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Mikel Oyarzabal: «La lesión me ha permitido vivir una experiencia muy positiva»
Oyarzabal, que ayer volvió a ejercitarse con el grupo seis meses y medio después, confiesa a DV que el día que se lesionó de gravedad «fue el más doloroso de mi vida»
Mikel Oyarzabal ve cada vez más cerca la luz al final del túnel. Este periódico ya informó el 24 de septiembre que tenía previsto ... incorporarse al grupo a primeros de octubre y este martes fue el día elegido para ejercitarse junto a sus compañeros en Zubieta seis meses y trece días después de romperse el ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda. Fueron unos pocos ejercicios con el grupo y a continuación siguió con su trabajo individual, suficiente para recargar la moral del futbolista y de la plantilla.
Todavía no está preparado para completar un entrenamiento entero, pero su presencia en las tareas de calentamiento evidencia que su recuperación va por buen camino. Incluso en el vídeo que hizo público este martes la Real se le vio ir al suelo decidido con la intención de recuperar el balón en un ejercicio de posesión.
Verse rodeado de sus compañeros, compartiendo la pelota, supone una inyección de energía extraordinaria a la hora de afrontar la recta final de su convalecencia. «Hay mucha gente en Zubieta que está para lo que haga falta: sacarte una sonrisa en los momentos difíciles, por ejemplo. Estoy viviendo una experiencia muy positiva de todo esto y lo voy a recordar siempre», es la conclusión que saca el jugador ante el episodio que le está tocando vivir, en sus primeras palabras en exclusiva para este periódico desde que se lesionó.
El eibartarra inició la sesión con sus compañeros y luego se retiró para seguir trabajando de manera individual
«Tengo la suerte de mirar siempre el lado positivo de las cosas. La lesión me ha permitido disfrutar de los cuidados de mucha gente, no solo en el aspecto físico, también en el personal», sostiene Oyarzabal en una charla mantenida con el catedrático de Antropología y colaborador de este periódico, Alberto del Campo Tejedor. Oyarzabal encara con optimismo el presente y el futuro y se ha tomado la lesión como «una oportunidad para aprender». Tiene claras sus prioridades y no piensa cometer ninguna imprudencia para acelerar los plazos y tener posibilidades de llegar al Mundial.
El realista tiene muy presente todavía aquel fatídico 17 de marzo en el que cayó gravemente lesionado. «Fue el día más doloroso de mi vida, no solo a nivel mental, también físico. Fue terrible», confiesa con total sinceridad. No intenta generar lástima, todo lo contrario. Inmediatamente después de romperse la rodilla, ya estaba pensando en su recuperación. En trabajar junto a los médicos y preparadores físicos para volver con total garantías. Para lograrlo está siendo fundamental también el apoyo de su familia y amigos.
Pasar tiempo con su cuadrilla de Eibar le ha ayudado a sobrellevar los malos momentos y no obsesionarse con la recuperación: «Soy tranquilo y formal, pero también un vacilón, porque cuando estás con la cuadrilla tiene que haber bromas. Ahora bien, cuando toca trabajar, se trabaja. En el equipo, igual. El equipo es tu principal cuadrilla», reconoce.
Cultura del esfuerzo
Oyarzabal se convenció a sí mismo desde el primer momento de que este grave contratiempo no cambiaría su ánimo ni su manera de hacer las cosas. Se prometió que iba a darle la vuelta a la situación a través del esfuerzo. «Primero, trabajo, después, talento», ha sido uno de sus lemas principales. Se trata de una actitud que ha adquirido desde pequeño y que ha ido labrando en las categorías inferiores del Eibar y posteriormente en la Real. «No solo en el fútbol. Aquí hay muchos deportes que son de trabajo, de fuerza de voluntad, más que de un destello de genialidad. Lo importante aquí es mucho trabajo, durante mucho tiempo, y después habrá un momento en que pongas la guinda. Pero la guinda no llega sin trabajo».
«Tengo la suerte de mirar siempre el lado positivo de las cosas. La lesión me ha permitido disfrutar de los cuidados de mucha gente»
Además, Oyarzabal no ha perdido ese sentido de la humildad del que ha hecho gala desde que dio el salto al primer equipo en 2015. «Es muy importante no creerte más que nadie en el terreno de juego y en la vida. Es la mentalidad de aquí. He tenido suerte de que me la inculcaran desde pequeño». Agradece también el apoyo que ha recibido por parte de los aficionados durante este tiempo. Los mismos que celebran ahora la gran noticia de su vuelta.
La lesión ha puesto a prueba la madurez innata de un jugador que empezó a portar el brazalete de capitán a los 21 años. Se ha encontrado con un futbolista con mentalidad de granito. Indestructible. Oyarzabal ya empieza a sentirse futbolista de nuevo. Un pequeño paso con mucho valor.
Un encuentro concertado en la fecha más inoportuna
El catedrático de Antropología Social en la Universidad Pablo de Olavide, Alberto del Campo Tejedor, tuvo la inquietud de conversar con Oyarzabal después de haber entrevistado a diversos futbolistas. Logró concertar el encuentro el 17 de marzo, sin saber que ese día iba a resultar imposible llevarlo a cabo. Esa misma mañana el realista se rompió el ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda.La cita quedó anulada, pero tal y como reconoce este antropólogo sevillano, «el capitán de la Real no es de los que dejan las cosas a medias». Seis meses y medio después por fin se pudieron reunir en una conversación condicionada por la lesión.
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