Sucic realiza un desplazamiento de balón ante la mirada de Dante y Bard, ayer en el Allianz Riviera. Reuters
El análisis táctico

Nuevo registro en la pizarra

Imanol volvió a darle una vuelta al dibujo y esta vez apostó por un 1-3-5-2 que hizo de espejo al sistema del Niza. La Real entró bien al partido, pero los 90 minutos se hicieron largos

Imanol Troyano

San Sebastián

Jueves, 26 de septiembre 2024, 02:00

Imanol está intentando arreglar la situación de la Real a través de la pizarra y el oriotarra volvió a hacer buen uso de ella en ... Niza, donde volvió a cambiar el sistema como en el día del José Zorrilla. Formó con nueve jugadores de la casa, con un dibujo poco habitual. Por momentos desconcertó al adversario, pero en otros se quedó corto. La Real consiguió acumular más hombres en su campo que en el del rival y eso le restó amenaza ofensiva. Se mantuvo bien el campo, pese a la tremenda exigencia física que requería el planteamiento y el empuje del contrario. No es sencillo estrenar un sistema y evitar que se produzcan desajustes groseros en un momento determinado. No fue el caso. El punto se da por bueno y sirve para empezar con buen pie en Europa.

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    Otra vuelta de tuerca al sistema para calcar al rival

En los últimos tres partidos Imanol ha apostado por tres dibujos diferentes. Del clásico 1-4-3-3 en Mallorca, el oriotarra cambió al 1-4-4-2 en rombo en Valladolid y ayer al 1-3-5-2 en Niza. No se puede decir que la Real saliera con una defensa de cinco, pero sí que en fase defensiva juntara a cinco jugadores atrás porque sin balón el cuadro realista se ajustaba en un 1-5-3-2. Como suele recordar el técnico guipuzcoano, el equipo nunca se comporta de la misma forma con la pelota o sin ella.

Un dibujo que venía a calcar en cierta manera el del Niza, habituado también a salir con tres atrás en un 1-3-4-3 con balón. El planteamiento de Imanol no era idéntico al de Franck Haise, pero sí permitía hacer espejo al adversario en fase defensiva, emparejando a los carrileros por fuera. Odriozola y Aihen lograron frenar las cabalgadas de Bard y Clauss por los costados, dos de las piezas que mejor suelen desplegarse en ataque sin que te los esperes.

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    La presión del Niza desactiva el juego

A través de ese dibujo precisamente la Real logró contener el ataque posicional del rival. El Niza no lograba construir apoyándose en sus laterales, pero lo que no lograba hacer en fase ofensiva, sí lo hacía en fase defensiva a través de la presión. El cuadro local sumaba hasta a siete hombres en los últimos cuarenta metros del terreno de juego con un emparejamiento al hombre agresivo que le permitía recuperar alto y desactivar el juego de iniciación txuri-urdin. Moukoko, Guessand y Bouanani saltaban a centrales, mientras Louchet encimaba a Zubimendi para que el donostiarra no pudiera ayudar en esa tarea. A eso hay que añadir que Dante y Youssouf avanzaban para marcar a Brais y Marín. A Remiro no le quedaba otra que buscar en largo a Barrenetxea u Oyarzabal, porque de lo contrario corría el riesgo de pérdida cerca de área propia. La Real estuvo incómoda casi siempre con balón porque nunca tuvo una salida limpia y el sistema dejaba en clara inferioridad a los dos de arriba.

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    Robar y hacer correr hacia atrás al adversario

La Real tuvo también en sus manos contrarrestar esa poderosa presión del adversario haciéndole pagar cara la altura de sus jugadores. Es decir, si el conjunto blanquiazul conseguía recuperar incluso en su parcela del campo, obligaba a la escuadra francesa a correr hacia atrás. Louchet, pivote junto a Rosario, quedaba fuera de juego, mientras que Dante se exponía demasiado ante los giros de Brais. La Real llevó peligro de esta forma con varias contras protagonizadas por Barrenetxea y Oyarzabal, pero al eibartarra le faltó finura técnica para resolver ante Bulka en las que tuvo. De una presión del gallego a Rosario llegó la recuperación de Barrenetxea que acabó en el tanto del donostiarra. No arriesgó mucho más el conjunto local en su campo a partir de ese momento.

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    La indescifrable posición de Louchet en el campo

Haise se decantó por Louchet en lugar de Ndombelé en la medular, una decisión sorprendente dada la influencia del exjugador del Tottenham en la escuadra de los águilas. Lo cierto es que Louchet devolvió la confianza depositada por el técnico con una gran actuación, ya que en muchas ocasiones fue indetectable para los realistas. En fase ofensiva fue un quebradero de cabeza para la zaga blanquiazul, porque irrumpió por los costados para generar superioridades, desplazar a los centrales –Zubeldia y Pacheco– y permitir que los extremos Guessand y Bouanani, pudieran percutir por dentro. Fue el mejor socio para los carrileros Bard y Clauss, que no pudieron desplegarse como acostumbran por la banda.

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    Becker y Sucic, entradas con luces y sombras

Imanol trató de reavivar al equipo en una segunda mitad en la que pagó los esfuerzos físicos de la primera. Primero renovó los carriles, ya que Aihen y Odriozola no son laterales acostumbrados a lidiar con toda la banda, y luego trató de buscar chispa en la carrera con Becker y control y ese último pase con Sucic. El surinamés, protagonista el pasado sábado por un incidente nocturno, fue incapaz de darle ese ritmo que requería el equipo al contragolpe. El croata, por su parte, realizó un buen papel en la tercera altura del campo en sustitución de Brais Méndez. El exjugador del Salzburgo es uno de los fichajes que mejor ha entendido al técnico en los últimos encuentros.

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