El isquio no es lo que más le dolía a Odriozola
El lateral derecho, en su mes de dar un paso adelante por la ausencia de Traoré, se marcha llorando del verde de San Mamés tras lesionarse
Un optimista suele decir que siempre hay luz al final del túnel. Un pesimista le responde que esa luz es la del tren que viene ... de frente. Es decir, y aterrizándolo a la Real, cuando algo va mal, siempre puede ir a peor.
Lo que estaba dentro de los planes eran las marchas de Hamari Traoré, Sadiq Umar y Take Kubo por la disputa de las copas de África y de Asia en enero. Lo que no se esperaba es que el delantero nigeriano regresara a Donostia lesionado antes de incluso empezar su torneo, que André Silva recayera, que Carlos Fernández vuelva a sentir molestias en la rodilla, que la Real tenga evidentes dificultades de hacer gol, que lleve más de un mes sin ganar en Liga o que Álvaro Odriozola se resintiera en el mes que debía servir para su consolidación en los planes de Imanol.
El donostiarra apenas había contado con minutos por el gran rendimiento de Hamari Traoré, y su periplo con la selección de Mali era una invitación para que Odriozola cogiera protagonismo y contara con la participación que no ha tenido hasta ahora. Donde hay un problema hay una oportunidad, diría el optimista. Sin embargo, y en el primer partido ante un rival del mismo nivel que la Real –jugó 78 minutos en Málaga—, el lateral derecho de 28 años tan solo pudo estar dieciocho minutos sobre el verde de San Mamés.
Le dio tiempo a augurar una buena actuación suya, protagonizando una de las pocas apariciones que un lateral de la Real hizo en campo contrario o molestando a Nico Williams en las galopadas de la ahora estrella del Athletic por la ausencia de su hermano. Fue en una de esas jugadas en las que los rojiblancos lanzaban el balón hacia adelante para que Nico pusiera a prueba su velocímetro cuando Odriozola notó algo en los isquios de su pierna izquierda. Continuó defendiendo, pero al siguiente minuto pidió a Munuera Montero detener el juego y se echó al césped mientras miraba al banquillo y a sus médicos.
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Los ojos le brillaban, quizás porque el isquio no era lo que más le estaba doliendo. No se podía creer que en su complicada vuelta a casa estuviera sufriendo otro varapalo más. Era su segunda titularidad en Liga, la tercera contando la Champions y la novena participación de 26 partidos posibles, y tratándose de un problema muscular, a saber cuándo será la siguiente. No había cuesta de enero para Odriozola, era su mes para jugar día sí y día también. En Liga y en Copa. Pero a la espera de lo que digan las pruebas médicas, sus lágrimas mientras caminaba hacia el vestuario y las patadas que dio a una puerta metálica en el túnel ya adelantaban que no había nada bueno en ese isquio.
Empieza a hacer frío en Zubieta y la Real apenas tiene fondo de armario para hacer frente a un calendario en el que se juega la Copa del Rey y el no descolgarse de los cinco primeros de Liga. Elegimos ser optimistas.
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