Allí empezó todo. En Sevilla tuvo que ser. El 26 de febrero de 1983 estaba en el Sánchez Pizjuán para presenciar el partido y realizar ... luego la crónica del duelo liguero entre el Sevilla y la Real Sociedad para El Diario Vasco. Y fue allí donde empezó todo. La Real perdió 2-1 y al terminar el partido nos fuimos a cenar al hotel Los Lebreros, donde estábamos todos alojados. Jugadores, cuerpo técnico, directivos y periodistas. Entonces se viajaba de otra manera, todos juntos, éramos una familia. Allí estaban las mejores voces radiofónicas que han tenido con diferencia las ondas guipuzcoanas, Paco Izquierdo, Josean Alcorta o Manolo Fraile, plumillas de mucho talento como Eduardo Ortuzar, Gorka 'Pato' Reizabal o Tito Irazusta.
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Y esa noche fue muy especial para mí. A las cuatro de la mañana me llamó mi mujer, que se ponía de parto, y a las ocho nacía mi tercer hijo, Javi. Y yo en Sevilla. Ole y ole. Mi mujer me lo recuerda de vez en cuando...
Mi hijo, de alguna manera, empezó ya a sentir ese día los colores blanquiazules. Han pasado 38 años y la pasión no se diluye, se acrecienta. No había asomado la cabeza con los títulos ligueros del 81 y 82. Tenía un mes en la semifinal de la Copa de Europa contra el Hamburgo. Era demasiado pequeño para haber ido a sudar a la final de Copa de 1987 en Zaragoza. Lo mismo que en la final copera perdida 1-0 del año después en el Bernabéu.
Y cuando mi hijo Javi se las prometía felices para saborear en Sevilla por fin un título de su Real Sociedad del alma, con apartamento alquilado con la cuadrilla incluido, todo se fue al traste por la pandemia. Tampoco podrá estar presente el próximo 3 de abril en la final de La Cartuja contra el Athletic, pero esta vez sí, Javi, Sevilla tiene que ser.
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