquierdo el '10'. Los defensas cogieron sus camisetas, los delanteros las suyas y a mí me quedó el '10'. Así fue.

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– ¿Cómo era el Zamora de aquellos inicios como futbolista?

– Entonces había mucho respeto a los veteranos. El que llevaba la manija en el centro del campo era Amas. Jugábamos en una especie de 1-4-4-2 con Idigoras y Satrústegui arriba. Yo jugaba en el centro del campo a la izquierda y me tocaba hacer trabajo físico, ir de un lado a otro, porque los que teníamos que correr éramos los jóvenes. Hasta que no pasaron un par de años y fui asumiendo galones en el vestuario no empecé a desarrollar todo el juego que tenía con balón.

– ¿Pensaba que seis años después podrían ser campeones?

– ¡Qué dices! La verdad es que no mirábamos a largo plazo. Solo disfrutábamos jugando. Para mí era ponerme el pantalón corto en los partidos o en los entrenamientos y se paraba el mundo. Jugar a fútbol es lo mejor que yo sabía hacer y lo que me hacía feliz. Lo que me definía. Con eso lo tenía todo. No sentí la presión hasta 1980 cuando peleamos por el primer título de Liga.

– Ahí se disfruta menos, ¿no?

– No te creas, también. Yo dejé de hacerlo con la lesión de rodilla en 1982. Saber con 27 años que no vas a recuperar tu nivel anterior fue difícil de aceptar. La mitad de mi carrera, hasta 1989, la hice estando físicamente al 60% porque perdí fuerza y velocidad. Nunca fui el de antes.

Lesión de rodilla

«De 1982 a 1989 jugué aun nivel físico inferior al de antes. Muñoz me llamó para la selección y le dije que no volvería a ser el mismo»

– ¿...?

– Te voy a contar una anécdota que nadie sabe. Siempre se ha dicho que Miguel Muñoz, seleccionador tras el Mundial'82, se cargó a los jugadores de la Real por lo mal que se nos dio aquel campeonato. Y no es verdad. A mí me llamó después de operarme cuando volví a jugar para llevarme a la selección. Y le tuve que decir: «Míster, no puedo. Al nivel de antes no voy a llegar». Ahí se acabó mi etapa en la selección. Y a Satrus también le iba a llevar de no lesionarse.

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Mundial de España 82. Zamora en acción en el partido ante Inglaterra.

– Pero años después ganó la Copa en Zaragoza en 1987 y fue titular en aquella temporada de los dos subcampeonatos en Liga y Copa...

– Sí, pero ya era otro futbolista. Jugaba en base a mi fortaleza mental, a la técnica y a la experiencia. Si hubiera sido solo por mi condición física, no habría podido mantenerme en la élite.

– Debutando tarde, yendo a la mili, con una grave lesión de rodilla y aun así se quedó a diez partidos de los 599 de Gorriz. ¿Cuántos podría haber jugado con los medios de hoy?

– Si ya creo que nuestros números son extraordinarios, si hubiéramos dispuesto de plantillas más amplias para tener descanso y los cuidados de hoy en día, habrían sido mucho mejores. Entonces entre 12 ó 13 lo jugábamos todo: pretemporada, Copa, Liga, Europa, selección...

– ¿Alguna vez ha pensado qué habría sido de Zamora sin el gol de Gijón?

– De Zamora no sé, pero estoy seguro de que no habríamos ganando ningún título. Recuerdo que dos años antes, en 1979, el Sporting estuvo muy cerca de ganar la Liga y se le fue. Luego perdería dos finales de Copa en 1981 y 1982. A nosotros se nos escapó una liga en 1980 en Sevilla que teníamos ganada y supimos darle la vuelta para ganar en Gijón.

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– Pero estuvieron al filo de la navaja. ¿Eran conscientes de que quedaba tan poco?

– Yo pregunté un poco antes al banquillo y me dijeron que faltaban diez minutos. Y metimos el gol y se acabó. La historia nos debía ese título.

– Pero ese gol le ha definido desde entonces...

– El gol lo metí yo, y estoy muy orgulloso, pero lo podía haber metido cualquiera. Fue el gol de todos, de los 10.000 que estuvieron en Gijón y de los que siguieron el partido en San Sebastián, donde las calles estaban vacías. No habrá en el fútbol un título tan compartido entre tanta gente.

– ¿Cuánto pagaría por revivir aquel momento?

– Todo lo que tengo. Es que apenas pudimos festejarlo. Después de jugar en Gijón tardamos cuatro días en regresar a Gipuzkoa. Nos fuimos a Madrid porque teníamos partido de Copa en Sevilla que, evidentemente, nos eliminó. Recuerdo que Pintinho me decía: «¿Vosotros sois los campeones?». No fue por la celebración, sino por la descompresión tras la adrenalina acumulada.

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