Todo el mundo conoce la célebre frase de John Benjamin Toshack subrayando que para la Real Sociedad lo más importante siempre era la ... Liga, lo que el gales denominaba como «el pan y la mantequilla» que nos alimenta en el día a día. Pero claro, teniendo en el horizonte el caviar de toda una final de la Copa del Rey, a apenas ya tres semanas, se hace difícil conformarse con ese menú básico por muy alimenticio que sea. No obstante, para llegar bien a la histórica cita ante el Athletic en Sevilla, el equipo debe ir bien nutrido de cereales y lácteos. Es decir, de puntos ligueros. Las dos próximas jornadas ante Granada y Barcelona serán prácticamente las últimas en las que el equipo jugará solo un partido por semana ya que tras la final el calendario se comprime y habrá bastantes semanas de doble partidos.
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La Real ha demostrado que puede rendir incluso jugado miércoles-domingo, pero no es menos cierto que sus mejores rachas han venido cuando han tenido tiempo para preparar los partidos dada la velocidad que precisa su fútbol ofensivo. Es entonces cuando se ha mostrado imparable como el del domingo ante el Levante, en un partido excelso salvo en la definición, donde parecía sobrevolar algún tipo de maldición que impedía que el balón entrase a portería.
Por ello tiene ante Granada y Barcelona la posibilidad de inyectarse un chute de moral definitivo. Le vendría bien, por ejemplo, a nuestro Mikel Oyarzabal, que seguro le ha dado vueltas a sus últimos fallos de penalti. La clave será seguir tirando, pero siempre intentando perfeccionar la ejecución de una suerte que no es tan fácil como parece. Y si no que se lo pregunten a Messi. Sabemos que Oyarzabal ya no va a batir récords de infalibilidad desde los once metros, así que es hora de que se quite ya esa presión de la estadística, limpie la mente y siga tirando las penas máximas con la naturalidad de sus inicios.
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