Un resultado demasiado cruel

Pero está visto que el Betis se nos ha atragantado y no hay forma de digerirlo. Haciendo autocrítica también es verdad que la élite no perdona los errores y esos pequeños detalles deciden los partidos. La entrega de Aritz a Moreno en el primer gol y el resbalón de Gorosabel en el segundo salieron caros, aunque en este caso ya estaba todo decidido. Hay que tomar buena nota porque se sabía que el calendario se empinaba ahora y no ha sucedido nada que no pudiera pasar. Y queda lo más duro, Manchester, Valencia y Sevilla, así que agárrense los machos que vienen curvas.

Marín sorpresa en el once. Imanol colocó al riojano de salida en el lugar de Silva para mantener al resto del equipo en sus posiciones habituales, ya que cualquier otra posibilidad implicaba desvestir a un santo para vestir a otro. La ausencia del canario es difícil de cubrir y con la lesión de Kubo, la única alternativa que quedaba era adelantar a Brais y jugar en el volante con Illarramendi o Turrientes. Pero el técnico, muy valiente, prefirió colocar ahí a un especialista en la posición, aunque sea de 19 años y esté empezando en Primera, que mover varias piezas.

Por lo demás, y siempre con Remiro bajo los palos, no hubo grandes sorpresas. Entraron cinco jugadores que no actuaron en Chipre -Gorosabel, Le Normand, Zubimendi, Fernández y Sorloth-, más Merino, Brais y Marín, que jugaron un tiempo, y Rico, que venía de disputar 70 minutos y se comió el campo. El único del once que lo había jugado todo fue Pacheco. Dentro de las grandes limitaciones que suponía la acumulación de tantos lesionados, al menos las piernas estaban frescas en un campo tan pesado aunque faltaba banquillo.

Buena puesta en escena. La Real arrancó con fuerza el primer cuarto de hora gracias a una buen presión en campo contrario que neutralizó de salida las intenciones ofensivas verdiblancas. Carlos Fernández y Sorloth buscaban a los centrales, Marín compensaba con Sabaly en banda y Brais saltaba a por Álex Moreno en su flanco. En el centro del campo Merino imponía su ley sobre Paul y Guardado apenas entraba en juego, lo que aprovechaba Zubimendi para rebañar los balones sueltos para volver a iniciar las maniobras de ataque.

En el minuto ocho Pablo Marín tuvo una buena ocasión en un duro disparo algo escorado desde la derecha que repelió Rui Silva para no dejarse vencer por la fuerza del golpeo. Gorosabel anduvo listo para poner rápido un saque de banda hacia el chaval. Poco después, en el minuto 13, una buena combinación interior entre Marín, Sorloth y Carlos Fernández permitió a este probar suerte desde la frontal del área pero el balón se estrelló en la base del poste, una jugada calcada a la del día del Sheriff.

Pellegrini centra a Canales. Pasado ese cuarto de hora efervescente las fuerzas se equilibraron porque el técnico chileno mandó al cántabro hacia posiciones más interiores en vez de tenerlo abierto en banda y ese movimiento le dio el control del balón. Canales fijaba a Brais y Guardado y Paul hacían superioridad sobre Merino con Zubimendi que no podía saltar porque tenía a Fekir buscándole las cosquillas.

En esos momentos la Real retrasó las líneas y buscó refugio en su campo a la espera de que una presión más ajustada o una mayor salida de balón le diera la posibilidad de ganar metros. Solo las combinaciones interiores entre Zubimendi, Brais y Merino le permitían estirarse. Pasada la media hora el gallego lo probó desde fuera del área yéndose alto su remate y otra jugada interior con Carlos Fernández y Sorloth acabó rebotando en el noruego cuando se dirigía hacia la posición de Rui Silva.

Colección de oportunidades. Tras el descanso la Real salió desatada. La movilidad de Carlos Fernández hacía daño, Brais podía combinar con el sevillano por la derecha y Rico hacía daño por la izquierda. En apenas veinte minutos dispuso de hasta seis ocasiones para marcar, pero faltó puntería y sobró un Rui Silva que estuvo espectacular cuando el balón fue entre los tres palos. Hasta siete veces tuvo que lucirse el meta portugués.

El Betis seguía sin estirarse, más allá de buscar a un Iglesias que porfiaba con los centrales realistas. Le Normand vio la amarilla, entró Aritz en su lugar y regaló un balón que entre Moreno y Juan Cruz no desaprovecharon. Demasiado cruel para lo visto anoche pero así es el fútbol.