El peculiar estadio Louis II de Mónaco no es un templo como Old Trafford. Ni siquiera se llenará esta noche y encima no está claro ... que Jokin Aperribay pueda compartir palco con el Príncipe Alberto, peleado con el dueño ruso del club, y su inseparable bufanda roja y blanca. Pero el estadio monegasco tiene mucha solera europea. Antes de que el fútbol moderno empezara a fagocitar todas las tradiciones, el Louis II acogía todos los años su particular 'Baile de la Rosa' futbolístico, albergando a principios de temporada la final de la Supercopa europea y los sorteos de las competiciones continentales.
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Lugar de nobles y princesas, y de deportistas famosos que buscan un buen trato fiscal, el equipo del Principado lleva un par de temporadas fuera de la aristocracia, pero mantiene su pedigrí. Su camiseta la han vestido jugadores como Thierry Henry, David Trezeguet, Jurgen Klismann, Radamel Falcao, Enzo Scifo, Liliam Thuram, Glen Hoddle, George Weah, Yuri Djorkaeff, Javier Saviola, Ludovic Giuly o Cristian Vieri, entre otros. Su última gran figura fue Kylian Mbappé, que salió de su cantera y llevó al club a las semifinales de la Champions hace cinco temporadas. Un torneo del que fue subcampeón en 2004, la temporada en la que la Real de Denoueix jugó la Liga de Campeones. Ese curso, le metió en el Louis II un 8-3 al sólido Deportivo de Jabo Irureta y se cargó el Madrid en cuartos, con Morientes a la cabeza.
Por lo tanto, la de mañana es una buena oportunidad para que la Real logre por fin un triunfo europeo de postín, una asignatura pendiente del club txuri-urdin. Una victoria europea de gran calibre que no se logra desde aquella mágica noche de agosto de 2013 en la previa de la Champions en Lyon, no muy lejos del escenario del partido de mañana. En el Reale Arena la Real demostró no ser menos que el Mónaco y los de Imanol presentarán un once de gala a la altura de tan señorial escenario.
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