El fútbol no se ve bien por la televisión
Llueve a mares, pero el Madrid no se moja. La Real lo buscó y se desesperó, pero no encontró una vez más el premio del gol, el problema de toda la temporada
A la Real no le dio para empatar en un partido que no debió perder. Pocos encuentros habrá ganado el Real Madrid con tan poca ... posesión y menos ocasiones aún de gol generadas. Al conjunto txuri-urdin le volvió a pesar todo lo que le viene faltando durante todo el curso: el gol. El balón fue blanquiazul, pero si eso no le sirvió al Manchester City hace unos días en Champions ante este Madrid, a la Real mucho menos.
Imanol recuperó a Kubo en el extremo diestro en lugar de Becker, pero la mayor novedad de su once fue la inclusión de Turrientes como interior derecho, donde venía actuando Zakharyan por la baja de Brais Méndez. El beasaindarra fue el más destacado de los realistas, principalmente en la primera mitad. Arrancó y llegó al borde del área rival con mucha intención. Mereció el gol.
Ancelotti ordenó a los suyos ir a buscar a los realistas en el primer acto e incomodó mucho a los locales
Ancelotti planteó una presión muy agresiva en salida de balón de la Real. Llevando a Carvajal a emparejarse con el lateral contrario, Galán, y a su hombre de contención como Tchouameni a pisar incluso las inmediaciones del área blanquiazul.
A la Real le costó salir de su madriguera. Oyarzabal intentaba echar una mano cayendo a recibir, pero ni por esas. Militao se ocupaba de Barrenetxea por izquierda y Fran García se quedaba atrás con Kubo. A los realistas les costaba empezar a construir, porque era incapaz de salir en largo ni de conectar en corto con Zubimendi o Merino, bien atados por dentro por Tchouameni, Joselu o Brahim.
La Real volvió a ser más amenazadora cuando logró recuperar la pelota en posiciones adelantadas
El dispositivo blanco en un 1-4-4-2 impedía a los locales arrancar y si lo lograba, replegaba muy bien en campo propio. No se le veía a Ancelotti molesto refugiado en su capucha con la que estaba cayendo, porque las circulaciones de los realistas eran previsibles, tan solo se encendía el juego con las arrancadas de Turrientes o los duelos individuales de Kubo y Barrenetxea por los costados.
Llovía a mares, pero daba la sensación que el Madrid no se mojaba. No le afectó acabar la primera mitad con un 40% de posesión. No necesitó poner una marcha más durante los noventa minutos.
En ventaja, el Madrid rebajó su intensidad en la presión y le bastó con mantener su postura en bloque medio para no sufrir demasiado. De nuevo en posicional a la Real le costó generar posibilidades de finalización. Procuró abrir el campo todo lo posible para dar el zarpazo por fuera, pero el conjunto blanco siempre vivió muy cómodo en área propia.
Ese juego exterior que funcionó en parte ante el Getafe e incluso frente al Almería con los goles de Barrenetxea y Becker, respectivamente, no cuajó esta vez ante el conjunto blanco, bien parapetado atrás con Militao y Nacho. Lo que se ha evidenciado en las últimas jornadas es el reflejo de toda la temporada. La Real insiste mucho por fuera, pero encuentra poco premio. Quizás por las características de los hombres que deben rematar en última instancia en el área o por la falta de llegada de los jugadores de segunda línea. La cuestión es que fin de semana tras otro transmite esa incapacidad para atacar los espacios en área, porque los envíos laterales no siempre son imprecisos.
La Real vive mejor en la transición, en el robo alto y ayer se volvió a comprobar cuando fue capaz de recuperar en posiciones adelantadas. Lástima que Munuera penalizara esa fogosidad en el acoso de los realistas en esa zona del campo. El contacto de Barrenetxea a Tchouameni en el gol anulado a Kubo quizás no lo hubiera sancionado el árbitro francés Francois Letexier, quien priorizó la continuidad en el juego durante el Real Madrid-City de la ida en el Bernabéu. Por la televisión no se ve mejor el fútbol, por mucho que traten de convencer al de abajo.
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