Una Real horrorosa

Además, el árbitro no quiso expulsar a Pina, quien con amarilla, cortó una clara contra de Oyarzabal en la que miró a otro lado, para expulsar a Zaldua en la acción siguiente. Claro que todos sabíamos que la Real no iba a acabar con once desde antes del descanso.

Pero como dice Imanol no hay excusas. La Real jugó tan mal que fue incapaz de rematar una sola vez entre los tres postes. No. No me gustó el equipo de Imanol. Ni el juego ni la actitud contemplativa con algunos jugadores, como Odegaard al que en estos tres meses de parón nos han cambiado. Todos estuvieron fatal.

La primera parte no se diferenció mucho de lo que vimos contra Osasuna. Se puede decir, casi, que más que primera mitad pareció el tercer periodo del partido contra los navarros, que por lo visto el miércoles parece que se dejaron todo en Anoeta y se quedaron sin nada contra el Atlético.

Cuando Aritz y Llorente son los que más tocan el balón es sinónimo de problemas. Y ayer la Real en Mendizorrotza los tuvo. Los mismos que tres días antes. Al Alavés le era suficiente con ordenarse atrás, adelantar la defensa –no hubo un solo movimiento al espacio de la Real en todo el partido– para presionar alto y, cuando tenía el balón, muy pocas veces, jugarlo en largo. Así conseguía dos cosas. Primero, vivir muy tranquilo. Tan tranquilo que hoy no sabemos de qué color era la camiseta del portero local, porque no tuvo que intervenir. Y segundo, crear problemas a los centrales. Lo más básico del fútbol, balón por arriba y en largo, bastaba a los de Garitano para hacer dudar a la defensa realista.

Si Osasuna le tomó bien la medida a los nuestros, el Alavés no fue menos. Tampoco es algo nuevo. Los rivales que presionan alto y se meten atrás crean siempre problemas a la Real y ahora que el equipo no está, ni mucho menos como antes del parón, se acusa mucho.

Tal y como iba el partido a nadie sorprendió que llegara el gol del Alavés, tan merecido como imaginario. Pero gol al fin y al cabo. Y para cuando Imanol tocó a rebato con cuatro cambios ya era demasiado tarde. Porque la Real no solo fue incapaz de acorralar al rival en los seis minutos de descuento, sino que en una actitud contemplativa, encajó el segundo gol.

Mal, muy mal han vuelto las cosas para los nuestros, que o mejoran rápido o van a ver cómo en un mes pierden todo lo conseguido hasta marzo. Ojalá me equivoque.