Eric Cantona cambió el Manchester United para siempre

Ferguson le estaba contando a Edwards su conversación con Houllier cuando sonó el teléfono. Era Bill Fotherby, el presidente del Leeds, que llamaba para preguntar por el defensa irlandés del United Denis Irwin. Edwards contestó que no vendía y preguntó a Fotherby si ellos traspasarían a su delantero Lee Chapman. Ferguson se puso rojo y empezó a gesticular como un loco, pero el presidente no le veía, así que le escribió un nombre en un papel: Eric Cantona. Edwards preguntó por él y Fotherby se comprometió a responder al día siguiente. Llamó al cabo de una hora y pidió un millón y medio de libras. Se conformó con poco más de uno. Fue una sorpresa total. El propio ayudante de Ferguson, Brian Kidd, confesó: «Cuando lo supe me pregunté si Cantona había perdido una pierna, o algo así».

Ése era el grado de confianza que inspiraba el fichaje de Eric Cantona, que cambió el Manchester United para siempre y lo convirtió en uno de los clubes más exitosos de la historia. Ni el más iluso podía imaginarlo. Los 'red devils' ganaron ocho de los diez primeros partidos con el francés y se hicieron con la Liga por primera vez en 26 años. Desde entonces, doce ligas más para superar al Liverpool en el palmarés, con veinte. Los del Mersey ganaron el año pasado su título número 19, al hacerse con la Liga por primera vez desde 1992. Antes de Cantona el palmarés era Liverpool, 19; Manchester United, siete.

La irrupción de Eric Cantona fue tremenda. Su fútbol lleno de rabia puso en pie Old Trafford y recuperó el orgullo de un club histórico venido a menos. Su furia derivó en un equipo agresivo, volcado al ataque y con un despliegue intimidante también en lo físico. En el centro del campo oficiaba un tal Roy Keane.

Gran goleador, el francés era un genio que casaba bien con el espíritu de los tiempos: brillante, arrogante y conflictivo. Justo el año de su llegada al United comenzó la Premier League y todo cuadró. Al levantar al equipo en Inglaterra, lo proyectó al mundo. Pero aún no era la época en que la Premier League se expandió por Asia y el Manchester United fue su mascarón de proa.

En 1992, en las calles de Inglaterra aún se combatía contra el thatcherismo, que hundió el norte del país y su industria. Con el paro desbordado, los sindicatos hundidos y poco que hacer, Manchester, ciudad clave en la revolución industrial, transformó su ira en creatividad, musical y futbolística. Y Cantona era el hombre. El genio que se iba a la levantar contra todo el mundo para cambiar la historia del Manchester United y del fútbol inglés.

Por aquellas fechas, la Real Sociedad se trasladaba de Atotxa a Anoeta. Visto con perspectiva, un cambio rabiosamente contemporáneo. De un campo de combate a un estadio aséptico. Los 90 en su máxima expresión.

Cantona heredó el mítico dorsal 7 de los red devils de George Best -otro genio puro-, y que después lucirían otros monumentos mancunianos como David Beckham y Cristiano Ronaldo. Bromas, las justas.

Cantona, siempre retador, elevó la autoestima del club hasta la estratosfera y generó esa clase de adhesión incondicional que traspasa con soltura los límites del fanatismo, y a todo el mundo le parece bien. Como aquel 25 de enero de 1995 cuando lanzó una patada de kárate a un hincha del Crystal Palace que le insultaba. Le cayeron nueve meses de suspensión y, años después, dijo que fue «el mejor recuerdo de mi carrera deportiva».

Cantona no estuvo mucho tiempo en el Manchester United, de 1992 a 1997, pero su huella es imborrable. Como Ronaldinho en el Barcelona o Griezmann en la Real, su figura trasciende el juego porque cambió al club y lo colocó en una nueva dimensión. Se retiró con 30 años.