La Real ya sabe qué hacer para pasar a la final de la Copa
El paso de las horas ha hecho que el resultado de la ida no se considere tan malo y la confianza en llegar a la final está intacta
La Real está por delante en la eliminatoria de Copa. Quizás sea lo único objetivo después de una noche en la que más de un aficionado salió de Anoeta disgustado por la oportunidad perdida a la par que preocupado por lo mucho que habrá que jugar en Anduva, el miércoles 4 de marzo, para alcanzar la final ante un Mirandés que por algo ha eliminado a tres equipos de Primera. Pero no es nada que no supiéramos de antemano. Va a costar. La Real sigue teniendo todas las opciones del mundo de jugar la final de Copa en La Cartuja el sábado 18 de abril, aunque para ello tendrá que mejorar el fútbol desplegado en Anoeta. Porque es evidente que los jugadores se vieron desbordados por lo mucho que había en juego, quisieron resolver la eliminatoria cuando todavía no habían marcado el primer gol, pero mal haremos si reducimos todo a eso. La Real se vio superada por el Mirandés, en juego y disposición en el campo. Y pese a todo, pese a que se confundió muchas más veces de las que acertó, la Real ganó. ¿Por qué no lo va a volver a hacer en Anduva? A la Real le valen todos los empates y todas la derrotas por un gol si marca más de un tanto. Ayer las cosas ya se veían de otra manera en el club.
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Conocimiento del rival. Una de las razones para ser optimistas es que ahora sí los jugadores de la Real saben a qué rival se van a enfrentar. No es un asunto baladí cuando un jugador de Primera se enfrenta a un Segunda al que no conoce. Porque una cosa es anticipar en la pizarra las virtudes y defectos del rival y otra distinta corroborarlo en el terreno de juego, en el tú a tú. El factor sorpresa ya no va a existir en Anduva y eso beneficia sin duda a una Real que tenía interiorizado ganar con solvencia por aquello de ser de Primera. Ni por asomo técnicos y jugadores pensaban que el Mirandés podía presionar en Anoeta como hizo desde el primer minuto. Esperaban poder realizar su juego ante un rival más preocupado de no encajar que de mirar a la portería contraria. Así lo confesó Nacho Monreal al acabar el partido. El Mirandés no especuló. Descolocados ante un escenario inesperado, los realistas se fueron haciendo pequeños al no encontrar soluciones a la presión alta en bloque de un Mirandés que se fue haciendo grande al comprobar que su plan tenía efecto con Guridi y Malsa ganando buena parte de los duelos directos en el centro del campo a Merino y Odegaard, donde se mastica el juego de la Real. Desde ahí, con las líneas adelantadas, el Mirandés robó mucho balón, principalmente en la primera parte, y la Real sufrió al no encontrar su sitio en el campo. La Real, además, se enrocó en querer sacar el balón jugado cuando la solución ante una presión alta pasa por mover el balón con velocidad -no lo pudo hacer más que a cuentagotas- o jugar en largo a los extremos. El problema es que Le Normand y Aritz no tienen confianza con el pie para jugar esas situaciones, algo que mejor o peor sí hace Llorente, y por supuesto el portero Remiro.
Una Real con pólvora. La Real no necesita marcar para pasar la eliminatoria, pero lo normal es que haya goles en Anduva porque es raro que se quede en blanco. El equipo ha jugado doce partidos fuera de casa esta temporada y solo se ha quedado sin marcar en tres ocasiones: en San Mamés, el Nuevo Zorrilla y el Benito Villamarín. La Real ha demostrado que puede generar ocasiones de la nada y ganar partidos con poco en cualquier escenario de partido, bien cuando se ha sentido dominado o cuando ha sido el que ha llevado la iniciativa, así que harán bien en Miranda en no confiarse. Ninguno de los equipos que han visitado en Anduva esta temporada tiene tanta pólvora como la Real. El Mirandés es además un equipo que encaja goles con relativa facilidad. No es un equipo que destaque por su solidez defensiva. Esta temporada ha jugado 16 partidos en su campo en los que ha encajado en todos menos en seis. No hay que esconder que el Mirandés es fuerte en su casa, donde no pierde desde septiembre, pero también llevaba doce partidos imbatido cuando llegó a Anoeta y ya saben qué pasó. El reto de la Real es apear a un equipo valiente y que tiene las ideas claras. Ni que decir tiene que la Real no podrá conceder en defensa, el que es su quebradero de cabeza esta temporada.
Dosificar a los jugadores. Imanol debe conseguir que sus jugadores lleguen con chispa a ese partido en el que la Real debe escribir una página más de su bella historia. Hasta el 4 de marzo, la Real tiene mañana una visita a Ipurua, si no se suspende, y después recibirá a Valladolid y Valencia en Anoeta. Tres partidos para tratar de seguir enganchada a los puestos europeos cuando faltará una docena de jornadas para acabar la Liga. Imanol va a necesitar de todos sus jugadores. Dosificarlos para llegar con el mejor equipo posible a ese partido de vuelta debe ser una prioridad. Ha quedado patente que Odegaard y Oyarzabal no tienen la misma chispa que en las primeras jornadas de Liga y el equipo lo acusa por más que los datos que manejan en la Real digan que están bien. A los dos les pesan las piernas, especialmente al capitán, que depende más de su físico para desenvolverse en el terreno de juego. El equipo les necesita como el comer. Tampoco estaría de más recuperar a Willian José, que en un partido de mucho balón colgado como puede ser el que se jugará en Anduva le podría venir bien a la Real. Argumentos tiene todos el equipo para plantarse en la final. Es la gran oportunidad. La Real va de mano.
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