Una Real con una marcha menos
Desde el título de Copa ganado al eterno rival el derbi en Bilbao es sinónimo de derrota ofreciendo siempre una imagen apocada
No me extraña que cada vez haya menos representación txuri-urdin en el derbi en Bilbao. Entre que hay pocas entradas a repartir, el último ... bus de vuelta a Donostia es a las ocho y media y los partidos de la Real dejan bastante que desear, hay que tener mucha moral para cruzar la autopista en estos partidos. Está claro que desde el título de Copa hay un antes y un después en las visitas a San Mamés. Tantos años diciéndonos en Bilbao que el derbi era el partido del año para nosotros y ahora resulta que el Athletic enlaza una y otra victoria en los clásicos vascos en casa por meter una marcha más.
Recuerdo en los noventa encadenar hasta ocho desplazamientos sin perder al viejo San Mamés –dos victorias y seis empates– firmando sendos 1-3 con Irureta y Roberto Olabe, respectivamente, en los que les teníamos comida la moral. Pero fue ganar la final de Sevilla en 2021 y es como si los derbis hubieran quedado en un segundo plano y no tuviesen tanta importancia. Que puede ser, porque cuando juegas cinco años seguidos en Europa, uno de ellos en Champions, el jugador puede relativizar lo que es perder un partido ante el Athletic fuera de casa. Creerá en el fondo que queda toda la temporada por delante y que no dejan de ser tres puntos más que se pueden recuperar, pero el componente emocional del derbi para el aficionado es muy grande y anoche solo parecieron entenderlo Zubimendi y Aguerd.
En las ocho visitas al Barria antes de la final de Copa se dieron dos triunfos para cada equipo y cuatro empates. Más igualdad imposible. En las cuatro posteriores, incluida ésta, cuatro derrotas con un bagaje realizador de un gol a favor y nueve en contra. Y es algo que escuece, tanto por la derrota en sí como por la imagen de equipo apocado y entregado que transmite la Real en Bilbao. Muy alejada de la suya auténtica, porque en estos últimos años siempre ha acabado entre los seis primeros y en Europa. Pero ayer Kubo, Sucic, Sergio, Oyarzabal, Barrene y compañía no fueron ni la sombra del día del Barcelona. Qué decir de Becker o Brais. Y es que en ataque el cuadro de Imanol ofreció muy poquito. Una buena acción combinativa a la hora de juego que no llegó por poco a culminar Zubimendi y poco más.
La primera parte fue bastante decepcionante.La Real trató de atraer a su rival pero nunca acabó de conectar con Sergio Gómez y Sucic a la espalda de Galarreta y Prados, y así fue imposible trenzar una jugada con el mínimo peligro para amenazar a Agirrezabala. Tampoco es que el Athletic enamorase con su juego, pero es que una de las virtudes del conjunto de Valverde es que con muy poco hace mucho. Y obtuvo petróleo de un saque de banda con centro de De Marcos para el remate mordido de Prados. Ese punto de más en intensidad les dio para recuperar el balón, combinar Nico con el propio Prados y poner el primero un balón a Sancet que marcó llegando completamente solo. El clásico gol que en los últimos cuatro años se repite más de lo debido en Bilbao. Solo pequeñas pinceladas de Kubo buscando el balón por dentro permitió recordar que la Real estaba en el partido.
En la segunda parte la frustración llegó por la falta de reacción. Solo en las dos ocasiones en las que consiguió lanzar a Sergio y Sucic al espacio generó algo de inquietud. Pero fue un espejismo porque Agirrezabala vivió seguramente su partido más tranquilo en Primera. Al final se echó en falta la ausencia de Óskarsson porque con Sadiq, una vez más, parece que no se cuenta.
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